
Basta
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Daffunchio y Sokol dejan de esperar el milagro en un disco potente y esquizofrénico.
Gracias a "Será", el tema que abría Esperando el milagro (2003, último paso por los estudios de grabación hasta aquí), Las Pelotas lograron trascender el gueto rockero, y sonaron en todos lados. Más allá de la fiebre por aquel mega hit, la elección de"Cuándo podrás amar" como cortina del programa Arde Troya de Matías Martinre vitalizó las ventas del disco ¿Para qué? (1998). Y gracias a las impactantes presentaciones en los diversos festivales que se multiplicaron por toda la Argentina en el último lustro, el grupo de Daffunchio y Sokol se transformó en uno de los números rockeros más contundentes que ofrece la escena actual. Como registro de esa energía alive editaron Show (2005), que incluye dos inéditos: "Hoy me desperté" y"Cómo se curan las heridas". Pero, ahora, Las Pelotas dicen Basta.
El comienzo es potente y arrollador.Un rocanrol de ritmo marcial, que suena a ametralladora. Podría decirse que marca la tónica del resto del disco, pero en realidad no sería correcto. Basta es, por sobretodas las cosas, un disco ecléctico, casi esquizofrénico. Porque de la marcha rocanrolera pasa a "Como un buey", una balada con aires folk y clima de despedida.Y de allí salta a un electro reggae: "Siento, luego existo". La máxima filosófica de Descartes sufre una modificación por el sentir, un verbo que aparece como recurso u obsesión a lo largo de variasde las canciones de este disco. El ritmo, aquí, es fluctuante. La trompeta del Pollo Gómez se luce sobre el bajo juguetón de Gaby Martínez, que suena a un juego de resortes contrapuestos, y que incita a un baile relajado. Con semejante nombre, "Dicen que la distancia" suena a bolero. Pero no, es un tema que, por los teclados que mete Schachtel y por su estructura, remite a The Cure: casi, casi, podría ser una versión en español de alguno de sus clásicos.
A partir de "Partidos", el disco entra en la sintonía clásica del grupo. Un sonido característico que incluye una base funky y la combinación de los brasses y las guitarras. Entonces, la seguidilla de "La brisa", "Buscando un cambio" y "Ya no estás" explora la veta más cancionera. Y la potencia de "Donde se esconden", que va en 7x4, remite tanto a Deep Purple como a una chacarera trunca. "Matrimanicomio", es un tema súper rockero que, igual a muchos otros del grupo, es caótico, denso y potente (tres adjetivos que sirven, también para definir a toda la producción).Pero en este caso parece compuesto especialmente para que se luzca el baterista Gustavo Jove.
Imaginen, ahora, un ejército de Demonios de Tasmania, girando y girando en un frenético a go go. Así es "Revolución". Un riff pegadizo que parece diseñado para producir un pogo colosal, con un solo ajustado de Pity Fernández, de Los Piojos. De a poco, la calma reaparece con "La marmota", un mid-tempo que suena levemente esperanzador. Casi como un bonus, o la calma que precede al huracán, aparece "Más que un deseo". Podría ser la canción final de un film incierto. Pero no. Será el leit motiv de un documental de Eduardo Walger sobre las Madres de Plaza de Mayo.




