
Danubio azul, primer éxito pop
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El 13 de febrero de 1867 se estrenó en Viena el vals Danubio azul, de Johann Strauss (hijo), ante cierta indiferencia del público, aunque meses más tarde se convertiría en un éxito total.
Para trazar una similitud con estos tiempos, puede decirse que An der schönen, blauen Donau, O p. 314, o En el bello Danubio azul, fue el primer éxito pop de la historia. Es cierto que todavía faltaban unos cuantos años para que se hiciera realidad la reproducción de sonidos por medios mecánicos, pero en esa época había un modo muy simple de saber cuánto gustaba una composición al gran público, cuánto tenía de popular: la cantidad de partituras vendidas.
Pero hasta que eso sucedió, el vals de Strauss estuvo a punto de seguir el camino del ostracismo musical.
Strauss lo había compuesto a pedido del director de una orquesta vienesa para animar el Carnaval de ese año. El pedido consistía en algo vivo y alegre. El autor cumplió, pero pudo hacer bastante poco ante la decisión de ponerle letra, que además no resultó del gusto del coro encargado de cantarla, que trasladó su bilis a la inocente melodía.
"Que el diablo se lleve el dichoso vals. Sólo lo siento por la coda (el final), que pensé habría de gustar más", le dijo Strauss a su hermano, el también músico Joseph.
Pero, contra todos los pronósticos, todo cambió pocos meses más tarde, cuando Joseph Strauss fue invitado con su orquesta a la Exposición Mundial de París y lo incluyó en su presentación, pero sin la letra de la discordia. Fue tanto el éxito que la orquesta tuvo que volver a interpretarlo ese día 20 veces más. A partir de ahí se sucedió una serie de recitales por diversas plazas europeas, muchos de ellos ante la realeza.
El éxito fue acorde en el mercado de las partituras, que era el modo en que las obras musicales se divulgaban más allá de los conciertos. Cada plancha de cobre utilizada para imprimir las notas de cada composición podía usarse para unas 10.000 copias, lo que en sí mismo ya significaba un hit. Danubio azul multiplicó por 100 esa cifra.
Pero, indudablemente, el vals llegó hasta hoy sobre todo gracias al cine: fue usado cientos de veces para acentuar o acompañar decorativamente alguna escena, pero, sin objeción, permanece en el recuerdo como banda sonora de 2001: Odisea del espacio , del genial Stanley Kubrick, en ese ballet de naves espaciales deslizándose en la inmensidad cósmica.
Y permanece como un clásico, también, en el repertorio de cada concierto de fin de año de la Orquesta Filarmónica de Viena, en Austria, donde Danubio azul es considerado como un segundo himno nacional.
Chan chan.





