Imaginación y plenitud lírica en 1926
Hay años que quedan muy marcados en la historia. Y en la de la música ya señalamos que 1926 (han transcurrido nueve décadas) ha sido uno de ellos. En las dos columnas anteriores tomamos tres casos: los noventa de Turandot, de Puccini, y en la semana siguiente también los del Concierto para clave, de Manuel de Falla, y El mandarín maravilloso, de Béla Bartók. Pues bien, en aquel 1926 ocurrieron otros casos muy importantes. Se trata de los estrenos de Rey Roger, de Karol Szymanowski; Cardillac, de Paul Hindemith; Háry Janos, de Zoltán Kodály, y El caso Makropoulos, de Janácek. Como verán, una muy buena cosecha de siete grandes obras.
La ópera de Szymanowski, que se conoció en Varsovia, transcurre en Sicilia, siglo XVII, en una antigua iglesia bizantina en la que se celebra un servicio litúrgico de gran esplendor musical. A los intérpretes se suma un misterioso pastor venido de Oriente, una especie de encarnación de Dionisio, quien con su canto pagano provoca la turbación del rey Roger. Al regresar a su palacio resuelve seguir al pastor para iniciar, junto con la reina Roxana, que canta canciones de gran intensidad, un viaje místico. La ópera termina en medio de las ruinas de un antiguo templo. Bajo la luz de la luna, Roger y Roxana son iniciados en los misterios dionisíacos. La idea argumental del compositor polaco se basa en una canción de gesta alemana del siglo XIII.
Por su parte, Paul Hindemith dio a conocer su ópera Cardillac el 9 de noviembre de 1926. La obra se basa en un libreto de Ferdinand Lion, sobre la base del cuento Mademoiselle de Scuderi, de Hoffmann. Su tema es la historia de un codicioso orfebre que asesinaba a cada uno sus clientes para recuperar las joyas que le habían comprado. Existen dos versiones de Cardillac, pues, tras el juicio crítico de Ian Kemp acerca de que el idioma musical "parecía grosero e indisciplinado", el autor presentó una segunda versión representada por vez primera en Zurich, en 1952. Sin embargo, tras la muerte del autor, en 1963, la versión original fue retomada por algunos de sus intérpretes.
En el mismo año, Zoltán Kodály da a conocer en Budapest su Háry Janos, en dos actos. Se trata de una especie de fábula militar, inspirada en melodías populares húngaras. El nombre proviene de un viejo soldado que vivió en la época de las guerras napoleónicas. En el curso de la obra es el propio Háry quien relata sus mentirosas hazañas guerreras y sentimentales, en las cuales, según imagina, vence a Napoleón, mientras la emperatriz María Luisa cae irremediablemente enamorada de él, hasta que, después de tantas heroicidades, retorna el guerrero a su bella tierra y a los brazos de Orzse, que perdona al fantasioso seductor. Háry Janos le permite a Kodály recuperar el sentido épico de la evocación nacional, algo que está más allá de la anécdota del soldado fanfarrón.
Por último, también de 1926 (18 de diciembre) es el estreno en Brno de El caso Makropoulos, en tres actos, de Leos Janácek. La obra transcurre en Praga, en torno de Emily Marty, una seductora cantante de la ópera de Viena que adquiere distintos nombres, el último el de Elina Makropoulos. El argumento cuenta que ha bebido un elixir de longevidad en su infancia y en el momento de esta historia tiene 337 años. Cansada de tanto trajinar, en una vida que se ha convertido en una carga intolerable, finalmente quema la fórmula que la mantenía viva y se deja morir.
En Buenos Aires la obra se representó en noviembre de 1986, dirigida por Antonio Tauriello, con régie de Jorge Lavelli y Elena Kittnarova como protagonista.
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