Por qué descubrir Inside, una performance de seis horas que transcurre dentro de una casa
Dimitris Papaioannou es un coreógrafo, artista visual y bailarín de verdadera fama mundial. Fue quien se encargó de crear la ceremonia de apertura y de clausura de los Juegos Olímpicos de Atenas, su ciudad natal. En 2011 presentó una experiencia performática que llamó Inside (adentro). Duraba 6 horas, en horario fijo, durante el cual el público podía salir y volver a entrar a la sala de teatro cuando quisiera.
En la primera escena alguien, un hombre, llega a su departamento minimalista con un gran ventanal que da hacia una ciudad. Abre la puerta, prende una luz, deja un bolso, camina hasta la cama, se desnuda, se tapa, se baña, se asoma al balcón, observa, se dirige hacia una zona del departamento en donde, se presume, hay una cocina cumpliendo el rito de la acción del cotidiano en la intimidad de su hogar a cargo de un cuerpo cansado, en silencio. Claro que a lo largo de este potente potente trabajo visual, otros 29 cuerpos cumplen el mismo rito. Aunque, en verdad, no es así: la variación, las variaciones sobre los mínimos puntos de fuga empezarán a desplegar sus sus formas en simple detalles. El enorme ventanal siempre se abre, pero nunca se cierra. Hay cuerpos que desaparecen. Hay una sábana que, aunque parezca lo contrario, son muchas. Entre ellos nunca toman contacto. No hay gestos de interacción. No hay palabras. Cumplen –si se quiere– la cuarentena en soledad, la experiencia de habitar el espacio en donde viven en silencio armando una paisaje visual que puede tener referencias a las pinturas de Edward Hopper y a imágenes de Andrei Tarkovski.
Luego de aquella presentación, esta fascinante experiencia mutó en una videoinstalación filmada en un mismo plano que, preservando su duración original, se fue presentando en diversos museos y escenario de grandes capitales. Desde hace unos días, este tratado sobre la observación y la mutación de los gestos del cotidiano adquiere nuevas resonancias. En tiempos de coronavirus y de cuarentena, el gran creador decidió compartirlo. Lo presentó de este modo: "Ahora que estamos en modo pausa y nos quedamos todos adentro, aquí está todo Inside en un único plano y sin corte. Usalo para tu escritorio, para meditar, para tu empresa, para una cuna. El objetivo es invitarte a perderte en él y luchar contigo mismo. Espero que nos reiniciemos pronto, todos juntos". Inside está disponible para una audiencia que está en modo pausa, para una cantidad de cuerpos que, con el pasar de los días, repiten una misma rutina de movimiento en un mismo espacio sin tomar contacto con el otro mientras al afuera se lo divisa por una ventana. Los mismos que esos treinta cuerpos que habitan Inside.
En diciembre último, después de una gira mundial de casi tres años que recorrió 38 ciudades de 23 países con más de 70.000 espectadores, The Great Tamer, una de las creaciones de este genial artista, se había despedido con dos funciones agotadas en el mayor teatro de Atenas. En un reportaje, el creador confesaba en un reportaje que se sentía como "en el funeral, el funeral del espectáculo". A sus 55 años, después de haber iniciado su personal camino artístico a los 18, agregaba: "Cada vez que algo termina te preguntas si el futuro traerá algo mejor o si fue lo mejor que pudiste hacer. Entonces, es una mezcla de emociones, pero también estoy aliviado de que comenzaré diferentes viajes".
La ruta de viaje cambió. Según su complicada agenda, ahora mismo debería estar trabajando en un proyecto a estrenar en mayo en la misma Atenas para, luego, comenzar otra gira mundial. Y volver a Tanztheater Wuppertal, la compañía creada por Pina Bausch, para presentar New Piece I, el primer trabajo que Dimitris creó para otra compañía ajena, y la primera vez que Tanztheater estrenó una nueva obra luego del fallecimiento de la gran creadora alemana. Nada de eso sucede. Están, como dice en su misma página, "all inside" ("todos adentro").
