Helloween
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Las calabazas intentan revivir los tiempos de gloria
La saga Keeper of the Seven Keys –partes I y II– fue algo así como el Pet Sounds del metal europeo de fines de los 80. Implicó un salto revolucionario en lo compositivo, en las performances y sentó las bases fundamentales de lo que hoy se conoce como power metal. Intentar continuarla casi veinte años después y sin dos de sus máximos protagonistas –el guitarrista y compositor Kai Hansen, y el enorme cantante Michael Kiske– es una aventura cuanto menos riesgosa. Significa atención instantánea y, al mismo tiempo, un gigantesco fantasma acosando cada track.
Los actuales Helloween, como adultos responsables –y alemanes– que son, entendieron lo que estaba en juego y decidieron tirar toda la carne a la parrilla en un álbum doble. Hay mucho y variado. Singles afables con sentido del humor –"Mrs. God"–; composiciones maratónicas con repetidos cambios de tiempo –"The King for a 1000 Years", "Occasion Avenue"–; la gloria revisitada de la mejor manera –"The Shade in the Shadows"–; pasajes más oscuros –"The Invisible Man"–; y hasta una balada con Candice Night (Blackmore’s Night) como invitada ("Light the Universe"). No está mal. Pero el pasado gana la partida y nos recuerda que la magia ya no es la misma, que Andi Deris jamás será Michael Kiske y –de paso– que ya todos estamos más viejos. Está claro: jugar con fantasmas siempre es peligroso.
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