El primer argentino en llegar al mundial de 'League of Legends', Nicolás Sayago, dedica 8 horas por día a perfeccionarse
“Yo sólo juego bien al League of Legends”, dice Nicolás Sayago, un pibe de 21 años nacido en el barrio de Boedo que se convirtió en el primer argentino en jugar el mundial de LoL, el MOBA (Multiplayer Online Battle Arena) más grande del planeta. Nicolás, también conocido como Fix, está sentado en la sala Vip para jugadores ubicada detrás del escenario principal de la Argentina Game Show, la convención de cultura gamer más grande del país. “Normalmente se asocia que si jugás bien al LoL jugás bien a todo”, sigue Sayago, que es parte del equipo chileno Kaos Latin Gamers (KLG). “A esto me dedico, juego profesionalmente, por eso le pongo tanto empeño y trabajo.”
Sayago empezó a jugar al LoL desde que se creó, en 2011. “Era malo al principio”, reconoce. “Pero me puse metas para mejorar. Armé un plan de trabajo: un tiempo jugaba, otro miraba partidas y analizaba”. Así comenzó a escalar posiciones en el ranking de usuarios que establece el servidor y en 2013 ya estaba entre los diez mejores de Latinoamérica sur. Como jugador amateur se mantuvo en lo más alto por tres años y lo llamaron para probarse en Bencheados, un equipo semiprofesional del Circuito de leyendas, el equivalente a la segunda categoría. Después de una temporada de éxito y la recomendación de otros jugadores, entró a KLG: allí se volvió profesional y ganó la versión de la Superliga de la Copa Latinoamérica sur, que lo clasificó al mundial de China, que se llevó a cabo en octubre y los primeros días de noviembre (su equipo no superó la primera fase de la competencia).
“Está el gamer casual y el que le dedica horas de entrenamiento como si fuera un trabajo”, dice Sayago, intentando establecer una línea de separación. “Yo me considero un deportista virtual”. Hace un año Sayago dejó la carrera de marketing y se fue de la casa de sus padres para volverse un jugador profesional. Desde entonces vive en la gaming house de KLG en Chile, un espacio libre de distracciones, sin televisión por cable y con acceso restringido a internet. Ahí vive con el resto de los miembros del equipo durante toda la temporada. Entrena entre ocho y diez horas diarias. Cinco juega, otras tres analiza estrategias, y luego realiza ejercicios para fortalecer articulaciones y brazos. “Creo que le dedicamos más tiempo que un futbolista profesional, que va, hace su trabajo y se vuelve”, dice Sayago sobre los jugadores de LoL, que terminaron de volverse profesionales cuando el juego adoptó la modalidad de partidas presenciales y se crearon las casas de juego. “En nuestro caso hay más por detrás. Hay mucho tiempo de descifrar patrones y de análisis”.
Del otro lado del mundo, como en Europa y en Estados Unidos, el LoL –que supera los 100 millones de usuarios activos y tiene unos 600 jugadores profesionales– es un eSport con la magnitud de cualquier deporte tradicional de élite. La final del mundial se jugó en el estadio olímpico de Beijing ante 80 mil personas. El torneo reúne a los 24 mejores equipos de los 100 que hay alrededor del mundo, divididos en 13 ligas. El ganador del mundial se queda con el 37 por ciento del pozo, que trepa a los cuatro millones de dólares que se alcanzan entre aportes de empresas y una especie de crowdfunding por parte de jugadores y fans. El resto del dinero se reparte entre los primeros puestos del campeonato, financiación del mismo –que incluye comodidades como hoteles cinco estrellas para los equipos– y reinversión en el universo LoL.
El mundial de este año fue el primero que incluyó equipos latinos, una demostración del crecimiento del deporte en estas latitudes. La final de la región, que se disputó en agosto en el Direct Tv Arena, cortó 6 mil tickets. “Esto no es algo tan normal, es nuevo y una vez que te adentrás ves que se está generando un deporte”, dice Sayago, que tiene en claro hasta cuándo seguirá siendo un profesional del LoL, una carrera que se extiende en sus límites de edad: algunos jugadores ya superan los 35 años. “Juego para ganar. Y voy a jugar hasta que deje de hacerlo.”
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