Doble turno en el dial
A la hora de enumerar a los profesionales que son sinónimos de radio, el nombre de Rolando Hanglin es, sin duda, uno de los que no puede faltar en la nómina. Este hombre que lleva ya veinte años de trayectoria frente al micrófono ha logrado conocer los secretos de la profesión y la fórmula del éxito, fundamentalmente a la hora de las entrevistas.
Sus seguidores saben que Hanglin puede entrevistar tanto al personaje más carismático y famoso como al más ignoto y el resultado será igualmente entretenido y brillante. En torno de sus reportajes, la frase que más se escucha es: "Hanglin puede hasta sacarle jugo a una piedra". Y éste es sin duda uno de los secretos para lograr que una audiencia ya cautiva permanezca fiel al estilo, absolutamente coloquial, que lleva su sello. El sello de Lanny, porque de esta manera lo conocen sus oyentes y todos los que lo rodean y trabajan con él.
El hombre que sostuvo durante diez años "RH positivo" (en horario de la tarde), en la actualidad, en un pase más que resonante, conduce de 10 a 13 "La mañana de Continental" y, desde hace casi dos meses, también lo hace por las noches, de 22 a 24, con una propuesta más audaz: "Cartas y encuentros". Y como si esto fuera poco, los sábados, de 10 a 12, continúa bastoneando "RH positivo, puerta de weekend".
"Para mí la radio es mi casa, me siento muy cómodo en el micrófono y más específicamente en esta emisora; me ha ido siempre bien y son años de reencontrarme con amigos: periodistas, productores, locutores, informativistas, etcétera. Este es sin duda un factor importante a la hora de sentarme y poner en el aire el programa", dice en el inicio de la entrevista realizada en el Tortoni, un ámbito casi imprescindible para los que trabajan en Continental.
-¿Existe alguna fórmula para conseguir esta vigencia?
-Creo que fórmulas no hay. Lo que a mí me interesa es reflejar las cosas chiquitas y darles espacio y tiempo, no buscar la trascendencia; escuchar, preguntar corto, no afirmar cosas, fundamentalmente preguntar, porque las técnicas de la entrevista en la Argentina tiene varios defectos evidentes. Muchos hacen varias preguntas, incluso numeradas, y el hombre no se puede acordar de todo; en otros casos, el periodista no pregunta sino que afirma cosas, es decir, le quiere hacer decir al entrevistado lo que él tiene elaborado, no lo escucha y no lo deja terminar. Yo procuro no caer en eso, prefiero preguntar poquito y respetar el mundo del otro, escuchar y analizar. Tener esa disposición, en muchos casos hasta permite crear climas. Y sumo otros elementos que serían algo así como una mezcla de humorismo y costumbrismo, pero no lo sé definir.
–¿De qué manera llevó a cabo este cambio de la tarde por la mañana, teniendo en cuenta el liderazgo de audiencia que sostenía en el viejo horario?
–Es un desafío, aunque suene como lugar común, después de tantos años de conducir en la tarde resulta agradable instalarse en la media mañana, poder meterme con los políticos. Por otra parte, un cambio siempre renueva y viene bien. Ya tengo edad para hacerlo y comprometerme un poco más no me viene mal. Me parece que sale cada día mejor. Hemos encontrado una mecánica, aunque de todas maneras hay menos tiempo para explayarse sobre las cosas pequeñas, es todo más apurado, pero quedan todavía secciones que habíamos propuesto y que siguen vigentes. Quizá lo más atractivo de este nuevo horario es todo lo que precede al programa. De 8 a 10 me encanta leer todos los diarios, les saco el jugo y fabrico el mío propio con todos los elementos que considero estimulantes: las noticias de primera plana y otras veinte o treinta muy precisas, pero que tienen mucha fuerza, y las voy mechando para que al final del programa el oyente tenga un retrato del mundo, o del día, diferente.
–Desde lo profesional y lo personal, ¿cómo se inserta en este duro contexto social que vive el país?
–Yo la mañana la busqué, no me obligaron. Me interesaba intentar otra cosa, y no me quejo. Creo que en este momento argentino hay que trabajar el triple para ganar la mitad y gracias si podés trabajar el triple. Hace muchos años que trabajo sin parar, me siento orgulloso y no me quejo. Ahora se acabaron los viajes a Miami; para mí se acabaron las vacaciones en general. Este verano no salí porque debía pelear un horario nuevo y no está la cosa para jugar de taquito. Además hago giras de teatro, los viernes, sábados y domingos, a lugares a los que hay que trasladarse en auto. Pero tengo años de trayectoria y tengo un plafón de confort, si bien me sucede como a cualquiera: el divorciado casi siempre económicamente lo pasa regular. Volviendo al contexto del país, yo encaro generalmente los temas con humor, el lamento no me sirve, no me ayuda. Sé todo lo que hay de problemático, pero me parece que es casi una actitud espiritual: vos a tu prójimo, ¿qué le vas a dar? Yo también tengo cosas negativas, pero elijo la belleza, la alegría, el humor, la poesía, el amor, el arte, etc. No es solamente el dilema económico social que nos aflige. Gracias a Dios hay otras circunstancias. Sobre la situación actual tengo más o menos el mismo punto de vista pesimista que el resto, pero para qué le voy a dar ese mensaje a la gente. En esta manera de encarar el programa me respalda mi equipo de producción, integrado por tres muy buenos profesionales: María González Bergez, Alicia Capeletti y Silvio Ferrer.
