El humor, según Hugo Varela

La casa de Hugo Varela, donde recibió a LA NACION, es una síntesis de su abandonada carrera de arquitecto y su exitoso trabajo humorístico-musical. El loft que contiene el mundo de Varela tiene como eje central un escenario con piano y luces incluidos, que sirve de espacio para que sus amigos músicos toquen durante alguna reunión y donde el músico-comediante ha estado ensayando Hugo Varela... ¡me suena!, que se estrenará mañana, en el ND Ateneo.

"Es un unipersonal total. Sin músicos, sin bailarines, sin nada", dice Varela sobre su nuevo espectáculo. Ya no integra el elenco de Bailando por un voto, de Nito Artaza, obra con la que arrancó la temporada de verano pasada. Ahora Varela vuelve a lo que lo caracterizó desde sus comienzos: una combinación de canciones, monólogos, poemas, sketches de mimo y, por supuesto, una galería de instrumentos extraños.

El interés de Varela por construir instrumentos inventados o deformar los tradicionales se remonta a su infancia: "Desde chico me gustó lo del hombre orquesta. Siempre me interesó ver cómo se podían tocar varios instrumentos al mismo tiempo". Este interés lo llevó a construir una de sus primeras creaciones, la "coya orquesta", que consistía en un bombo que se tocaba con los pies, dos quenas a la altura de la cabeza y un charango, todo en uno.

Así como sus instrumentos son clásicos reinventados, también sus personajes son fácilmente reconocibles pero llevados a situaciones extrañas: "Arranco de cosas obvias y las llevo a lo absurdo. Los personajes son reobvios: un gaucho, un guapo, un gitano. Parto de ahí y hago delirios con eso".

Este elemento sorpresa que Varela les agrega a sus personajes es, según él, esencial en su concepción del humor. Pero en lo que respecta a la elección de los temas a tratar en cada cuadro, Varela tiene un principio muy claro: "En esto coincido con Luis Landriscina. Hay tres temas que no toco: religión, política y fútbol. Porque estas cuestiones dividen al público y mi idea del humor es encontrar qué cosas lo pueden conectar, más allá de sus diferencias".

La intención de conectar al público se traduce en otro elemento clave en los espectáculos de Varela, que es la participación del espectador. "Intento ir cortando el rol pasivo del público. Por eso establezco un diálogo de movida y me tienen que contestar. Después los involucro en algún tipo de juego, y entonces cuando después hago alguna pregunta el espectador siente que está habilitado para contestarme y va perdiendo el miedo al ridículo", afirma el humorista.

Para Varela es muy importante que el público se relaje y se divierta más allá de la risa: "Es como cuando vas a la casa de alguien que no conocés y te piden que los ayudes en la cocina. Te sentís como que estás participando más", comenta.

"Hay algo psicológico y algo sociológico en todo esto, pero yo no me pongo a teorizar cuando estoy armando un espectáculo. Sin embargo, tampoco soy ingenuo cuando elijo hacer un juego u otro."

Los espectáculos de Varela no están organizados según una temática porque, según él mismo explica, la única vez que lo hizo "fue un plomo". En cambio, la estructura que utiliza es la de la "ristra de chorizos": un encadenamiento de distintos actos, ordenados según el ritmo o la variedad que él siente necesarios.

Hombre de teatro

Aunque normalmente crea cada cosa por separado, Varela afirma que en su arte se dan cruces de distintas cosas todo el tiempo: "Cuando me decidí a ser humorista uní, como un Frankenstein, partes de teatro, de música, de mimo, etcétera".

A pesar de haber trabajado en televisión en el pasado, Varela considera que su estilo de humor difícilmente pueda tener un espacio en la pantalla chica actual: "Los productores de televisión están en otra línea y me da la sensación de que el humor en la televisión va por otro lado. Hablando mal y pronto, es de terror lo que se está viendo en materia humorística". Varela señala que, en su opinión, tampoco hay un cine nacional humorístico de calidad.

Pero más allá de sus incursiones en otros medios o en espectáculos de terceros, parecería que para Varela no hay nada como plantarse en el escenario con la única compañía de sus originales instrumentos, su voz y sus personajes, y dedicarse a arrancarle carcajadas al público.

Por María Fernanda Mugica

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