Semanas antes de su disolución definitiva, el combo liderado por James Murphy dio en Groove una master class de punk y electrónica
¿Cómo es posible que una banda de pulso punk incendie una pista de baile? ¿Se puede caldear el ambiente de un boliche con un sonido sucio y de dientes apretados? James Murphy, cuarenta y un años recién cumplidos, aspecto desaliñado y (muy ocasionalmente) cencerro en mano, puede dar fe que LCD Soundsystem, el grupo que separará en cuestión de semanas, puede con eso y con mucho más también.
Detrás de una apariencia cuidadosamente descuidada (pantalón de gabardina, remera blanca y barba de tres días), el ya-no-tan-gordo Murphy se mostró en Groove como un director de orquesta para tiempos 2.0. Si en los discos de LCD Soundsystem, él es el responsable de casi todos los sonidos allí plasmados, en vivo es un agitador de la vieja escuela, un borracho de bar que comanda un grupo que sabe pasar del punk más neolítico y primitivo ("Drunk Girls") a la expresión más minimalista de la electrónica actual ("Get Innocuous!") con una soltura remarcable. Al costado derecho del escenario, Pat Mahoney, eterno ladero de Murphy desde DFA, sostuvo el ritmo con firmeza mientras el resto de los integrantes rotaron entre guitarras, bajos, teclados analógicos y sets de percusión.
Un predio desbordado dio la pauta de que todos –o al menos mucha gente- querían ser parte de un momento cuasi histórico. Es que, amén de que esta fue la cuarta visita del combo neoyorquino- , el grupo confirmó vía Facebook que pasará a mejor vida a partir de principios de abril, tras una despedida definitiva en el Madison Square Garden. Tal vez por eso mismo, el espíritu imperante en Groove era el de "ahora o nunca". No importó que el sonido jugaba en contra del piano juguetón de "All My Friends", o que la versión de la delirante "Daft Punk Is Playing at My House" estuviera lejos de lucirse. A partir del anuncio oficial, el show pasó de recital a evento, y nadie quiso perder la oportunidad de dejar su rúbrica en algo que, quizás, algún día sea un hito.
De clara impronta neoyorquina, LCD Soundsystem logró condensar en tan sólo tres álbumes lo más notable de la ciudad que los vio nacer, así como también sus miserias más sombrías, como lo dejó en claro ese hermoso pase de factura llamado "New York, I Love You, But You’re Bringing Me Down". Hay algo de Talking Heads (chequeen "Home"), otro poco de la no-wave asfixiante de Suicide y mucha (pero mucha, eh) escuela post punk global con el cencerro como educación obligatoria. Murphy, eterno melómano y agudo productor, supo hacerse cargo desde el vamos con su primer hit (la autocrítica "Losing My Edge"), un pequeño manual didáctico que menciona y evoca a Modern Lovers, Pere Ubu, Lou Reed y Scott Walker, entre tantísimos otros. De la misma manera, su banda supo tener y tiene integrantes y colaboradores de lo más notable de la camada S XXI del género: The Juan MacLean, !!! y Hot Chip.
Después de un fin de show agitado y agitador con "Movement", "Tribulations" y "Yeah", los bises fueron bajando el clima de fiesta con "Someone Great" y la ya mencionada "New York…". Entonces, de a poco la euforia se transformó en nostalgia. Como bien lo recordó Murphy, sólo quedan cinco fechas antes de su disolución. LCD Soundsystem cantó en Groove su canción del cisne, y solo queda esperar a que su ideólogo y principal motor decida emprender un nuevo camino. Mientras tanto, gracias por todo, James.
Por Joaquín Vismara
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