Dos horas de idilio entre Jorge Drexler y su público, en la Feria del Libro
Como tantas veces en la vida, había que tomar una decisión: la entrada de la izquierda o el camino de la derecha; la literatura o la música. A las 19.55 los que estaban en Plaza Italia esperando que cortara el semáforo para cruzar hacia La Rural debían tomar una decisión, si no la habían tomado ya. A la izquierda, la puerta de ingreso a La Feria del Libro, que sería con entrada gratuita, en su día inaugural, a partir de las 20. Si tomaban rumbo a la derecha, por la Avenida Sarmiento se encontrarían con una multitud que esperaba el comienzo del recital de Jorge Drexler , también gratuito, al aire libre. De uno u otro modo estarían participando de lo mismo, porque el show del músico uruguayo era parte de Noche de la Ciudad, que se realiza cada año en el marco de la Feria.
Los que eligieron la música también eligieron la literatura porque Drexler es un cantautor que sobre el escenario parece que declamara y recitara poesía; de hecho, estrenó un poema compuesto en décimas que había escrito hacía muy poco y que leyó al promediar su concierto. Era una canción de amor a Buenos Aires.
Y sin exagerar también se puede decir que todo su recital fue una canción sobre el enamoramiento entre Drexler y un público que parece hecho a su medida. Bailó cuanto tenía que bailar, movió el pie y la cadera levemente cuando el tema no era tan rítmico, suspiró cuando la canción lo propuso y hizo silencio cuando la letra lo demandó. Hasta le regaló cantitos al sonidista que, por cierto, hizo un gran trabajo. Y Drexler se entusiasmó. "Hace casi veinte años que vengo a cantar a la Argentina y es la primera vez que hago un recital al aire libre y gratuito. Gracias por la invitación", dijo apenas comenzado el show.
Drexler tocó temas de su último disco y luego salpicó ese repertorio con algunos muy conocidos de su catálogo. "Todo se transforma", "Guitarra y vos", "Rio abajo", "Antes", la jinglera "Me haces bien", y el hit "Al otro lado del río", que usó para abrir su concierto. Y no faltó un invitado especial, Kevin Johansen, para compartir el tema "No voy a ser yo".
Drexler intelectualiza cada palabra, hace filosofía porque no puede evitar hacerla. Si alguien pensó en algún momento que ese era su hábito más evidente, con tantos años de carrera y discos publicados se podría decir que ese es su vicio. Y es un vicio que no daña. Incluso llega a interesantes mixturas, como la de "Silencio", donde interactuó con el público a través de la consigna que ya está implícita en el título y una base musical que podría transformarse en el alienante groove de un tema para una fiesta electrónica. Imaginemos ese mismo escenario, pero con un DJ arengando a su público en una trasnoche de drogas sintéticas. Claro que no es este el caso. Eso quedará para otra noche en la que no haya que elegir entre música y literatura, aunque, a veces, sean parte de lo mismo.
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