Lo que no salvó la ópera lo rescató el pop
Prima Donna, un concierto sinfónico visual / Música: Rufus Wainwright. 7 Libreto: Rufus Wainwright y Bernadette Colomine. / Dirección orquestal: Bernardo Teruggi. / Cantantes: Guadalupe Barrientos, Oriana Favaro, Carlos Ullán. / Funciones: viernes y sábado últimos, en el Teatro Colón.
Hace unos cuantos años, desde 2009 más exactamente, que Rufus Wainwright viene batallando con el berretín de su ópera Prima Donna. Criado en el seno de una familia de músicos, Rufus inició sus estudios de piano a los 6 años y encontró refugio en la ópera cuando sus elecciones sexuales en la adolescencia no fueron precisamente celebradas por su entorno.
Presentada en Nueva York, Manchester, Londres y Toronto, entre otras ciudades, Prima Donna fue por lo general despreciada por la crítica especializada. Catalogada en más de una ocasión como chic, vacía y argumentalmente pobre, tiene como protagonista a Regine Saint Laurent, una experimentada soprano retirada que duda en volver a los escenarios para cantar Aliénor d'Aquitaine, la ópera que marcó su retiro, seis años atrás. La inspiración principal para Wainwright fue la famosa soprano Maria Callas: luego de ver varias entrevistas que le hicieron en diferentes momentos de su carrera, decidió escribir esta ópera de dos horas y media de duración de la que se vio apenas una selección en las dos fechas organizadas en el Teatro Colón.
Teóricamente, Prima Donna fue rechazada por el Metropolitan Opera de Nueva York porque Rufus la escribió en francés y se negó a traducirla al inglés. Pero no son pocos los que sospechan que las razones fueron otras, más relacionadas con la calidad del trabajo. Concebido como un "concierto sinfónico visual", el fragmentado espectáculo que se vio en el Colón combina la sobrecarga orquestal al estilo de Wagner o Kurt Weill con una trama banal e inconexa, acompañada por imágenes de fondo que no aclaran demasiado ni son especialmente inspiradas.
Los cantantes elegidos para esta presentación en Buenos Aires -Guadalupe Barrientos, Oriana Favaro y Carlos Ullán- hicieron lo humanamente posible con ese material difícil, apoyados por la eficaz orquesta dirigida por Bernardo Teruggi. Pero más tarde también protagonizaron uno de los momentos más emotivos de la velada. Luego de un breve intervalo, Rufus volvió al escenario para interpretar un set de una decena de canciones que incluyó una hermosa versión de "Hallelujah", estupenda canción de Leonard Cohen que también han cantado John Cale (quien toca en Buenos Aires el próximo 3 de marzo) y Jeff Buckley. Allí, el cantautor nacido en Nueva York y criado en Canadá cedió generosamente el protagonismo a Barrientos, Favaro y Ullán. Fue un gesto sensible y, a juzgar por el resultado, sensato. Con camisa blanca, pantalones negros y una capa negra con detalles dorados que tomó prestada del vestuario del Colón, Wainwright se lució en un minishow que dejó al público con ganas de más. Habló del matrimonio igualitario (casado desde 2012 con el productor teatral alemán Jorn Wiesbrodt, claramente no estaba enterado de que en la Argentina existe la ley que lo permite), lanzó algún dardo contra Donald Trump y cantó con la solvencia habitual, acompañado por la orquesta de Teruggi y un piano de cola con el que se sintió visiblemente suelto y a gusto.
Además de "April Fools", "Cigarettes and Chocolate Milk" y "I Don't Know What It Is", todos grandes temas de su repertorio editados entre 1998 y 2003, presentó "Argentina", una canción de tono amoroso muy simple en la que también se mencionan otras ciudades sudamericanas (Brasilia, Montevideo). Fue sin dudas lo más destacado de la noche: en el terreno que conoce mejor, el de esas canciones atemporales cargadas de una emotividad muchas veces cursi pero rabiosamente honesta, herederas de las coloridas aventuras musicales de Van Dyke Parks, Randy Newman y Brian Wilson, Rufus Wainwright brilla como una gran vistosa capa de lentejuelas.
Nuestra opinión: bueno.
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