Joe Wright: "Lo que más me interesa de un actor es su poder de imaginación"
El director inglés de Anna Karenina, estreno del jueves, dejó su visión del cine y de la conexión personal que mantiene con el film
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Joe Wright cuida cada palabra y prefiere algún silencio o vacilación en medio de la respuesta antes de dejar dudas sobre sus dichos. Sobre todo cuando se refiere al compromiso personal que acompañó su decisión de llevar de nuevo al cine Anna Karenina , uno de los estrenos del último jueves en la cartelera local. Así lo explica en la charla que mantuvo en Toronto con LA NACION y un puñado de medios internacionales en ocasión del lanzamiento mundial de la nueva película del director de Orgullo y prejuicio y Expiación, deseo y pecado .
-¿Cómo llegó a hacer una nueva Anna Karenina para el cine?
-Era el momento justo para desafiarme a mí mismo. Había llegado a un momento de mi vida en el que todas estas cuestiones ligadas al amor, al deseo, a la fidelidad, a las promesas sobre el futuro, pesaban mucho en mi propio interior. Con 40 años cumplidos, después de haberme casado y haber tenido hijos, también sentí que era el momento justo para experimentar. Y me dije: "Si funciona va a ser perfecto, y si no funciona, entonces tendré que buscar otra carrera". [risas]
-Su visión de la novela de Tolstoi es muy diferente de las anteriores. ¿Pensó en ese enfoque diferente desde el comienzo?
-Al principio consideré la posibilidad de hacer una versión convencional. Pasé mucho tiempo recorriendo exteriores en Rusia y en Gran Bretaña buscando el castillo perfecto. Pero, como le dije, quería experimentar. En un punto supe que no tenía sentido repetir todo lo que se había dicho antes. Además quería acentuar la idea de una visión personal. La novela es muy relevante en términos sociales y literarios, pero no estaba interesado en ellos.
-¿Por eso su película parece darles más importancia a personajes que no tenían tanta relevancia en las versiones anteriores?
-La novela tiene una estructura bastante moderna con dos narraciones paralelas. Cada una confluye en la otra. De un lado, la de Anna y el conde, del otro la de Dolly y el príncipe Stepan. En mi opinión, era vital plantearlas frente a frente. La de Kitty es la gran historia de amor de la novela y en cambio, lo que ocurre con Anna tiene más que ver con la obsesión de un deseo. Por eso quise darle una visión estética diferente a cada una de esas historias. Una se acerca más a la ficción, la otra diría que es autobiográfica. A lo mejor esta necesidad mía de evitar confusiones y malentendidos me llevó a darle más importancia a ciertos personajes.
-Debe ser muy especial su vínculo con Keira Knightley. Es la tercera película que hacen juntos.
-Sin dudas, Keira ha madurado mucho en todos estos años. Cuando hicimos Orgullo y prejuicio ella tenía 18 y después, a los 21, llegó Expiación, deseo y pecado . Lo mejor de Keira es su extraordinaria capacidad para entender hacia dónde va emocionalmente un personaje. Y además es una actriz sin complejos ni miedos. Conozco muchas actrices que parten de una posición personal muy insegura y todo el tiempo quieren interpretar personajes agradables. A lo mejor creen que de esa manera el público siente que ellas también son así y, de paso, hacen su aporte a la taquilla. Keira, en cambio, jamás subestimó a la audiencia. Ella sabe de entrada que el público sabrá distinguir entre el personaje y quien lo interpreta.
-Lo que usted espera de un actor, entonces, es esa condición.
-Lo que más me interesa de un actor es su poder de imaginación. No me atraen los actores del método, las búsquedas emocionales o esa clase de técnicas. Quiero actores capaces de expresar frente a una cámara lo que significa tener una imaginación poderosa. Mucho más en una película como ésta, que trabaja tan fuertemente con un espacio teatral y poco naturalista. Hay que poner en funcionamiento la imaginación para proyectar una realidad completa en ese ámbito.
-¿La experiencia no cuenta en esta visión?
-Puede ser muy útil, pero no decisiva. Pienso en Saiorse Ronan, con quien ya trabajé en dos películas. Cuando la hice debutar en Expiación, deseo y pecado tenía 13 años. No tenía experiencia laboral y mucho menos de vida para un papel así. Pero su poder de imaginación era extraordinario. ,
-¿Y qué pasa con la formación de un actor? Usted acaba de criticar a las escuelas del método.
-Por supuesto que me interesa el tema. Un actor bien formado tendrá mejores respuestas a todos estos desafíos. Pero en ese sentido prefiero las viejas escuelas dramáticas, aunque parezcan pasadas de moda. Y sobre todo la experiencia teatral. Pensemos en Keira: si hoy alcanzó el lugar tan importante que ocupa por su desarrollo como actriz, gran parte de esos logros se deben a su experiencia previa en el teatro. Esos actores son los que más me gustan.






