Diversión de la mano de Chabrol
"No va mas" ("Rien en va plus", Francia, Suiza/1997, color). Producción hablada en francés presentada por Distribution Company. Intérpretes: Isabelle Huppert, Michel Serrault, François Cluzet, Jean François Balmer, Jacky Berroyer, Mony Dalmes, Thomas Chabrol. Fotografía: Eduardo Serra, Música: Matthieu Chabrol. Montaje: Monique Fardoulis. Guión y dirección: Claude Chabrol. Duración: 105 minutos.
La obra de Claude Chabrol -inaugurada en los tiempos de la nouvelle vague, de la que fue uno de los animadores más conspicuos, ha atravesado por etapas diversas. Abarcan de las renovadoras producciones nuevaoleras con bajo presupuesto y actores desconocidos ("El bello Sergio", "Los primos"), a los penetrantes exámenes de las relaciones humanas ("Las dulces amigas", "Las infieles"); de la visión crítica de los comportamientos de la burguesía ("Niña de día, mujer de noche", "Un asunto de mujeres", "La ceremonia"), a los ensayos policiales ("El carnicero", "La década prodigiosa", "Doctor Popaul"), para no hablar de sus comedias ligeras o de sus aportes más bien olvidables a un cine francamente comercial.
El conjunto conforma cuatro décadas de trabajo ininterrumpido y cincuenta títulos que más allá de la variedad de temas y de propósitos y de la irregularidad de sus alcances dibujan la figura de un narrador dueño de un estilo propio y seguro de su oficio, un cineasta que puede deslumbrar con sus sutilezas, y siempre se reserva, aun cuando enfrente los asuntos más graves, una mirada burlona sobre la fragilidad del ser humano.
Con los años, esa mirada se ha llenado de sarcasmo o lo ha aproximado al humor negro. Como en esta "No va más" en la que se lo ve moverse a gusto, divirtiéndose con los ardides y las imposturas de sus personajes, un par de tramposos de poca monta que se abren paso en el mundo a fuerza de desfachatez y pocos escrúpulos y que una vez se atreven a aceptar la tentadora oferta del azar: un golpe ambicioso que parece estar bastante más allá de sus posibilidades.
Comediantes de lujo
Chabrol tiene dos aliados imprescindibles en Isabelle Huppert y Michel Serrault. No se sabe nunca muy bien cuál es la relación que los une, aunque él tiene edad suficiente para ser el padre y ella el desparpajo necesario para ser la amante consentida. No importa mucho: son dos sinvergüenzas con estilo que disfrutan de la vida y se ríen bastante de las debilidades ajenas mientras sacan abundante provecho de ellas. Son aliados imprescindibles porque es probable que despojado del deleite que produce verlos bordar preciosismos interpretativos sobre sus personajes, el film perdería bastante de su atractivo. Hay que verla a ella desplegando en los primeros minutos de la película todo su arsenal seductor para pintar la mundanalidad un poco vulgar de su Betty. Hay que dejarse embaucar por los infinitos dobleces de la mirada de un Michel Serrault que nunca, ni cuando está solo en escena, abandona la representación.
Chabrol añade otros condimentos sabrosos, entre ellos uno que es su especialidad y para el que cuenta con un elenco inmejorable: la pintura breve, exacta y socarrona de los personajes secundarios, de una desvencijada viuda italiana a la pesca del candidato hasta un hampón de lágrima fácil y loco por la ópera.
Al film puede faltarle quizá la acidez que él mismo le habría impuesto en otros tiempos. A cambio, entrega su espíritu juguetón, su ligereza y cierto aire de melancólica dulzura que envuelve al relato y que no deja de ser encantador.
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