
Córdoba, docta y sumamente bella
Está más linda que nunca. Y si ustedes la ven a partir del atardecer, en pleno centro de la ciudad, quedarán asombrados por la iluminación de la catedral, de las hermosas torres de las iglesias, y de esa manzana jesuítica que por algo es patrimonio artístico de la humanidad. La visión de esos muros, donde piedra, ladrillo y madera forman ese increíble connubio que es su sello, provoca fascinación y verdadero hechizo. Pues bien, en la capital de la provincia, a pocas cuadras del centro histórico, se levanta el Teatro del Libertador San Martín (ex Rivera Indarte), más antiguo que nuestro Colón, que en estos últimos días albergó un encuentro para meditar sobre la ópera argentina, mientras en la sala principal se ponía en escena Lin Calel de D´Espósito, un tardío reflejo del indigenismo en la lírica local.
El director del teatro, Carlos del Franco, compositor él mismo, presidió el desarrollo de una convocatoria que reunió al músico Valdo Sciammarella, al régisseur Daniel Suárez Marzal, y a dos referentes de la actividad lírica en el país, Horacio Sanguinetti y Gustavo Otero, con el objeto de pensar una vez más en el pasado, presente y futuro de la ópera argentina. Desde Pampa de Arturo Beruti hasta Ainadamar de Osvaldo Golijov, la ópera fue el centro de atención para reflexionar, una vez más, sobre su inserción, siempre difícil, dentro de las actividades líricas de los teatros del país.
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El San Martín de Córdoba está comprometido desde hace varios años con esta tarea, y se diría que está necesariamente comprometido, entre otras razones porque algunos de nuestros mejores cantantes han nacido en esa provincia. ¿Habrá alguna razón? Los jesuitas decían que sus indios tenían voces bellísimas porque bebían las aguas del Paraná. Habría que pensar en los ríos cordobeses o en el aire que se respira, para mantener semejante predominio lírico-vocal sobre las restantes provincias de la Argentina. Naturalmente, esto no fue tema de debate.
Lo cierto es que Córdoba acaba de vivir muy buenas jornadas de la mano de aquellos profesionales y de los cantantes Patricia González, Alicia Cecotti, Barrile, Vassallo, Enrique Gibert y Mario Rossi, dirigidos por Avila Arzuza con la Sinfónica de Córdoba, el coro preparado por Gálvez Vidal, el ballet, por Adriana Fasolis, y numerosos profesionales vinculados con el espectáculo, con Suárez Marzal a la cabeza. Y todo esto, coordinado por Rubén Wisner Lunardi, diligentísimo Puck, que terminó arreglándolo todo desde su puesto de coordinador de estas jornadas.





