La multitud rugió con León

LA RIOJA.- Ovacionado por miles de jóvenes, León Gieco dio un color especial al cierre de la tradicional Fiesta de la Chaya, que concluyó en la madrugada de ayer.

Eran casi las cuatro de la mañana y bajo una nube de harina, el público acompañó enfervorizado el último tema de un recital que duró hora y media: "Sólo le pido a Dios/que la guerra no me sea indiferente".

Fue la primera actuación de Gieco en un festival dominado por el folklore de chayas, chacareras y zambas. "Soy consciente de que algo transgredimos con lo nuestro", dijo, pero aclaró que él también ha sido un cultor de las más arraigadas formas musicales existentes en el país en su obra de "Ushuaia a la Quiaca".

Se tomó su tiempo para que el público compartiera o conociera su último disco, "Bandidos rurales" y en uno de los temas en el que canta a las Madres del Amor, recordó a las de Plaza de Mayo, y las del Dolor de Santiago del Estero y La Rioja. En esta provincia, las Madres del Dolor reclaman por el esclarecimiento y castigo judicial por la muerte de sus hijos adolescentes en comisarías de la policía local.

También hubo espacio para los clásicos de Gieco, el público se convirtió en un coro más que entusiasta y el artista respondió desde el escenario: "Un pueblo que canta es feliz y está en lucha".

Todas las músicas

Ayer, minutos antes de retornar a Buenos Aires, el cantante se mostró muy conforme con la respuesta del público, pero sugirió dividir el festival: "Jueves, chaya rock, viernes, sábado y domingo chaya, y lunes o martes cuarteto". "No mezclar tanto, porque a mí me cuesta tocar un poquito (en un ámbito tan folklórico), pero de todos modos anoche fue impresionante, la gente terminó de pie cantando sólo le pido a Dios, por la paz".

Un rato antes que Gieco, el reconocido grupo riojano Los Amigos, liderados por Sergio Galleguillo, hizo bailar y cantar durante una hora "hasta las sillas", según la metafórica descripción de un asiduo asistente al Festival.

El jolgorio chayero fue tan grande que el talco y la harina que volaban por el aire nublaron el escenario y gran parte del Estadio del Centro.

Más austero y en soledad con su guitarra, pero con la fuerza que impone a sus canciones, Rafael Amor también cautivó al público, pese a que muchos quizá ni lo conocían y arrancó un aplauso masivo luego de interpretar "Olor a goma quemada", una historia de piquetes, hambre y represión.

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