Shira Haas, de Poco ortodoxa a Asia: “Mis personajes son las heroínas de su propia historia”
La actriz que se hizo famosa por la miniserie Poco ortodoxa de Netflix, es una de las protagonistas de Asia, el conmovedor film israelí que se estrena mañana en la cartelera local
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“No me vas a creer pero en la vida real no lloro fácilmente. Sé que es difícil de creer porque cuando actúo puedo llorar cuando es necesario, pero fuera de la pantalla no me pasa lo mismo. Sin embargo, apenas leí el guion de Asia me emocioné mucho”, cuenta la actriz Shira Haas sobre el film que se estrena mañana en la Argentina. Allí encarna a Vika, la hija de la enfermera del título. Una adolescente que padece una enfermedad degenerativa y que en el transcurso del relato pasará del típico enojo adolescente y la distancia con su madre hasta la aceptación de su futuro que fortalece el lazo entre ambas. El relato, escrito y dirigido por la realizadora israelí Ruthy Pribar, resultó uno de los films más premiados de su país y el ganador de tres galardones en el Festival de Tribeca en 2020, incluido el de mejor actriz internacional para Haas. Claro que entre el momento en que la película fue programada en la muestra creada por Robert De Niro, y su proyección allí en abril de 2020, la actriz de 26 años pasó de ser una casi desconocida para el mundo a convertirse en una estrella global. La primera, de hecho, forjada durante la pandemia gracias al fenómeno de Poco ortodoxa, la miniserie de Netflix estrenada apenas un par de semanas después de que el mundo comenzara la primera cuarentena.
La ficción, inspirada en el libro de memorias de Deborah Feldman, fue un éxito tan rotundo y la interpretación de Haas tan extraordinaria que para el momento de la presentación de Asia en el festival, Haas y su capacidad como actriz- que incluye pero no está limitada a su habilidad para llorar y hacer llorar a los espectadores-, eran indiscutibles.
“Por suerte, hubo un período de más o menos cinco meses entre la filmación de la película y el comienzo de las grabaciones de Poco ortodoxa. Definitivamente Vika fue un personaje muy difícil de dejar atrás y la verdad es que agradezco mucho haber tenido que empezar a trabajar en Esty porque si no hubiese aparecido otro papel en el que sumergirme probablemente me hubiese llevado mucho más tiempo decirle adiós”, recuerda Haas en charla telefónica con LA NACION desde Tel Aviv, ciudad en la que nació y en la que todavía vive, a pesar de que su agenda profesional está cada vez más ocupada.
Ahora, en plena promoción de la película que filmó en 2019, los recuerdos de Vika vuelven como si nunca se hubieran ido, dice la actriz. Las horas que pasaba escribiendo sobre ella en su diario –siempre arma un cuaderno para escribir sobre sus personajes mientras está rodando–, y el trabajo que hizo para interpretarla con cuidado y respeto marcaron su vida en aquel tiempo y lo siguen haciendo.
“Sentí una tremenda responsabilidad: quería encarnarla de la manera más sensible posible. Para eso me reuní con personas que padecen la misma enfermedad que el personaje, con doctores especialistas, vi toneladas de videos sobre el tema. Fue un desafío para mí, tanto física como emocionalmente. Como no filmamos de manera cronológica, la directora y yo teníamos armado un cuadro de seguimiento del avance del deterioro de la salud de Vika. Sabía exactamente cómo colocar el cuerpo, cada dedo. Si un día filmábamos una escena del principio de la película con el personaje prácticamente normal y al día siguiente ya tocaba hacer una secuencia de ella en silla de ruedas yo ya lo tenía todo incorporado”, cuenta Haas, que además de las demandas físicas de interpretar el papel de una persona cuyas funciones motoras empiezan a deteriorarse tuvo que adaptarse a un nuevo idioma. Es que uno de los puntos que marca la diferencia entre la madre y la hija en el centro del relato del film es que Asia, la mamá, es rusa –igual que Alena Yiv, la actriz que la interpreta– y buena parte de sus diálogos con Vika son en ese idioma. O algo así, porque como sucede entre padres inmigrantes y sus hijos, Vika, aunque entiende la lengua materna, siempre le habla en hebreo. Haas no sabe ruso, pero estaba decidida a aprenderlo al menos rudimentariamente para su papel.
“Te digo que el ruso es mucho más difícil de aprender que el idish. Por lo menos para mí, porque no se parece a otros idiomas que conozco. Sé un poquito de español y el hebreo, el alemán y el idish tienen puntos de contacto. En cambio el ruso no suena a nada que yo conozca. Aprendí de memoria la frase que tenía que decir en la película pero lo que me preocupaba eran mis diálogos con Alena, porque tenía que reaccionar a lo que ella dijera sin saber el idioma. Así que lo que hice fue memorizar sus parlamentos en hebreo casi tanto como los míos y le pedí que me explicara cómo pronunciar ciertas palabras. Aunque parezca demasiado detallista, la verdad es que amo los diferentes idiomas incluso más que los nuevos acentos. Sí, soy una nerd”, confiesa la actriz que para su papel en Poco ortodoxa no solo aprendió a hablar en idish sino que se lució con el particular acento de Esty, nacida en los Estados Unidos.
Vidas paralelas
En apariencia, Vika y Esty no podrían ser más distintas. Una es una adolescente típica, de lustroso pelo largo interesada en salir, conocer chicos, reírse con su amiga y rechazar sin más cualquier acercamiento de parte de su madre, a la que de todos modos se parece mucho, tanto físicamente como en temperamento, según se dice en una de las muchas conmovedoras escenas entre los dos personajes. “Vika nunca lo diría en voz alta pero en su corazón ella quiere ser como su madre, algo con lo que muchos adolescentes pueden sentirse identificados. Por supuesto que ella nunca lo admitiría porque está en esa edad en que todo lo de su mamá le parece molesto pero en su caso también porque al mirar a su madre entiende que ella nunca llegará a ser adulta”, reflexiona Haas.
Una de las escenas más conmovedoras de Poco ortodoxa mostraba a Esty frente al espejo en plena preparación para su boda. Según la tradición ortodoxa, debe afeitarse el pelo, algo que Haas decidió experimentar de verdad con las cámaras captando ese conmovedor momento. En Asia, aunque la situación es otra, una vez más, uno de sus personajes se enfrenta al espejo y a su propia imagen que sin necesidad de palabras le cuenta al espectador el paso hacia la aceptación –de su enfermedad, de su madre, de ella misma– de su presente.
“Es curioso porque en la película tengo el cabello más largo que nunca y en la miniserie lo tengo más corto que nunca. Y a pesar de que son papeles muy distintos ambas tienen puntos en común: están obligadas a vivir de una manera muy específica, en un caso por su propio cuerpo y en el otro por la familia en la que nació. Las dos tienen que lidiar con lo que les tocó y ambas lo hacen demostrando una enorme fortaleza. Pero no son fuertes al estilo masculino sino que su poder es emocional y eso es lo que más admiro de ambas”, explica la actriz, cuyo próximo trabajo será interpretar a otra representante de ese tipo de fuerza: Golda Meir, la primera mujer en ser primer ministro de Israel.
Haas la encarnará en una miniserie producida por Barbra Streisand, que está escribiendo el mismo equipo que adaptó The Handmaid’s Tale para la TV. “Estamos acostumbrados a que los héroes sean hombres, pero hay muchas formas distintas de ser un héroe. Por suerte, a mí me tocó interpretar a varias mujeres que, sí, son las heroínas de su propia historia y estoy orgullosa de eso”, concluye Haas, la pequeña gigante de Tel Aviv que hace llorar al mundo.
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