
Las movidas de Eusebio Poncela
Perfil: el actor español, que el público argentino conoció en "Los gozos y las sombras", volvió a la Argentina para el rodaje de "Martín (Hache)", el nuevo film de Aristarain.
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El rodaje de "Martín (Hache)", el nuevo film de Adolfo Aristarain, trajo al madrileño Eusebio Poncela nuevamente a Buenos Aires. Igual que Cecilia Roth, filmó todas sus partes en España, pero casi no puede vivir sin pasar por esta ciudad.
Poco asiduo en una cartelera no demasiado afecta al cine español, el rostro de Poncela es fácilmente recordable para los transeúntes de la ciudad por sus apariciones protagónicas en las no tan lejanas series "Los gozos y las sombras" y "Pepe Carvalho", esta última tamb ién dirigida por Aristarain.
Viene de rubio, muy rubio, casi blanco. "Así me puso Héctor Olivera para «Una sombra ya pronto serás+ y le gustó luego a un cineasta español y en seguida a un director de teatro madrileño y ahora a Aristarain. Si el próximo me pide que vaya de rojo, así lo haré", sonríe Poncela, en la improvisada mesa de bar, en un set de filmación que da a la calle Guardia Vieja a la altura de Medrano. A pasos de allí, Aristarain dirige una escena de "Martín (Hache)" con unos músicos de rock muy jóvenes, entre los que se halla su propio hijo.
En la película, Poncela es uno de los cuatro protagonistas: "Son cuatro los que guardan relaciones buenas, malas, regulares, nefastas, incluso asesinas; una es Lucy (Cecilia Roth), de quien yo creo, al sintetizar, que es la fundamental entre los cuatro; sin Lucy esta historia no existiría: podrían desaparecer los otros tres, pero Lucy no".
El actor se va metiendo en tema. "El de Luppi es el personaje principal, el que viene de otro país del que se fue, el que extraña, que no se atreve a volver y que está en desgarro permanente, encerrado. Los demás somos una novia, el hijo y un íntimo amigo, yo. Este se parece a mí mismo, es un actor, tiene fama y prestigio, es poco convencional y vive peligrosamente, entre las drogas y el rock and roll".
"Pero en algo me gana el personaje -sonríe apenas Poncela-: tiene los pies bien puestos sobre la tierra y es muy equilibrado. Yo soy bastante equilibrado y fuerte, dentro de lo extravagante, no poseo esa cualidad de dominar la situación como la domina este hombre en el momento correcto".
Respecto de la condición de exiliado del carácter creado por Federico Luppi, "es un exilio verdadero -entiende Eusebio Poncela-, me duele, pero debo comprenderlo, desde la nueva vida, como algo positivo, porque todo cambio siempre lo es. Y no hablo desde mí, hablo desde la vida. Todo cambio implica dejar cosas atrás, aunque duela, pero es una evolución. El personaje de Luppi, por el contrario, ha decidido rendirse. Pero le queremos, porque no es un hijo de p... Sólo es cobarde".
"La novia -lo advierte el intérprete- es como un Werther femenino, que se suicida por amor. El hijo manifiesta toda la incertidumbre de los chicos de ahora. Cuando se habla de la exigencia de Adolfo, de las treinta tomas diarias, si trabajas con un equipo tan profesional, logras lo mejor."
Sobre la propia historia profesional, recuerda que comenzó en el cine y en el teatro casi simultáneamente y como protagonista, "sin que me dieran tiempo a probar mis límites. La primera película la hice dirigido por Emilio Martínez Lázaro, «Pastel de sangre+, y eran cuatro sketches de otros tantos directores. Ahí comenzamos unos cuantos: el director, creo que Marisa Paredes y hasta Charo López. Toda una generación. En el teatro comencé con María Dolores Pradera, en «Mariana Pineda+, de García Lorca, haciendo el galancillo".
La "movida" y después
Otra célebre película de las intepretadas por Eusebio Poncela es "Arrebato" -no estrenada en la Argentina-, de Iván Zuleta. Se la ubica entre los detonadores de la meneada "movida madrileña".
"«Arrebato+ es un clásico del cine español, una película que nos marcó a todos los que la hicimos, porque todos caímos en las drogas, en la heroína, por probar y probar, y mira lo que nos pasó... Afortunadamente, todos los que caímos en aquel problema de las drogas salimos, pero fue muy duro. La película merece la pena, porque si, además, hubiera sido mala... El film es eterno porque habla del amor, de las drogas y del cine, que son cosas eternas. El director es una persona de talento que, por desdicha, no ha vuelto a hacer nada más. Y es una obra que, aunque no sepas nada de ella antes, te asombra y demuestra su valor. Y ahí empezó la «movida+ o el «movidón+."
