Ideas pobres en una telenovela para niños
"Cancheritos", telecomedia infantil. Autor: Enrique Torres. Elenco: Andrés Vicente, Fito Yanelli, Osvaldo Guidi, Gerardo Baamonde, Victoria Carreras, Vivian El Jaber, Claudia de la Calle, Jorge Velurtas, Héctor Canosa, Diana Valiela, Marcelo De Souza y Marcelo Rodríguez. Realización escenográfica: Central Park. Diseño de vestuario y ambientación: Anabella del Boca. Diseño y supervisión de maquillaje: Eduardo Poli. Iluminación: Walter Dilella. Sonido: Gustavo Vieytes. Edición: Domingo Cupito. Producción América: Guillermo Muriel. Producción de exteriores: Alejandra Giaccio. Coordinación de producción: Julio De Rosse. Coordinación actoral: Andrés Vicente. Producción ejecutiva: Feliciano Torres. Producción general: Héctor Cavallero. Una realización de Grupo Kein. Lunes a viernes, a las 18, po
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En esta crítica se evitará llamar a los chicos por su nombre porque ellos como tales están exentos de culpa. Porque no es más que responsabilidad de los mayores, de los adultos a cargo de la producción de "Cancheritos", la decisión de poner frente a las cámaras de TV a niños que no están preparados para actuar profesionalmente.
La historia de la televisión local da cuenta de que la actuación no es sólo cosa de grandes. Andrea del Boca,Marcelo Marcote, Lorena Paola, Guido Kaczka, Gloria Carrá y muchos más fueron niños-actores. Exactamente eso es lo que no son los jovencísimos protagonistas de "Cancheritos", que han sido extraídos del escenario escolar para depositarlos sin escalas a una posición que los excede. Y si la falta de virtudes para la actuación ubica a los chicos al borde del abismo, el guión los empuja un paso hacia adelante.
De qué se trata
La historia es similar a la de la película "Terminator". En el año 2050, el mundo ha sido destruido. Un grupo de humanos sobrevivientes tratará de salvarlo. Para hacerlo, envía al año 2001 a un robot con cuerpo de niño que se encargará de mantener con vida al salvador de la humanidad, otro niño.
En tanto, en la actualidad, este chico de doce años que salvará a los hombres es parte de un equipo de fútbol, los "Cancheritos", que se enfrenta a los malvados "Malosos", la agrupación cuyo director técnico es el dañino Agapito Ronqueti (Fito Yanelli). Una vez más, los buenos y los malos se enfrentan en la ficción.
La síntesis de la historia no es descabellada. Tal vez tampoco original, pero de ninguna manera imperdonable aunque se trate un producto de Enrique Torres, un autor con tanta experiencia televisiva. Claro que del dicho al hecho... Porque no hay identificación ni proyección que alcance, no hay ingenuidad que dé abasto para creer -o al menos mirar con simpatía- algunas de las escenas. Ejemplo: Push, el robot, es arrojado a la pileta. Su condición de máquina le impide mojarse y por lo tanto la zambullida es mortal. Alejo, su amigo humano, integrante de los "Cancheritos", lo lleva a su habitación. A continuación, se ve a Push inerte sobre la cama y a Alejo, sentado en el suelo, rodeado de decenas de piezas mecánicas y circuitos de computadoras. El chico, de unos once años, con un secador de pelo en la mano no sólo pretende recuperar las piezas sino que dice, además, que va a volver a armar el robot.
El elenco de los mayores no se enfrenta a situaciones menos complicadas o inverosímiles. Uno de los inconvenientes es que los perfiles de los personajes son más que dosificados, desparramados abruptamente ante el espectador. Así, el panadero (Marcelo Rodríguez) no tiene más remedio que decirle a Lauti que "cuando murió tu mamá le dije a la tía que vinieras a vivir con nosotros", y concluye aclarándole que ahora es "su hijo mayor". Todo en dos líneas. La muerte de una madre, la adopción familiar y la integración de un sobrino como hijo. Por supuesto que esto llega a entenderse luego de varios minutos de preguntarse: ¿qué madre? ¿quién es la tía? ¿los dos tienen una tía? ¿la tía, entonces, es la esposa?
Con mayores o menores aciertos trata, en general, de sobrevivir a sus parlamentos, el resto del elenco adulto entre los que se destacan Andrés Vicente, como el "profe" de los Cancheritos, Fito Yanelli como Agapito y Victoria Carreras, la madre del futuro salvador de la humanidad.
La estudiantina
Con excepción de los muy profesionales decorados (cada escenografía doméstica transmite las condiciones económicas de cada familia, por ejemplo), el resto de los elementos que componen "Cancheritos" es de un amateurismo anonadante.
El vestuario, que no deja de ser canje de ropa en lo que atañe a la época actual, podría lucirse con los personajes del año 2050. Pero no. Las ropas del futuro parecen confeccionadas más por el gusto de una maestra jardinera que por el criterio de un diseñador. La vestimenta ayuda, en el tiempo actual, a Fredy (hermano del malvado Agapito). El muchacho, algo tonto, es rápidamente captado por "La voz", la encarnación del mal que llega desde el futuro. Así se convence de que es un superhéroe y se bautiza a sí mismo como Supertarado o SuperT. Pero sería injusto afirmar que este personaje es apremiado sólo por su disfraz. También lo ahoga la absoluta soledad en la que debe realizar sus escenas. Gerardo Baamonde es un actor talentoso, pero no puede solo. Su capacidad apenas salva estas escenas, que pretenden ser humorísticas, del pleno patetismo.
En el mismo tono debe describirse la "escenografía" dispuesta para el año 2050. Porque la producción ni siquiera ha invertido en trastos, sólo ha decidido trasladar las cámaras hasta uno de los juegos del Parque de la Costa, aquél que imita al entretenimiento "Waterworld", de Universal Studios en Los Angeles. Imposible mayor precariedad. Poco se rescata de "Cancheritos". Por un lado, excepto los niños protagonistas, el resto del elenco infantil funciona bien e incluso se ve entre tantas caritas a algunos chicos con experiencia como Aldana Jussich, tan efectiva como en su paso por "De corazón". Tampoco puede pasarse por alto el encanto de los más chiquitos del grupo: Pía y Figaza. Enamoradísima, la nena persigue a Figaza con una obsesión primorosa y él huye sistemáticamente. Ambos fueron los protagonistas, anteayer, del primer musical de la tira. Allí hasta se veía al diminuto Figaza frente al altar. Pero una hora, todos los días, no puede sostenerse con las gracias de dos niños.





