
Con Manon, el ballet abre el año de la vuelta a casa
La temporada de danza del Colón comenzará el sábado, con la llegada del esperado drama de Kenneth MacMillan
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Por Constanza Bertolini De la Redacción de LA NACION
Cuando en noviembre último el Colón anunció su temporada 2010, sorprendió gratamente la presencia de Manon . No la de la ópera, también programada para este año, sino la del ballet de Kenneth MacMillan (1929-1992), con música de Jules Massenet. Se trata de un título imprescindible de la danza del siglo XX, que el máximo coliseo argentino había intentado tener ya en su repertorio, pero no había podido (cuando se dio en Buenos Aires, Julio Bocca y Alessandra Ferri lo bailaron en el Opera, en 2006). Días después de aquella auspiciosa notificación, y todavía a más de seis meses de este junio de 2010, llegaba a la ciudad Karl Burnett, ex bailarín y coreógrafo inglés, repositor de los trabajos de sir MacMillan en el mundo, para conocer al Ballet Estable y poner manos a la obra. Desde entonces, la compañía del Colón está abocada a las seis funciones que, desde este sábado, le darán al teatro un nuevo título de suma valía internacional, que tuvo su premiè re en el Royal Ballet en 1974, con Antoinette Sibley y Anthony Dowell. Y ese hecho ya hace al asunto excepcional: hace muchos años (más de diez), cuando se estrenó El corsario , que no se presenta un gran ballet completo en calidad de estreno.
Aquella vez, Burnett dejó Buenos Aires días antes de las fiestas, habiendo ya colgado en la pared las nóminas con los elegidos para los tres repartos de este esperado debut (finalmente serán dos). La decisión sorprendió a unos cuantos, generó controversia en algunos y encendió una luz de buen augurio sobre otros. Es que los roles principales, Manon, la joven y bella amante del lujo, y Des Grieux, el noble que se enamora de ella locamente, serán interpretados por cuatro de los más jóvenes valores de este elenco, todos talentosos veinteañeros: Nadia Muzyka y Federico Fernández (en las funciones del 19, 20, 26 y 27) y Natalia Pelayo y Juan Pablo Ledo (22 y 25). Con su decisión, el británico puso en jaque la idea de que una obra de semejante dramatismo y compromiso interpretativo debe ser llevada adelante por los más experimentados. Una postura tan respetable como controvertida. Coincide, en esta línea, el manifiesto afán de la directora del ballet, Lidia Segni, y el director del teatro, Pedro Pablo García Caffi, de impulsar a las nuevas generaciones.
Drama de adolescentes
Como fuere, estos espléndidos bailarines se dedicaron con esmero, esfuerzo e ilusión -que a esta altura se traduce, además, en una proporcionada mezcla de felicidad y ansiedad- a componer con personalidad a la pareja de adolescentes envueltos en el drama que los ocupa, según el conocido relato del Abate Prévost. Pusieron sus bondades técnicas al servicio de sus posibilidades interpretativas, que, sin duda, hicieron crecer, y en abril, nuevamente de la mano de Burnett, encararon la etapa más importante de este desafío, cuyos resultados se verán sobre el escenario del Colón desde este fin de semana. No sólo ellos: una buena parte del cuerpo estable y una veintena de bailarines contratados especialmente para esta ocasión se involucraron en la misión.
Durante las largas jornadas de ensayo en el Centro de Exposiciones -el último de los hogares sustitutos del Ballet Estable en la etapa extramuros, que todavía no terminó-, LA NACION pudo seguir los pasos del repositor, atento a cada detalle, a cada mano, a cada gesto. Salta a la vista que Burnett está embebido en Manon y que, si quiere, puede marcar la coreografía con los ojos cerrados o tararear la partitura completa de memoria. Mejor: transmitir con claridad, no importa si en inglés, en italiano, en español (o en una mezcla de todos esos idiomas que conjuga) esa sabiduría que obtuvo de su antecesora. El mismo bromea cuando se presenta: “Sí, yo soy la nueva Monica Parker”, con lo que confirma que esa mujer, 20 años más grande que él y que trabajó directamente con MacMillan, le legó las claves de esta labor que ama.
Burnett tiene 46 años y otra señora respalda su tarea: la propia Lady MacMillan, viuda y heredera, a quien define como una mujer de 75 años muy dinámica y atenta a que las obras de su marido se vean como se debe. “Ella no pudo estar aquí, porque está preparando una puesta en La Scala”, la disculpa aquella tarde.
Mientras tanto, una desenfadada Mistress (Silvina Perillo) hace gala de la precisión de sus giros al frente de una cuadrilla de mujeres, digamos, bien dispuestas. En otro rincón de la escena, Alejandro Parente (Lescaut) reparte las cartas de un juego contando en cada naipe que baraja los tiempos de la música; luego hará una pasada de su variación de la borrachera, entre caídas y saltos. Y, con prestancia, Sergio Yannelli (Georonte de Ravoir) irá y vendrá en una caminata que repasa un momento crucial de la trama: lleva un arma imaginaria. Transpirado de pies a cabeza, Federico Fernández le da el último abrazo del pas de deux en la alcoba a Nadia Muzyca; acto seguido, ambos sueltan un suspiro cansado, que es risa y llanto a la vez. No dan más. Pero un mes más tarde, tras el ensayo del mismo dúo en la sala Filarmónica del primer subsuelo del Colón, ambos están listos para seguir y seguir, más seguros, entrenados, confiados de sí. “Ya podemos hacer la obra entera y sale bien”, festeja él, mientras elonga en una barra lateral.
De vuelta en Buenos Aires, hoy al mediodía Burnett retomará las riendas en los últimos ensayos, cuando faltan cinco días para el estreno. Y querrá hacer los retoques finales en el escenario mayor del Colón, que la semana pasada estuvo en el centro de un serio reclamo de los bailarines, porque el piso, dicen, ya no es lo que era (ver recuadro). Todo se verá el sábado cuando, por fin, se corra el telón a una ansiada Manon, una cita ineludible que dará comienzo a la temporada de ballet de este año singular: el de la vuelta a casa.
PARA AGENDAR
Manon. La obra de MacMillan, por los cuerpos estables, con producción del Teatro de Santiago.
Teatro Colón. Cerrito 618. Desde el sábado, a las 20.30. Entradas: desde 35 pesos.
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