"Lo que mas vida me da es elegir y poder cambiar", canta Piti Fernández en "Price for Freedom", un ska confesional que no sólo alude a su ex pareja y al final con su ex banda, Los Piojos; también al tranco ecléctico de La Franela. Primero con Después de ver –2009– y ahora con Hacer un puente, la banda termina de delimitar su desarrollo basado en el cambio rítmico y la diversidad. Con Fernández supurando su carisma de pibe tierno y buenazo, el temario deriva de sus propias victorias y heridas que, vistas a través de su lente siempre tan optimista, jamás parecen incurables. Planteado como un picnic frugal en que nada puede indigestar, La Franela exhibe su encanto en la simpleza de sus melodías y la autorreferencia constante de su cantante: como cuando describe con precisión satelital el entramado de autovías para visitar a su hijo en San Marcos Sierras ("GPS") o cuando decide cerrar el disco con una toma en crudo del bandoneón de Tavo Kupinski, a modo de homenaje para ese amigo que ya no está.
Por Juan Barberis
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