Por supuesto, Eusebio Poncela estuvo metido de cuerpo entero en aquel sacudón madrileño. "En ese mismo año, el «otro+ hizo «Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón+".
Era otro Madrid. Poncela asiente: "Si, era otro Madrid. Era otra época y éramos más jóvenes. Si tú miras hoy una Guía del Ocio madrileña, verás que hay mucha oferta de música y de lo que quieras. Lo que ocurre es que nosotros salimos menos. La película de la movida ya la hicimos y ahora estamos viviendo otra época y a la expectativa de cómo será.
Poncela acaba de decir "el otro" para referirse a Pedro Almdóvar. ¿Qué pasa? "Me pelée a muerte con él cuando hacíamos «La ley del deseo+, que es espantosa, aunque jamás la vi ni quiero verla. Se rompió una amistad fuerte. Quiero lo mejor para él, pero no quiero tenerlo cerca."
¿Le habrá ocurrido lo mismo a Almodóvar? "Le pasó lo mismo con Carmen (Maura), con Antonio (Banderas) y se ha ido quedando solo -se lamenta el actor-. Solo con el dinero y con su club de «freaks+ (monstruos). Hace poco le vi. Aunque se pone muy nervioso cuando me ve, lo noté más tranquilo y quizá un día despierte del cuento del dinero y de la fama y vuelva a hacer buenas películas. Con Pedro fuimos amigos desde siempre".
Los amigos de siempre
Los distanciamientos y las amistades largas llevan al tema del exilio -¿Los exilios interiores o los externos?, se pregunta Eusebio- y al recuerdo de que ya en Arrebato había trabajado con Cecilia Roth. "También con ella somos amigos desde siempre. En aquel tiempo estaban todos en España: Cecilia, Dina, su madre, Norman Briski, Norma Aleandro, Luis Politti... Todos. No sé por qué, pero en mi vida siempre estuve rodeado de músicos y de argentinos. Por desgracia tuve que concerlos en situación de exilio".
Hablando de argentinos, se recuerda que el actor, tras rodar "Una sombra ya pronto serás" (1993), permaneció un año en la Argentina. "Primero en casa de Fito Páez y de Cecilia Roth, hasta que me independicé de estos papis, viajé mucho, desde Formosa hasta Ushuaia, y trabajé en un corto extraordinario con Alejandro Maci, el joven director que está filmando el guión que dejó María Luisa Bemberg. La gente me reconoce por aquellas viejas series de la TV y hoy día porque, como vine sólo a promover el film de Aristarain, aparezco mucho en la tele".
No sólo vino a Buenos Aires para aparecer en la pantalla chica; también para hablar de negocios, pues tiene un proyecto de cine para comenzar el 6 de enero, pero sobre el que no quiere hablar. "Es ciencia ficción y muy interesante", dice solamente.
Un tema tabú para Eusebio Poncela, desde siempre, es su vida privada. "Es que mi vida es muy entretenida, pero es mía. Hay días en que estoy muy suelto y digo mucho, pero hablar de mí es una interferencia. Mi exhibicionismo sólo va por mi trabajo. Mi vida privada es mágica, soy de Marte. Puedes poner que voy al baño por las mañanas".
Se alarma cuando se le pregunta por sus maestros; parece no tenerlos y al contestar, señala que "los marginales de la calle fueron mis grandes maestros. También aprendes de los grandes con quienes trabajas".
Los personajes que interpretó lo tienen sin cuidado y de ninguno de ellos desea hablar Poncela: "No veo las películas que hago y acaso me queda un átomo de alguna de ellas al terminar, pero nada más.
Dicen las biografías que Poncela nació en el barrio madrileño de Lavapiés, pero él no está de acuerdo, porque "allí estaba la maternidad: yo soy de barrio de Vallecas; es un sitio bravo, donde aprendes rápidamente a defenderte en lo físico. Me vino bien porque simpre he sido un marginal tirando a sensible. A Vellecas le debo que le haya dado una capa de protección a mi personal sensibilidad: fue el taekwondo de la vida".
Hablar de la familia lo pone bien, le hace sonreír: "Tengo una hermana, con quien me llevo muy bien; es escultora y dirige una escuela gratuita para retrasados mentales. Mi padre fue un socialista que murió a los ochenta años ayudando a los demás. Mis madres, todas murieron. La última fue una cubana maravillosa de Guantánamo".





