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En un momento en que el sexo y la violencia extremos están al alcance de la mano las veinticuatro horas del día, los 365 días del año, con sólo hacer un clic en un mouse, ser la encarnación del Demonio es un trabajo que paga cada vez menos. Y sin embargo, Marilyn Manson sigue dispuesto a hacerlo. En 1996, estribillos como "You’re as pretty as a swastika" [sos linda como una esvástica] o "it’s Arma-goddamnmotherfuckin’- geddon" [es el reputo día del reputísimo juicio final] podrían haber escandalizado a alguien, pero en 2009 ya nadie se alarmaría con letras como ésa. Los mejores momentos están en las baladas, como la blusera "Four Rusted Horses". En esas canciones, casi podría decirse que Manson se vuelve atractivo: sólo un tipo alto y melancólico con pintura en la cara. Es un cargo menos glamoroso que el de Anticristo Superstar, pero por estos días, le queda mejor.



