
Magia y emoción en un nuevo musical
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"El fantasma de Canterville". Versión del cuento homónimo de Oscar Wilde. Intérpretes: Damián Iglesias, Giselle Dufour, Christian Alladio, Ana Fontán, Adriana Rolla, Leandro Gazzia, Cristian De Marco, Sebastián Bignone, Agustina Mayeregger, Nacho Medina, Mariano Depiaggi, María Julieta Jiménez, Gabriela Bevacqua, Hugo Leiva y Ariel Moya. Coreografía: Daniel Fernández. Diseño de escenografía y vestuario: René Diviú. Música original, orquestaciones y dirección musical: Angel Mahler. Libro, letras, puesta en escena y dirección general: Pepe Cibrián-Campoy. En el Teatro del Globo. Estreno: 12 de julio de 2003.
Nuestra opinión: Muy bueno
El famoso cuento de Oscar Wilde, que tantas relecturas ha resistido al cabo de los años, acaba de estrenarse en Buenos Aires en una nueva versión, esta vez de Cibrián-Campoy y Mahler. La dupla que tantos musicales creó desde finales de la década del 80 está conmemorando los 20 años de trabajo en conjunto y lo celebra con esta experiencia que la muestra en una buena etapa creativa.
La historia de Wilde sufre aquí algunas variantes (nombres de los personajes, procedencia de los sirvientes, realidad social del prometido de la hija de la familia Otis), sobre todo en lo que hace a la relación entre el fantasma y Virginia. El es un joven apuesto que enamora a la muchacha y, de alguna manera, el espectáculo cumple con una frase que ella dice en el final del original: "Le debo mucho (al fantasma). Me hizo ver lo que es la vida, lo que significa la muerte y por qué el amor es más fuerte que la muerte". De esta manera, Cibrián-Campoy, si bien cambia el sentido, lo vuelve algo de tanta plenitud que lo torna más fantástico y por ende más sensible, sin apartarse tanto del mensaje de Wilde.El espectáculo también resulta una fuerte crítica a las conductas y costumbres de los norteamericanos.
Mucha magia
Desde la puesta, los integrantes de la familia Otis están construidos con trazos muy gruesos y esto los transforma en seres torpes y ridículos.
Desde la iluminación se generan climas bien diferenciados para uno y otro mundo. El marco familiar y las andanzas de los personajes dentro del castillo tienen una luz muy pura que permite visualizarlos al extremo, en tanto que el espacio del fantasma promueve continuamente la ensoñación. Así también se detallan dos realidades, la de una cotidianeidad plagada de miserias y otra muy pura, muy na•ve , a la que a veces es necesario llegar -o apenas aproximarse- para descansar de tanta brutalidad.
La música creada por Angel Mahler apoya estos criterios descriptos. Está cargada de reminiscencias norteamericanas, inglesas, y por momentos juega con ciertos ritmos orientales.
La compañía tiene una fuerte vitalidad y aunque todos ellos son muy jóvenes y a sus voces les falta esa calidad que sólo aporta la experiencia creativa, aun así desarrollan un trabajo intenso.
Son muy atractivos el marco escenográfico y el vestuario, creados por René Diviú. El artista consigue imponerse con diseños simples pero muy potentes en su significación.
Esta nueva lectura de "El fantasma de Canterville" es sumamente atractiva y también conmovedora, por momentos carga las tintas con una magia que sorprende al espectador.
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