Pasó más de una década desde que Mon Laferte dejó Chile para instalarse en Ciudad de México, decidida a comenzar su carrera como música. En enero, la misma ciudad que la vio girar por bares interpretando covers que llegó a detestar, la tuvo sobre el escenario del Palacio de los Deportes repasando su trabajo ante unas 20.000 personas. Se trata del show con el que Laferte cerró la gira de Norma (2018), en un lugar que, en lo que a mística refiere, es comparable con llegar a tocar en Obras para un músico argentino, pero en un espacio que lo dobla en capacidad. "Este concierto cerró una gran etapa de mi carrera", dice a Rolling Stone antes de su viaje a Argentina para tocar en el Cosquín Rock 2020. "Soy consciente de que ya no soy la ‘cantautora novedad’ y de que ahora empiezan mis desafíos reales en la música".
En los últimos meses, Laferte se encontró dedicada a vestir las canciones de su próximo disco. También lanzó "Paisaje Japonés", "Chilango Blues", "Canción de Mierda", y "Plata ta tá", con sus respectivos videos. Mientras que Norma (2018) fue un disco conceptual sobre las relaciones de pareja, que compuso con su guitarra y que grabó en una sola toma -sin recurrir a usar distintas capas de sonido- Mon intuye que su próximo disco podría irse al otro extremo. "Creo que será más un popurrí de canciones de distinta naturaleza, y es probable que muchas de ellas empiecen a partir de beats". Quizás en "Plata ta tá", el reggaetón combativo con el que incursionó por primera vez en los géneros urbanos, pueda haber alguna pista del norte de su próximo álbum.
En paralelo, a Mon se le ocurrió armar un show acústico llamado Sola con mis monstruos, que girará por varias ciudades. Son 18 canciones, en su mayoría propias, aunque también incluye homenajes a Édith Piaf (hay un cover de "La Vie en Rose"), y a Violeta Parra (con una versión de "El gavilán"). "En 2019 hice tantos conciertos con más de 10 músicos sobre el escenario, que de repente me vinieron ganas de volver a estar sola con mi guitarra en un acústico y hacer algo pequeñito, muy íntimo", explica. "Es un concierto que viene de mis ganas de experimentar y me sirvió para retomar mi vínculo con la guitarra". El primer show en vivo de esa presentación, se grabó y se irá emitiendo por capítulos a través del canal de YouTube oficial de la cantautora.
Hace apenas un par de meses, mientras el mundo miraba a Chile por las manifestaciones que se registraban en todo el país, a Mon le tocó recibir una de las distinciones más importantes de su carrera: el Grammy Latino al Mejor Álbum Alternativo. Tuvo que elegir entre aprovechar la visibilidad que le daba el respaldo de una industria o sonreír a la cámara, tomar su galardón y volver a su casa. "En Chile torturan, violan y matan" escribió sobre su pecho, y se quedó en plena alfombra roja con el torso desnudo frente a fotógrafos de medios de todo el mundo. "Creo que generar esa conversación siempre va a estar bien", dice la artista. "En un par de años voy a entender mejor lo que ocurrió, pero estoy muy tranquila de haber podido manifestarme así".
¿Qué tipo de quiebre marca tu show en el Palacio de los Deportes (CDMX)?
Pasaron 13 años desde que llegué acá. Mis primeros shows fueron en lugares muy pequeños, en los que tocaba canciones ajenas para personas que con suerte me escuchaban de fondo en sus conversaciones. Así empezó un ciclo que estoy cerrando en un show grande en el que toqué mis propias canciones. Más allá de los números, todo lo que ha pasado en esta década me cambió mucho a mi y a mi forma de componer. También cambié mucho yo, mi forma de componer. Creo que lo que viene es una etapa mía que creativamente será más lúcida, y que quiero transitar sin olvidarme de que hago música para pasármela bien.
¿Querer hacer un show como Sola con mis monstruos tiene que ver con haber alcanzado esa masividad?
Sola con mis monstruos viene de mis ganas de experimentar. Lo armamos primero en el Lunario del Auditorio Nacional (CDMX) para lo que me puse a hacer las muñequitas que se ven sobre el escenario, que armé con mi mejor amiga. Para mí fue construir un espacio personal y me la pasé tan bien, y tuvo tan buena repercusión entre el público, que decidimos llevar esa producción, relativamente fácil de recrear, a otros espacios.
También las decisiones técnicas de Norma tienen una voluntad de volver a lo artesanal.
Fue un poco en el mismo sentido. Quería que quedara la huella humana, que se escuchara un poco de error, la respiración, la agitación. Ensayamos cuatro días y nos metimos a los estudios de Capitol Records, en Los Ángeles, y lo grabamos en una sola toma y sin repetir nada. Es todo al revés de cómo funciona la música hoy. Cuando lo pensamos, mi idea de era hacer un álbum que le tomara una foto a las relaciones de pareja, este amor romántico estereotipado que tenemos hoy, y que eso se acompañara de 10 videoclips y una película, que todavía no salió y no sé cuándo lo hará. Respecto a Norma me siento un poco un deuda, porque aún me ha faltado mostrar todo el material.
¿Tu próximo disco va a seguir alguna línea similar en lo técnico o en lo conceptual?
Todavia no lo sé exactamente, hay muchas canciones que recién estoy maquetando. Algunas nacieron de bases electrónicas, a diferencia de las de Norma, así que de repente quiero salirme de lo orgánico y trabajar más con la tecnología.
Antes decías que tu trabajo comienza una etapa nueva, más adulta. ¿De qué forma te interesa trabajar la voz en adelante?
Creo que tengo muchos más recursos ahora y quiero explotarlos al máximo. De repente quiero saltar de lo más minimalista a lo más laborioso, escandaloso o virtuoso. Creo que mi música ha explorado tantos ritmos y jugado por tantos sitios que en el próximo disco quiero recorrer todos los aspectos de mi voz con libertad.
Tuviste un paso fugaz por una escuela de canto lírico, ¿te interesa ese tipo de espacios de educación formal para trabajar en tu voz?
Cuando lo hice fue porque me ofrecieron una beca para estudiar. No quisiera hablar mal de nadie, pero era un lugar muy elitista y yo no tenía dinero ni para comprarme los cuadernos que me pedían. Cantaba en la calle para ayudar a mi familia, pero la maestra me decía que si lo seguía haciendo me iba a romper la voz. Al año y medio lo dejé: elegí romperme la garganta en la calle. Estudiar en ese momento, en ese lugar y con esas condiciones, era incompatible con mi vida
¿Y en este?
Hoy me entusiasma, pero esperaría a ser mayor. Me encantaría ser viejita y convertirme en una de esas abuelas que estudia, y creo que sería mucho más interesante de hacer con toda la experiencia a cuestas. Además, me encanta la idea de hacerlo todo al revés.
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