
Los reincidentes hicieron un trabajo de hormiga. Publicaron su tercer disco después de modificar su nombre (ahora el grupo se llama Pequeña Orquesta Reincidentes), y tocaron donde y cuanto pudieron.
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–¿Qué es lo peor que te ocurrió el año pasado?
–Preferiría no decirlo.
–¿Lo mejor sí podrías decirlo?
–Sí. El viaje por el Perú que hice junto con mi esposa.
–De lo hecho este año, ¿de qué estás más orgulloso?
–De los Reincidentes riéndonos, volviendo de madrugada, apretados en un autito, después de grabar todo el día en el estudio.
–¿Qué es lo que más te defraudó del 2000?
–Que mis vecinos me robaran un libro que me dejó un amigo en el buzón del edificio.
–¿Te acordás qué fue lo mejor que comiste últimamente?
–¿Lo mejor? El pollito rebozado en sésamo, en el último cumpleaños de un amigo.
–¿Lo mejor que escuchaste?
–Unos trompeteros de Yugoslavia que se llaman Blow Besir Blow; el disco de Omara Portuondo, y unos valses peruanos del Zambo Cabero. Los mejores recitales, para mí, fueron el de Manu Chao, en Rosario, y el de Compay Segundo, en el Gran Rex.
–¿Y lo mejor que viste?
–¿Soy linda?, de Doris Dörrie, y Kids Return, de Takeshi Kitano; Husbands, de John Cassavetes; La cena, de Ettore Scola, y Amores perros, del mexicano González Iñárritu. Y el Gran Circo del Arca, de Roberto Iriarte, en Pergamino.
–¿Cuáles son tus planes para el 2001?
–Volver a editar un disco como el que hicimos este año [Pequeña Orquesta Reincidentes, Ultrapop].
–¿Qué fantasía tenés para el 2001?
–La de siempre: viajar con la banda a tocar por todos lados.
–¿Y qué pensás cambiar para entonces?
–¿Cambiar? Voy a cantar una canción que en la letra diga "te quiero".






