Con la marca de la sensualidad
"Aquele frevo axé" es el nombre del nuevo y logrado CD de la brasileña Gal Costa
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Ya fue legal, profana, fatal, tropical, india, baby, plural. Cantó a Caymmi y a Ary Barroso, a Caetano y a Tom Jobim; fue de la bossa nova al rock and roll y de Cole Porter a Chico Buarque. Hizo bailar a todo el mundo con sus frevos y su marchinhas, sonrió con la sonrisa del gato de Alicia, averiguó de dónde viene el baión, encabezó el alborozado bloco do prazer y quiso descubrir la emoción de ver el sol amanecer y ver la vida acontecer como un día de domingo.
Por si acaso, siempre reserva en el corazón el feeling del blues y aunque no suele cultivar el repertorio más dramático sabe encontrar el matiz exacto para traducir como pocos el sentimiento de la soledad o ese otro intransferiblemente brasileño de la saudade . Y sobre todo sabe descifrar como nadie, en el terciopelo de su voz, todos los secretos de la sensualidad bahiana.
La variedad, al fin, es para Gal Costa su tierra firme, su estímulo y su guía. Tropicalista desde un comienzo, desconoce los prejuicios y las barreras de géneros y siempre mantiene el oído atento al sonido de la calle. Por algo sus discos suelen ser válidos reflejos de la actualidad musical del Brasil. También lo es este "Aquele frevo axé" que ella misma concibió junto a su arreglador, Celso Fonseca.
Aquí, Gal da rienda suelta a sus gustos actuales; deja a un lado la agitación carnavalesca y se vuelca a una expresión más íntima apta para los matices mientras recorre con alegría todos sus estilos. Con el nuevo cambio vuelve a ser, como siempre, idéntica a sí misma, la voz persuasiva brotando límpida, fluida; el temperamento encendido, juguetón, voluptuoso o tierno según lo aconseje cada canción, musicalidad pura.
De Gracinha a Gal
Cuando asomó en los escenarios bahianos, allá por 1964, todavía se llamaba María da Graça y era una adolescente tímida que apenas si se había fogueado en fiestas estudiantiles. El espectáculo estaba dedicado a la bossa nova, se titulaba "Nos, por exemplo..." y contaba con un elenco de amigos nuevos pero confiables: Caetano, Gilberto Gil, Maria Bethânia, Tom Zé. Para la menuda bahiana que había ido perfeccionando su emisión vocal en el muy casero ejercicio de hacer sonar la voz dentro de una olla vacía, la bossa nova era lo más natural: había crecido junto con ella: João Gilberto era su referencia indispensable.
Nadie canta bossa como Gracinha, decía entonces Caetano de la que pronto se convirtió en Gal cuando modificó apenas la grafía de su sobrenombre de siempre, Gau. Desde que la conoció, tuvo la convicción de haber encontrado la voz del Brasil (así como sabía que la artista de gran temperamento dramático estaba en casa y llevaba su mismo apellido).
No se equivocó respecto de ninguna de las dos. Bethânia abrió el camino cuando fue llamada desde Río y se convirtió en estrella de la noche a la mañana gracias a "Carcará". Gal tuvo tiempo de grabar un disco con Caetano ("Domingo" 1967) y en seguida sacó a relucir su fervor tropicalista: dejó la timidez a un lado y empezó a alternar el dulce sosiego de la bossa con los estallidos rockeros a la Janis Joplin .
Desde entonces no ha hecho sino multiplicar esas facetas expresivas. La vertiente intimista, la desbordante vitalidad carnavalesca, los acentos rockeros, los ritmos afrobahianos, las canciones de reminiscencia religiosa, el blues o la balada pop, todo brota con la misma naturalidad de su garganta privilegiada: puede extraer de ella el sonido de una flauta o el de un violoncelo y hasta competir con las estridencias de una guitarra eléctrica, como hacía en la memorable versión de "Mi nombre es Gal" que durante mucho tiempo formó parte de su repertorio. No es casual que Tom Jobim mencionara su nombre apenas le preguntaban sobre sus cantantes favoritas.
"Aquele frevo axé" toma su título de un tema de Caetano que la devuelve a la bossa nova y que demuestra, una vez más, la fluidez, el feeling y la musicalidad exquisita de Gal. Pero en el disco hay un poco de todo, y todo tiene su atractivo: el soul de Tim Maia ("Que beleza" es una inmejorable apertura); los acentos de Minas (la voz más autorizada, la de Milton Nascimento, la acompaña en la bellísima "A voz do tambor"); las travesuras rítmicas de Jorge Ben Jor ("Habib"), el aporte beatle de Herbert Vianna ("Quase um segundo") y el baión más clásico ("Qui nem giló", de Luiz Gonzaga. Caetano, infaltable en cualquier programa de Gal, hace otros aportes, uno de los cuales -la emotiva "Sertão"- lleva música de su hijo, Moreno Veloso. Y Adriana Calcanhotto le presta su sustanciosa, admirable "Esquadros".
Pero es el toque internacional el que le permite a Gal darse un par de gustos grandes: uno, es cantar "Calling you", la sugestiva balada que Bob Telson compuso para "Bagdad Café" y combinarlo con la eterna "Garota de Ipanema". El otro, interpretar en español la deliciosa "Amor de juventud", de Pedro Aznar, y contar con el músico argentino como invitado especial.
El gusto -no hace falta decirlo- es todo nuestro.
Lo que ningún fan debería ignorar
Hace un par de años, Gal celebró sus tres décadas de carrera con el CD "Acústico", grabado con Wagner Tiso y a toda orquesta para MTV en el Memorial da América Latina de San Pablo. Fue la oportunidad para pasar revista a su repertorio más clásico, reciclar viejos éxitos ("Sua estupidez", "Teco teco", "Baby") y cantar con amigos como Luiz Melodia o Herbert Vianna.
Un poco antes -exactamente en 1995 y con el soporte de los refinados arreglos del gran Jaques Morelenbaum- había lanzado uno de los registros más consistentes y homogéneos de toda su carrera.
En "Mina d´agua do meu canto" -tal el título del CD-, les sacaba brillo a unas cuantas joyas de Chico y de Caetano, incluida una flamante, escrita en colaboración y dedicada a la memoria de Tom Jobim.
Curiosamente -problemas de lanzamiento, falta de promoción radial, misterios del mercado-, el registro pasó bastante inadvertido para el gran público de Brasil y aunque fue muy aplaudido en otros territorios tampoco en nuestro medio tuvo el eco que merecía.
Pero siempre se está a tiempo, afortunadamente, para detenerse a disfrutar de "Morena dos olhos d´agua", "As vitrines", "Desalento", "A Rita", "Atras da porta", "O quereres", "O ciúme", "Cajuina", "Odara". Repertorio, como se ve, inmejorable, puesto en la voz más delicadamente musical. Ningún fan de Gal debe ignorarlo.
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