–¿Cómo vive este reencuentro con Mario Mactas, que participa activamente en el ciclo?
–Estoy muy feliz, es un columnista estrella. Mario es muy talentoso, posee una gran cultura y ahora hemos dividido un poco las tareas, ya que él tiene la lupa para ver siempre otro aspecto de cada información o tema y da cada tanto un latigazo; es sangriento para ironizar y eso mantiene bien despierta a la audiencia. Además, es un gran amigo de muchísimos años, y en este programa tenemos una química diferente de la que se reflejaba en el programa de la tarde. Aquí hubo que reinventar todo, esencialmente por la rapidez que se debe imprimir en esta franja. El aporte de Mactas es valiosísimo.
–Respecto de “El gato y el zorro”, uno de los momentos más celebrados por la audiencia, ¿ cuál es el esquema: tiene libreto, lo preparan por anticipado?
–“El gato y el zorro” nunca tuvo más que un nombre. Lo llamé un día a Mario y le dije que tenía ese título. Son los dos amigos de Pinocho que le sugieren hacerse la rata cuando Gepetto lo manda a la escuela. Son dos personajes raros en esa historia, pero los dos tienen algo malévolo, algo mágico y astuto. Después pensé en la cortina, en el tema de Caetano Veloso, que me pareció muy original. “El gato y el zorro” es un espacio de pensamiento. Lo demás siempre fue improvisación; nunca sabemos ni siquiera qué asunto vamos a desarrollar. Sucede que uno alimenta al otro, debido a la buena empatía que existe entre Mario y yo. Pero es bueno destacar en todo este juego la importancia de Florencia Ibáñez, “Floppy”, la locutora. Ella es la coanimadora del espacio, la segunda voz. Y la voz del público. Tiene un tono bien femenino: se escandaliza, se asombra y al mismo tiempo es muy sexy. Floppy es fundamental en la química nuestra.
–¿Qué puede señalar en torno de esta nueva aventura nocturna de “Cartas y encuentros”, que se emite de 22 a 24, de lunes a viernes?
–Un día María González Bergez, una de mis productoras, me dijo: “Lany, tenés que hacer un programa de «Solos y solas», porque cada vez que tocás ese tema es impresionante cómo prende, son innumerables las llamadas”. Entonces pusimos en el aire esa sección, que fue creciendo y teniendo una repercusión enorme. Hasta casamos a una pareja. Pero estábamos esperando poder tener un horario nocturno, porque da más libertad para realizar algo más adulto. A mediodía debíamos cuidar ciertas palabras y dejar de lado muchas cartas. En cambio ahora, mientras sea con buen gusto, se puede decir todo. Tratamos de hacerlo con estilo y que las personas que buscan diversión, amor, amistad, etc., se respeten. El ciclo nació, creció y es un boom. Casi no tenemos tiempo para canalizar los centenares de mensajes.
–¿Cuál es su visión de la radio en la actualidad?
–Está muy difícil, porque la torta publicitaria se achicó, todas las emisoras hacen recortes. Tenemos muchos amigos que se han quedado sin trabajo. Y la radio atraviesa un momento complejo y delicado. Pero, por otra parte, la radio cumple un rol social muy importante. Tiene profundidad, buena información, variedad de personajes, de voces, pensamientos, todas las tendencias, todas las ideologías, y como es simple la producción de radio, en comparación con la de la televisión, los que hacemos radio nos sentimos libres y vivos, ítem fundamentales en la democracia. La radio, además, es leal, te lo cuenta todo de inmediato, enseguida, tiene menos manipulación que otros medios y ofrece un crecimiento impresionante. La radio es lo más democrático que existe: apretando un simple botoncito escuchás mil voces distintas. Te permite caminar, trabajar y pensar al mismo tiempo. Y es muy barata. Este medio me ha permitido ser muy amigo de todos los linyeras del barrio, de todos los taxistas de Buenos Aires y de la gente en general. De personas influyentes, no tanto. La radio permitió que la gente me considere tal como soy, y esto me hace sentir orgulloso y me resulta my valioso.
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