
La TV que no vemos
Mensualmente los canales reciben 20 pilotos de programas y no menos de 50 guiones. "Poliladron" y "El garante" son ejemplos exitosos, pero también hay una larga lista de ciclos que no salieron al aire.
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Una traducción de fines de tercer milenio de la frase: "¿Por qué no me dejás un programa piloto, y te digo qué me parece?", tiende a equivaler exactamente a aquella otra que, en la frontera de la frustración, sonaba así hace unos años: "Déjeme una tarjeta con su número telefónico, que ya lo vamos a llamar...".
Es decir: nada. Cero de interés. Mensaje personalizado: usted no nos importa.
La nueva geografía de la televisión argentina dispone de entramados poco claros, en donde sí pueden divisarse mayor acceso de las llamadas producciones independientes -desde donde "Poliladron" hizo punta- aunque el sistema no es todo lo aceitado que debiera ser.
Matemáticas y estadísticas presentes: Pablo Codevila -actual director de programación del 9, y ejecutivos de la empresa Pol-ka y Canal13, admiten que estalló un fenómeno que se descifra en estos datos: cada semana, les llegan alrededor de 4 programas pilotos promedio y alrededor de 12 guiones con ideas pretendidamente novedosas. Resultado de trazo grueso: unos 20 pilotos por mes rondan los canales y más de 50 guiones mensuales. Como por ma gia de David Copperfield, acaso sólo uno de ellos verá la luz algún día. Y quizá no sea el indicado: "Poliladron" -suceso por lejos de la TV del último lustro- fue rebotado dos veces, una vez en Telefé, y otra vez en una anterior administración del 13, y en cierto momento hasta con arrogancia le aconsejaron al pobre Suar: "Por favor, pibe, ¿efectos especiales en un policial argentino? No va a andar, olvidáte..." De esos tiempos, el actor prefiere olvidarse, pero deschavan al asunto con más precisiones el periodista Jorge Rial y, curiosamente, Silvio Soldán; el primero cuenta: "Yo estaba trabajando en ese canal cuando le ocurrió y prácticamente le pisotearon el alma al pobre Adrián. Lo mismo que a Galán, en donde yo estaba como testigo. Le hicieron hacer un piloto de «Si lo sabe, cante» porque Romay le dijo que no se acordaba de cómo era ese programa. Increíble...".
Soldán arremete con otros datos insólitos: "A mí, el pibe Suar me lo contó cuando me llamó como invitado para una emisión de «Poliladron». Le dijeron exactamente: «¿Cómo se te ocurre que un programa policial con explosiones, y hecho aquí, puede ser un éxito...». Y bueno, ahí está la manía del marketing -se enfervoriza Soldán. Unos cuarenta tipos, a los que les pagan un sándwich y una gaseosa, ven un programa piloto y deciden tu futuro en la televisión. ¿Qué entidad tienen? A Galán le hicieron hacer tres programas piloto, como para entretenerlo y para que se distrajera, porque nadie le quería decir que su propuesta no interesaba. ¿Qué locura es ésta?".
En su momento, el propio Roberto Galán se despachó diciendo: "Es un ultraje lo que me han hecho, un manoseo increíble. ¿Con casi 40 años de televisión todavía tengo que dar estos exámenes?. Parece que sí, pero a la remanida pregunta periodística de: «¿Qué proyectos tenés?», los artistas responden ahora con un nada auspicioso: «Y..., voy a hacer un programa piloto que no sé cuándo saldrá...»".
Luz verde con obstáculos
Además de los vericuetos de "Poliladron" y el emblemático Galán, sucedió otro casi blooper con "El garante", virtual éxito de la temporada 97 en el Canal 9 (osciló en los 20 puntos de rating luchando contra la Copa Libertadores y Supercopa de Boca y River en otros canales).
Sebastián Borensztein -autor y director general de la obra- narra la peripecia: "Estaba aprobada en un canal y en carpeta desde octubre del 96. Finalmente, todo se pinchó y no tuvimos canal hasta julio del 97. Nadie apostaba a mucho, y tuvimos ratings que sorprendieron". Casi un socio en esa fatigosa maratón, Leonardo Sbaraglia -protagonista de "El garante"- anexa: "Es un espejismo eso de que se les da ahora bolilla a las producciones independientes. Muy sencillo: la mayoría de los canales ya ha ejercido un monopolio con ciertas productoras independientes, y ahí no entrás ni loco. Así y todo,y aunque algunos ciclos queden en el freezer (yo,por ejemplo, hice otras tres que nunca saldrán al aire y que incluían una bárbara con Solá), las producciones independientes son un vehículo más para poder entrar en este complicado laberinto. Pero la puerta se abre si uno hace un trabajo de maniobra muy fina...".
Una perspectiva novedosa, y acaso muy argentina, ofrece el aporte del autor de la ahora exitosa y multipremiada "Bajamar", que logró aire en Canal 9 en 1996 con mediciones sorprendentes, que llegó a verse después de larguísimos cinco años de búsqueda milagrosa de que alguien se interesara, y que ahora ostenta premios en países europeos y la adquisición por parte del grupo HBO.
Su autor, Raúl García Luna, reflexiona: "Fue azarosísimo, y la verdad que en el momento de salida al aire yo ya estaba aburridísimo de las mil y una aventuras que vivimos. ¿Cuál es la sensación que me da todo esto? Que se trata de un juego perverso: los directivos de los canales de aire aceptan a regañadientes las nuevas propuestas, pero como las ideas no son de ellos, te hacen la cruz y comienzan a ponerte obstáculos. Te dicen: «Está bien, hacela, pero arreglate solito...»"
