
Del periodismo al desnudo
Azul podría ser multado por el exhibicionismo en "Memoria".
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Ahora, de pronto, Graciela Alfano se desnuda en TV. ¿Por qué? Tal vez por incontinente. Este desenfrenado impulso de despojarse de sus ropas, esta falta de continencia en la exposición de la carne comenzó el martes en "Memoria". Allí, Chiche Gelblung sembró la semilla del nudismo en el fértil espíritu de la Alfano. Ahora, ella no puede dejar de desnudarse y ya se anuncia de cuerpito gentil para la emisión de mañana de "Todos al diván", por Azul TV.
Mientras tanto, el Comfer graba y determina: el organismo está evaluando el caso. Y aunque se expedirá a mediados de esta semana, no hace falta más que consultar la ley de radiodifusión para darse cuenta de que "Memoria" no se acordó de ella.
Un día para olvidar
Fue martes el día en que Alfano se aligeró de ropas. Fue ese día y no el lunes sólo por el lamentable suicidio de René Favaloro. Atento a esta terrible noticia, Gelblung -que tenía programada la intervención de Alfano en su ciclo- tuvo la muñeca para suspender el semidesnudo de la partenaire de Nito Artaza. De todos modos, la demora sólo duró 24 horas. El martes, luego de tres bloques dedicados a merodear la muerte de Favaloro, apareció Graciela Alfano. Y no se entendía bien por qué. Primero porque sólo lucía un minivestido elastizado color petróleo y las infaltables medias de lycra. Segundo, porque -si bien se sospechaba que el caso "Favaloro" había concluido- Gelblung intentó darle coherencia a su salto temático. Entonces, con la intención de que no fuera tan notorio el abismo entre "Favaloro" y "Alfano", se puso a charlar con la vedette acerca de los posibles motivos que llevaron al cardiocirujano a terminar con su vida.
No se pretende aquí decir que Graciela Alfano, analizando el suicidio del médico, fuera un chiste. Pero lo parecía: cruzada de piernas e inmóvil en el sillón, para evitar que un movimiento descubriera sus partes pudendas mientras lanzaba hipótesis. El espectador seguía sin entender.
Entonces, Gelblung fue al punto. El argentino Rolando Hanglin junto a otros hombres y mujeres -su novia inclusive- se había presentado desnudo frente a las cámaras del famoso talk- show latinoamericano "El Show de Cristina". En el fragmento que reprodujo "Memoria" se vio cómo todos los invitados entraron en el set caminando como Dios los trajo al mundo para luego hablar del nudismo no sólo como práctica sino como estilo de vida.
Que unas personas se atrevan a mostrarse desnudas en TV es de una gran osadía. Porque aunque las imágenes de pechos y genitales fueron distorsionadas para la emisión, no debe olvidarse que, en el estudio, ese grupo se expuso ante una tribuna con cientos de personas, sin mencionar el carácter poco contemplativo que suelen tener los técnicos de los canales.
Sería necio exigir profundidad a un talk show como el de Cristina, pero basta con citar un concepto de Hanglin:"Desnudos todos somos iguales. Desaparecen los símbolos del poder", para considerar que ese juego provocativo del desnudo televisivo al menos aspiraba a reflexionar sobre el nudismo que se atrevía a soñar un mundo sin etiquetas de París.
Al terminar el tape aún no quedaba claro qué hacía Alfano allí. Menos cuando Gelblung dijo que iban a "repetir la experiencia". "Vamos a tratar de combinar esto con el horario de protección al menor y con las dificultades de hacerlo en vivo", señaló. Al parecer, bastaba que Alfano refiriera las dos oportunidades en que había estado en un campo nudista para convertirse en idónea. Como tal estaba autorizada a desnudarse en cámara. El resto es difícil de ser reproducido: imprevistamente se sumó el novio de Alfano, Matías Alé, y el público presenció una escena en la que, con música de fondo, la vedette, de espaldas a una de las cámaras -y de perfil a las otras dos-, dejó caer su vestido hasta la cintura mientras se contoneaba de arriba abajo y de abajo arriba contra el cuerpo de su pareja. Esa fue la experiencia al estilo de "Memoria". No es lo mismo un desnudo en un documental de la National Geographic que Alfano en top-less en "Memoria". La aclaración no es en vano: hay una cuestión de género que manda. Tal acto de exhibicionismo no condice con las reglas implícitas de un ciclo periodístico, aunque se hable de "una experiencia". Tampoco ese tenue disfraz impide que la escena carezca de un contexto ficcional o científico necesario para las nuevas normas acordadas entre el Comfer y los canales, según las cuales se contempla que en la franja de 20 a 22 se emita material con inconvenientes para menores de 13 años. "Igual creo que ya estamos fuera del horario de protección al menor, así que no hay problema", insistía Gelblung.
La trampa del reloj
"Poneme el top de las diez cuando salga porque ahí creo que vamos a zafar", pedía Gelblung al director. Pero olvidaba que de los derechos del menor, la ley 22.285 prevé en su artículo 16 que las emisiones de radiodifusión "no deben perturbar en modo alguno la intimidad de las personas". Y lo que tal vez no tuvo en cuenta el periodista es que, justamente, está al frente de un programa periodístico -no hace revista ni drama-, y que por su condición de tal debe cumplir con las reglas de previsibilidad del género que advierten al espectador qué es lo que va a ver y por qué pasa lo que pasa. Por fuera de esa previsibilidad, las sorpresas pueden ser agresivas, porque el público no ha elegido verlas. Se le imponen.
Durante la semana Gelblung repasó el escándalo, como si "la experiencia" hubiera sido de otro. Tal vez en "Todos al diván", Graciela Alfano, en su afán de exhibirse, tenga mejor suerte. Mañana, a las 23, en un ciclo donde nada se toma en serio, donde el doble sentido es moneda habitual para el espectador, no necesitará pretender que sus ganas de mostrarse son parte de un experimento empírico.




