
Más horror que belleza
"Monteverdi método bélico (M.M.B.)", de Veronese, Alvarado y Wehbi, con textos de Torcuato Tasso y Francesco Petrarca sobre madrigales de Claudio Monteverdi y Sigismondo D´India. Intérpretes: Ana Alvarado, Emilio García Wehbi, Felicitas Luna, Jorge Sánchez, Julieta Vallina y Guillermo Arengo; Ensamble Elyma, dirigido por Gabriel Garrido, y los cantantes Bárbara Kusa, Alicia Borges, Pablo Pollitzer, Fabián Schofrin, Furio Zanasi y Alejandro Meerapfel. Dramaturgia: Dieter Welke. Vestuario: Roxana Bárcena. Iluminación: Alejandro Le Roux. Animación electromecánica de muñecos: Christian Pastrian. Dirección musical: Gabriel Garrido. Dirección general: Daniel Veronese, Ana Alvarado y Emilio García Wehbi. Duración: 87 minutos. En el Teatro San Martín. Funciones: hasta el 31 de este mes.
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"La música debe estar al servicio de la palabra y no la palabra al servicio de la música." Este principio, que la Camerata Florentina pregonaba allá por el 1600, fue seguido por Claudio Monteverdi para innovar la lírica dramática del siglo XVII.
El Periférico de Objetos, con su estilo que incluye muñecos y omite la palabra como elemento de comunicación, toma los madrigales de Monteverdi para poner a su servicio la imagen visual. El resultado es "Monteverdi método bélico" y, como su nombre lo sugiere, la violencia adquiere la supremacía en todo el espectáculo.
Torcuato Tasso, en "Jerusalem liberada", obra poética sobre la que se basa Monteverdi para sus madrigales guerreros y amorosos, plantea la cruzada emprendida por los cristianos para liberar la ciudad santa en manos de los sarracenos. Asedio, combates, luchas cuerpo a cuerpo, espadas de por medio, invocaciones divinas, son los ingredientes del poema épico del compositor italiano.
Como un contrapunto semántico, El Periférico de Objetos apunta sus cañones estéticos hacia las sociedades modernas, donde la lucha se establece fuera de los límites del campo de batalla y las víctimas, además de numerosas, por afectar a la población civil, son inocentes.
Frente al lirismo del madrigal, una poética cruenta que toma el cuerpo humano como protagonista. Es decir, la deformación, la tortura, el castigo que se imprime a la masa de músculos, nervios y huesos humanos.
Todo esto, con el fondo musical de Monteverdi, produce un estado de extrañeza que, por momentos, no encuentra bases para el esclarecimiento racional. La belleza y el horror van parejos y no es fácil encontrar en qué punto se comunican o fusionan.
Las tres partes del todo
El espectáculo no presenta una estructura dramática: está dividido en tres partes: "Concierto barroco", "Teatro de sangre" y "Opera quirúrgica", que parecen no guardar relación con una línea unificadora: el único factor en común es la crueldad que se elabora en las imágenes.
La primera de ellas es la presentación musical, y son los mismos cantantes los que van a introducir la escena, donde hasta el director de orquesta participa.
La situación está ambientada en una audición, no se sabe para qué, donde los participantes esperan su oportunidad (probablemente de vivir). Cuando llega el turno, la mayoría expresa diferentes grados de castigo físico, mental y emocional; por un motivo u otro son interrumpidos y vuelta a esperar, casi como en una instancia beckettiana donde la vida parece ser un círculo sin fin.
En esta secuencia aparecen los muñecos, a escala humana, como una enigmática presencia que expone, juntamente con el comportamiento del manipulador electromecánico de los objetos, actitudes fascistas.
En el "Teatro de sangre", las imágenes son más cruentas y, como el nombre lo señala, literalmente anegadas de sangre por autoflagelación. Mientras tanto, continúan los acordes de los madrigales de Monteverdi, con textos de Tasso, D´India y Petrarca, que también hablan de la muerte, pero en una línea mucho más poética.
No falta el ingrediente amoroso en las letras de las canciones, pero en la estética de El Periférico el sentimiento se traduce en secuencias hedonistas de fuerte contenido erótico, también con la participación de muñecos a escala, que reproducen escarceos sexuales carentes de cualquier emoción.
La tercera parte, "Opera quirúrgica", como su nombre lo indica, remite a una operación del corazón realizada sobre un muñeco y transmitida en imágenes a una gran pantalla de video que reproduce las instancias en que se realiza la incisión y se hurga en el pecho del muñeco, hasta extraer el corazón sanguinolento.
El espectáculo así concebido no presenta fisuras en el aspecto técnico ni en la minuciosa factura estética que lleva el sello personal del grupo. En este sentido, la propuesta es de gran seriedad y profesionalismo. El reparo se encuentra en la efectividad de algunas imágenes, cuerpos sangrantes colgados, por ejemplo, que se imponen sobre la atención y distraen de la melodía y el texto de los madrigales.
Códigos herméticos
Por otro lado, si bien como quedó demostrado con el gran guiñol la sangre puede llegar a tener un valor dramático en sí mismo, este estilo, si se aplica a todo el género humano, resulta difícil de asociar con las composiciones del músico italiano. Es como un ensamble que chirría, que no encastra adecuadamente.
Es probable que muchos espectadores queden desconcertados ante este tipo de propuesta, ya que resulta difícil descifrar algunos de los códigos empleados por el grupo y que, por la recurrencia, parecerían tener algún significado especial. Como también tratar de colocar en el conjunto las situaciones patéticas que movilizan la risa. Queda demostrado que es inútil encontrar en la razón algún proceso decodificador a una propuesta que apunta más a las emociones que al intelecto.
Si se deja guiar por la percepción sensitiva, entonces puede encontrarse con un producto cruento, exacerbado en la crueldad, provocativo y sin piedad para lo que representan esos mortales que transitan por escena.
En todo caso, se trata de un producto estético personal, bien interpretado por el grupo, que trata de componer una metáfora sobre el significado despiadado de la guerra en los tiempos modernos, que no tiene finalidades ultraístas y que afecta indiscriminadamente aun a aquellos que viven por la paz. Es una forma de denuncia.
En este sentido, el espectáculo es provocador y puede no encontrar un eco masivo. De cualquier forma, se nota cada vez más que El Periférico de Objetos utiliza símbolos de significación hermética y por lo tanto más distanciadores.
Tal vez es su intención. El riesgo que corre es transgredir los límites del placer estético y convertirse en una máquina productora de horror que, a pesar de las palabras de Veronese en el programa de mano, difícilmente pueda llegar a convertirse en belleza.
Los hermanos Marx
El espectáculo incorpora imágenes en video de "Una noche en la ópera", film de los hermanos Marx. La imagen en cuestión es aquella en que Harpo, durante la representación de la ópera, aparece descolgándose de las bambalinas y utilizando las cuerdas de los telones para sus huidas tarzanescas. Un toque de humor que, dentro de "Monteverdi método bélico", rayaba en la locura.
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