En enero de 2016, Papaioannou había presentado en Santiago de Chile Still Life, un montaje de una poesía visual abrumadora. Luego de la última función dialogó con LA NACION. Allí contó uno de los tantos aspectos de esa particular ejercicio de observación llevada a sus formas más radicales. "Era una composición que se reciclaba a sí misma –contaba–. Era una frase kinética que se revelaba como una fuga eterna y una forma de indagar cierto estado de meditación en una sala teatral. Ante esa panorámica, podías dormirte en tu butaca, irte de shopping un ratito, volver, salir a comer y revisitar la obra con la sensación de que ese acontecimiento siempre estaba sucediendo. Claro que si reparabas bien, te dabas cuenta de que no era exactamente la misma acción, que había otras capas en juego". Que ahora, en tiempos del "no tiempo", exponga a esta silenciosa maratón de punta de fugo de lo cotidiano, se convierte en una experiencia única para momentos excepcionales
Al artista le gusta decir que es alguien que hace "obras silenciosas". ¿Qué es una obra silenciosa? "Una obra sin palabras. A alguna gente insegura le gusta pensar que lo que hago es danza contemporánea. Puede ser. Sí es cierto que, para lo que hago, es mejor tener bailarines [se ríe). Diría que es un tipo de teatro físico que se hace desde hace muchas décadas y que ya tiene un formato establecido. A lo sumo diría que soy parte de ese estilo", explicaba en Chile a este cronista.
Dimitris Papaioannou creció y nació en Atenas en el contexto de una familia de clase media. De esa casa alguna vez partió como gesto de rebeldía contra sus padres que lo querían arquitecto y heterosexual. El mandato no funcionó. En ese camino de construirse a sí mismo fue a dar al taller de Yannis Tsarouchis, uno de los grandes pintores griegos del siglo XX, que también hizo trabajos escenográficos para los grandes teatros europeos. En las pinturas de su maestro aparece su obsesión por el cuerpo masculino. En los comienzos, sus muestras fueron censuradas por cierto contenido homoerótico. Los caminos entre maestro y discípulo tienen varios vasos comunicantes.
Dimitris se inició en la pintura y realizó cómics con los hombres sensuales y potentes que suelen habitar sus creaciones escénicas. A los 19 años, mientras estudiaba Bellas Artes, conoció a su primera maestra de danza y descubrió el placer de expresarse gracias a su propio cuerpo. Al poco tiempo, junto a un grupo de artistas tomaron una casa abandonada que transformaron en una sala para 60 personas. Su renombre fue creciendo dentro y fuera de Grecia. Le llegó el reconocimiento mundial, los grandes teatros, los premios, el aplausos. En 2004 hizo la ceremonia de apertura y de clausura de los Juegos Olímpicos en su propia ciudad. "Igual –reconocía en Chile– nadie iba a ver mi trabajo sino a la ceremonia de apertura, eso tranquilizaba". Tuvo dos aliadas de lujo: Laurie Anderson y Björk. Anderson se convirtió en su coach y, con el tiempo, su amiga ("eso es lo que mejor me salió de aquello"). Björk cantó un tema suyo. "El único avance tras dedicar tres años a las ceremonias de apertura y clausura fue dejar de lado la ambición, la vanidad y el experimentar a gran escala", confesó tiempo despuès.
Cuatro años después de aquella experiencia montó su propia versión de Medea. Al año, Nowhere, cuya escena principal es un homenaje a Pina Bausch que se encuentra fácilmente en YouTube. Luego vino Primal Matter y Still Life. Ese montaje termina con el escenario cubierto de ladrillos destruidos, iluminado por un cielo cargado de nubes que parece anticipar una tormenta. La tormenta parece que llegó. Por eso mismo, tal vez, decidió subir Inside hasta "que nos reiniciemos pronto, todos juntos". Es, si se quiere, su aporte.
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