
1 minuto de lectura'
Los Korn intelectualizaron su new metal esplénico al mismo tiempo que decayeron en términos comerciales. Su noveno disco echa por la borda las capas de samples y sonidos puntiagudos en favor de un bombardeo de sonido en vivo, mutando los aspectos más sombríos del rap, el rock, el funk y el industrial, en un ataque de puro metal fundido. "Soy tan pelotudo/ haciéndole caso a mi cabeza en vez de a mis tripas", se castiga Jonathan Davis en "Let the Guilt Go", un ejemplo de la actitud zen agresiva que recorre el disco. El nuevo baterista, Ray Luzier, contribuye con algo de swing disco. Pero el gancho es Davis, que escupe bronca de adolescente herido como un flaco al que los padres acaban de anotar en una escuela militar. Nada fácil cuando ya estás cerca de los 40.
Por Jon Dolan