A punto de salir, pero no salieron
Papelones de variado calibre engrosan el anecdotario del tema. En la TV de los últimos dos años se han visto promociones de ciclos que iban a tener aire al otro día y que por esos asuntos del intrincado destino terminaron muriendo de asfixia. "Nosotros estábamos ensayando un programa previo para salir al otro día por ATC -cuenta Daniel Dátola, fugaz conductor de «Los indomables», un ciclo que pretendía ser la remake de aquella «Noticia rebelde», y que también incluía a Roberto Pettinato, Raúl Becerra y Lalo Mir. Pero vino una orden a contramano y nos mató..." Avispados televidentes habrán visto, además, promociones de "Pijama party", un ciclo para adolescentes con Mariana Fabbiani, que ahora confiesa: "Menos mal que no lo hice porque iba a ser un papelón. Era muy malo.."; o avisos de "A todo tren", que por Canal 9 conducía el joven de Cablín, Juan Pablo Malcovsky, cuyas promociones llegaron a salir una hora antes del estreno hasta que una inesperada película apareció en pantalla en ese horario dejando plantados en el estudio a los conductores. Dos pilotos encarados por los recientemente desaparecidos Brizuela Méndez ("Jubilandia") y Carlos Carella ("Ciclo de Teatro Argentino") se quedaron archivados para la eternidad. La muy publicitada Catherine Fulop -en América se la vendía como el pase del año- también terminó kaput con su piloto de telecomedia de ciencia ficción (?).
Otros de cierta actitud lenguaraz ni siquiera se preocuparon por hacer un programa piloto y esos proyectos murieron por naturaleza propia: son los casos de "Los espectaculares de Maradona" (América, el jugador se había comprometido para hacer entrevistas con Fidel Castro y otros), o "Los especiales de Mariana Nannis" (Canal 9, convenci da por Romay iba a diseñar una especie de manual contemporáneo para domar a los hombres, pero murió por habitual desgana de la señora de Caniggia). Unos se deshilachan en el camino, como "Corazón corazón", un magazine de ricos y famosos capturado por Chiche Gelblung del original de la Televisión Española, y que terminó como título del olvidable ciclo que condujera los sábados Juan Alberto Badía. Otra prueba de este género es "Desfile de modelos", un ciclo que Lanata tenía listo para América cuando su relación con Eurnekián era óptima; al variar esa situación, su programa en América terminó siendo una poco acomodada sección de "Día D".
El fashion abogado Cúneo Libarona tuvo su momento de esplendor y filmó un piloto que iba a tener aire por América, pero el destino se empeñó en que fuera preso y el proyecto concluyó encarcelado. Volver de la muerte no es sólo exclusividad de Víctor Sueiro: también aprovechan la volada programas pilotos como "XXXY" (de temas sexuales conducido por el periodista Alejandro Rial), que seguramente tendrá aire gracias a éxito de "Da2". Tantos otros pueden visualizarse en el gráfico que acompaña a esta nota, pero nada hay como la legendaria historia del proyecto de "El fantasma de la Opera", con Arturo Puig, titánica producción de Telefé que algunos llegan a estimarle un costo de 500.000 dólares: al terminar de grabarse el cuarto capítulo, la plana directiva del canal se echó atrás con el proyecto y mandó al fantasma a cuarteles de invierno.
Aun así, se sigue trabajando: "Macaya", un policial protagonizado por Raúl Lavié captura el mayor run-run del momento; hay en cierne un piloto telecomedia con Jorge Martínez, Javier Portales y Bettina O Donnell, financiado en gran parte por el actor tenista; una producción de Tinelli de ciencia ficción con Víctor Laplace; otro programa de sexo con Esther Goris, y tal vez con participación de Cris Miró, podría enmarcarse en América, y lo más ambicioso pueden llegar a ser "Pata de cabra", una telecomedia con Alfredo Alcón, Norma Aleandro y Julio Bocca con libros de Juan Carlos Mesa, y también una miniserie de misterio creada por Sebastián Borensztein. Estas últimas tienen formalizada su salida por Canal 9 para marzo, según afirma su actual responsable de programación, Pablo Codevila.
Recuerde entonces, joven argentino emprendedor: si se toma el delicado trabajo de confeccionar un programa piloto con una idea original, su destino comenzará a estar en manos de los astros, de la Providencia, de la casualidad, o de ciertos ejecutivos que para tal fin responden de la misma imprevisible manera.
¿Cuánto cuesta hacer un piloto?
Si se encuentra a punto de embarcarse en una idea delirante como ésta, tome nota. Un programa piloto VIP -por así llamarlo- puede oscilar en los 50.000 dólares. Y más barato que 7000, le será imposible de ejecutar aunque regatee un poco.
Olvídese de mandarlo en cinta U-Matic: eso ya se considera paleolítico, y lo que se recomienda es una cinta Betacam, que por lo bajo le sale unos 60 dólares.
Como mínimo, necesitará uno o dos productores, dos cámaras, acaso una Steadycam, obviamente un director, dos cameramen, un sonidista, un editor y un iluminador. La jornada de seis horas de un camarógrafo cuesta entre 400 y 600 dólares. Lo mismo el iluminador y el sonidista.
El alquiler de un estudio de mediana calidad le puede costar unos 3500 dólares por ocho horas de trabajo. Y la edición normal, 0,80 dólares la hora, y la edición On-Line (superdigitalizada) se encarece por lo menos tres veces más.
No se olvide de sumar los viáticos para el personal y algunos sándwiches para no ser tildado de miserable por la gente que lo acompaña en el proyecto. Una sola cosa queda por decir: luz, cámara, acción. Y suerte.


