
El poder musical de la Amazonia ecuatoriana
Con su sonido folklórico y digital, el músico de 25 años es una de las promesas de la música de América latina
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Mateo Kingman estaba planeando su destino como biólogo en la universidad de Cuenca cuando recibió el llamado del productor Ivis Flies, el mismo que recibió elogios del crítico John Pareles del New York Times por su proyecto De Taitas y Mamas, un estudio sobre el folklore musical ecuatoriano, nominado al Grammy Latino 2013. "Venite a Quito que quiero grabar un disco con vos."
Un año antes, Mateo le había dejado unos demos, pero Ivis le dijo que volviera a su tierra, que al material le faltaba maduración. Algo cambió en el camino. La vida, entonces, del chico que pescaba carachamas en el río, experimentaba con bebidas rituales y tenía una banda con sus hermanos en el pequeño poblado amazónico de Macas -tierra de la tribu shuar- estaba a punto de revolucionarse.
En agosto de este año lanzó Respira por Aya Records, un disco que se transformaría en la nueva promesa de la música ecuatoriana, detrás de artistas como Nicola Cruz. El sonido tribal entre digital y orgánico, las grabaciones de la naturaleza, las influencias del hip hop y sonidos folklóricos tradicionales inspirados en Simón Díaz convirtieron el disco debut de Mateo Kingman en uno de los preferidos de la crítica de América latina.
Su proyección se confirmó en su paso por la última edición de la Fimpro de Guadalajara y su incorporación a la grilla internacional del festival Estéreo Picnic 2017, donde compartirá cartel con The Wekknd, Deadmau5 y The Strokes. Hoy, a las 21, formará parte de la celebración colectiva por los diez años de la Fiesta Zizek (la escena bailable que plantó la semilla de una nueva escena de cumbia y folklore digital en América latina) en Niceto Club.
Todo parece rápido en la vida musical de Mateo Kingman, pero desde pequeño toca percusión. A los 15 años componía sus propias canciones y tenía una banda junto a sus hermanos. Ahora tiene 25 y en su música aparece ese transcurrir natural en Macas y el hipnótico paisaje de una región amazónica sorprendente. "La vida allá se construye desde otras costumbres cotidianas, vainas sencillas que al fin y el cabo te definen. Este disco recupera un montón de experiencias muy sencillas de mi tierra ligadas a un entorno superpoderoso y especial. No lo veía de esa forma hasta que no me fui a vivir a Quito. No lograba idealizar mi vida en Macas porque para mí era así, pero fue suerte la mía de crecer en ese lugar. Y en ese proceso de recuperar la amazonía interna empecé a tomar conciencia de todo lo que significa para mí y lo que puede significar para el resto de las personas", cuenta el músico.
El misterio de la vida subterránea de los ríos y los manglares; el sonido de la lluvia, el pulso de la naturaleza y los ritmos folklóricos que escuchó en los discos de Simón Díaz, Violeta Parra y Yupanqui que le ponía su madre forman el espíritu libre de su música y la fuerte identidad de una Amazonia contemporánea. Mateo siente que es emergente de una nueva generación, que acepta su identidad mestiza. "En Ecuador hay un cambio social -afirma el artista ecuatoriano-. Es la primera vez que los jóvenes se sienten ecuatorianos. A los viejos, y hasta a los que tienen 30, les costó asumir que son de un país que se llama Ecuador y no es protagonista en nada. Aceptar que somos mestizos fue clave. Cuando decís «qué soy yo en el mundo» hay un cambio interno. Ecuador es un país andino, amazónico y costeño. Hay miles de pueblos. Nosotros somos la apasionada mezcla de todo eso."




