A corazón abierto
Recuperada, la cantante presentarásu disco "Corazón libre", en el Gran Rex, tras regresar al folklore y pasar por los festivales del país
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Mercedes llega caminando a velocidad crucero y dice: "Estoy bien, realmente bien". La sonrisa se le dibuja en su cara de luna llena hasta que ve en el medio de la sala un sillón con un cobertor rojo que corta con la prolija estética del living. "Por favor, saquen eso. No queda bien", refunfuña. María, su asistente, solícita deja satisfecha a su amiga y le trae un té.
En esa charla matiné con la artista más grande de la música popular argentina se cuelan todos los temas, la relación madre-hijo, su pasión por los autos, su infancia pobre, los años de bohemia junto a la creme intelectual de los años sesenta, y la presentación oficial de su último disco, "Corazón libre", que grabó para la Deutsche Grammophone, y presentará el martes y el miércoles, en el teatro Gran Rex.
Una entrevista con Mercedes es como un rompecabezas de recuerdos o comentarios familiares que desliza con la intimidad de una vieja amiga. De golpe puede ponerse a cantar a cappella, con esa voz fresca y reveladora, el huayno "Sube", y se recuerda en un show en el Monumento a la Bandera en Rosario: "Mientras cantaba «sube, sube, bandera del amor», veía cómo la bandera se movía, era como si me escuchara y se pusiera contenta por cantarle. Me sentí feliz, era como un premio que me daba Dios después de tanto sufrimiento".
Habla del auto nuevo, un Volvo que compró y maneja su hijo para llevarla de un destino a otro. "Pero no me interesa tener un auto así para que digan: «Mirá cómo triunfó La Negra». Es sólo por comodidad." Recuerda cuando andaba en autopista a 140 kilómetros por hora. "Me gustaba la adrenalina, la velocidad", confiesa. También recuerda el primer auto que tuvo cuando convivía con su último esposo, Pocho: un Peugeot 404, y tampoco olvida los largos viajes en la segunda clase del tren Belgrano, que hacía con su madre. "Siempre me sentí un poco así, entre Buenos Aires y Tucumán."
Mercedes tuvo una infancia pobre. Ahora trata de disfrutar lo que tiene. Dice que logró una buena relación con su hijo y eso la tranquiliza. "Ya no discutimos. Aprendimos a entendernos. Los dos tenemos nuestro carácter, pero no queremos estar más separados como en algún momento, que no nos vivimos por nueve meses. Ahora él se siente responsable por su madre y eso le hace bien." Fabián, su único hijo, maneja sus asuntos artísticos y también el auto que la lleva de un lado a otro. "A mí me gustaba manejar, pero ahora prefiero que maneje Fabián y yo disfruto del paisaje."
Nunca le gustó el avión, así que se desplaza por las rutas argentinas en coche. No parece cansada a pesar de los miles de kilómetros recorridos en auto desde que reapareció en aquel primer concierto en el Salón Blanco de la Casa Rosada en septiembre de 2005. A medida que se fue recuperando su agenda de recitales fue más intensa: el Festival Músicas de Provincia, Tucumán, Punta del Este, Cosquín, Mendoza, Hotel Faena, Rosario, el Rosedal de Palermo. Fue un buen precalentamiento antes de la presentación oficial de su disco "Corazón libre", donde regresó al sonido acústico y a un repertorio notable de temas folklóricos. "En mi concierto quiero que esté Luis Salinas, al que todavía no pude conocer. Ojalá pueda estar conmigo Eduardo Falú; también les voy a pedir que vengan a Rafael Amor y Javier Casalla, que toca hermoso. Albertito Rojo ya confirmó, se viene de Estados Unidos especialmente. Con mis músicos estamos ensayando y será la primera vez que haremos todas las canciones del disco", adelanta.
-¿Qué tiene que tener una canción para que esté en su repertorio?
- Belleza, belleza, belleza.... Me tienen que gustar la letra y la música. Yo recibo muchos discos en mi casa, pero a veces me enamoro de una canción en la voz de otros intérpretes, como un tema jujeño que hace la Mónica Pantoja. También hay autores como Fandermole que me gustan mucho, o gente como el Chacho Muller, que tiene unos temas muy bellos. Siempre aparecen canciones nuevas, pero ahora quiero cantar las de "Corazón libre".
- ¿Piensa que algunos de estos temas se pueden convertir en clásicos con el tiempo?
- Eso no lo puedo saber. Primero empiezo cantando un tema porque me gusta y después la gente lo termina convirtiendo en un clásico. Pero no está en mis manos. Lo único que yo puedo hacer es elegir un hermosa canción. A mí me pasó con "Balderrama", que cuando yo la empecé a cantar fue para hacerle un homenaje al Dúo Salteño y al Cuchi Leguizamón y mire lo que perduró.
-Este disco significó su regreso. ¿Ahora que está recuperada lo puede disfrutar más?
-Es un disco que sufrí al hacerlo. Pero ahora estoy realmente feliz de haber vuelto a cantar.
Se la nota entera. Menos frágil que cuando recién apareció tras ese largo período de depresión y enfermedad. Ya baila en los escenarios. "A pesar de tanto sufrimiento creo que Dios me premió. El amor que recibo de la gente creo que no lo había sentido nunca. Sobre todo en Cosquín y en Tucumán. Recién ahora me sentí querida en mi provincia. Es más, el gobernador me lo confesó: «Los tucumanos teníamos una deuda con usted»."
Habla de Tucumán y se acuerda de su infancia y sus padres. "Mi mamá trabajaba como lavandera en el Ingenio Guzmán y mi papá en las sabaleras, que era donde estaban los hornos, el trabajo más duro. Pero no nos hacían sentir la pobreza como una desgracia. Siempre había gente que nos ayudaba, como la familia Toledo de Santiago. Siento que tuve una vida de grandes logros, alegrías y también dolencias."
-¿La música le brindó su momento de mayor felicidad?
-Para mí el momento más feliz de mi vida fue cuando le vi la cara a mi hijo después de nueve meses. No hay nada en el mundo que se compare a eso. Fue lo más grande que me pasó.
-Pero cantar parece que le devolviera siempre la vida.
-Antes de llegar a ser una artista conocida tuve muchos momentos duros. Pero la música me dio muchos momentos felices.
-Recuerde uno...
-Cuando todavía no me conocían en Buenos Aires yo trabajaba en una cooperativa. Allí tenía una piecita donde todos los jueves hacíamos guitarreadas. Con Matus cocinábamos locro y Armando Tejada Gómez venía con sus amigos escultores, poetas y pintores, como Carlos Alonso o Castagnino. Yo cantaba para ellos y pasaban cosas hermosas. No teníamos casi nada y éramos felices con eso.
Le avisan que está cantando por la tele "Luna tucumana". Ella se queda mirando al techo, como si buscara el cielo de su provincia. Luego se despide afectuosamente y se pierde otra vez a pasos cortos y rápidos. Lo último que se le oye decir es: "Me voy a estudiar".
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