Airbag en Lollapalooza: “Algunos quieren ser Coca-Cola, pero nosotros queremos ser los Beatles”
Este trío de hermanos sigue siendo un rara avis de la industria musical argentina; volvieron a demostrar por qué en el primer día del festival
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“Bienvenida Miley al mejor país del puto planeta”, dice Guido Sardelli, uno de los integrantes de Airbag sobre el escenario de Lollapalooza, y mientras ellos le hacen su regalo la estadounidense se prepara para salir a escena. Las palabras del músico acompañan el solo de guitarra de su hermano, Patricio, que toma el instrumento y lo hace pasear por todo lo escenario mientras lanza acordes al aire. En un momento, se lleva el instrumento a la cara y los toca ¿con los dientes? Entonces, ese show de cuerdas muta hacia el Himno Nacional, y la gente acompaña como si estuviera en la cancha.
Tras ello, Patricio pregunta: “¿Hay algún guitarrista acá?”, un joven sube a escena, el líder de la banda le da algunas indicaciones y remata: “Un aplauso para Tomás, le damos a la bienvenida”. Casi como si hubiese estado planeado, el espectador elegido deslumbra con la guitarra y el resto de la banda lo acompaña improvisando. Un talento en la tribuna.
En este espectáculo van de temas del último disco Al parecer todo ha sido una mentira, a otros que sellaron su carrera y con los cuales marcaron a una generación entera, como “Cae el Sol”. Y mientras actúan abundan los gestos de argentinidad. De hecho, cuando terminan de hacer “Solo aquí”, su propio himno y último tema de su actuación en el festival, empieza a sonar el tango “Por una cabeza” y el tercero de los hermanos, Gastón, agarra el micrófono para entonar algunos versos antes de cerrar oficialmente su paso por el Lolla con un sapucaí.
Antes de salir, Guido Sardelli se toma unos minutos para conversar con LA NACION, contar cómo es la previa a un show de esta magnitud, reflexionar sobre la industria de la música y recordar sus comienzos cuando, junto a sus hermanos, Gastón y Patricio, que completan el trío que conforma Airbarg, hacían covers en una banda llamada Los nietos de Chuck Berry.
-¿Qué tiene este festival de especial?
-Es un festival que tiene muy buena onda y la gente está muy predispuesta a escuchar todo, que está bueno. Tanto las bandas como la gente la pasan bien porque vienen a disfrutar. Independientemente de quién toque está bueno por lo que genera en el público, así que acá estamos haciendo nuestro aporte musical, pero el festival en sí tiene su peso propio.
-¿Tienen alguna costumbre o ritual previo?
-Somos lo más tranquilos, no tenemos rituales ni ponemos todos las manos en el centro, ni tenemos un protocolo para arrancar. Sí tenemos procesos internos, pero nada que uno exteriorice demasiado. Para nosotros tocar es lo más sencillo, es lo que hicimos toda la vida. Para mí subirme a tocar es como estar en mi casa, en la sala de ensayo, en mi agua. Soy un pescado nadando donde tiene que estar.
-Su primer disco, Airbag es de 2004, con lo cual son una banda de casi 20 años, ¿qué cambió desde el arranque?
-Siempre fuimos así y de más chicos peor porque, cuando sos más chico, tenés el descaro que no nos importaba nada, literal, y vas al frente, a matar. Depojado. Pero, cuando sos más grande, te das cuenta que hay un montón de gente trabajando detrás de la música. Entonces, te empieza a picar el bicho de la responsabilidad.
-¿Cuál es el plus de tener una banda de hermanos?
-Lo que tiene de bueno es que todos venimos del mismo lugar y eso de alguna manera te ubica en tiempo y espacio. En las buenas y en las malas esas cosas se notan. Hay cariño y ahí reside la posibilidad de atravesar obstáculos. Hay muchas bandas que son buenísimas, pero no se quieren y se nota en el escenario.
-¿Qué tiene Airbag de “Los nietos de Chuck”?
-Todo. Nada más cambiamos el nombre. Ese era el nombre de nuestra primer banda, cuando hacíamos covers. Lo cambiamos cuando un amigo nos dijo que, como ya hacíamos nuestros temas, teníamos que buscar otro nombre que no tuviera que ver con Chuck Berry. Cambiamos el nombre, pero en esencia somos esos tres pibes de Torcuato que tocaban donde podían, aunque hoy en día tocamos en lugares mucho mejores, gracias a Dios y a que la gente escucha nuestras canciones y nos viene a ver. Que es increíble. Si por las cosas de la vida no hubiésemos tenido reconocimiento, estaríamos igual tocando en una sala de ensayo, en un bar o en un cumpleaños de amigos. La vida nos premió el laburo, pero la esencia es esa: somos tres hermanos tocando música y disfrutando.
-¿Cómo se plantan hoy ante la industria con tanto recorrido hecho?
-Nosotros somos de una generación que históricamente se peleó con la industria de la música. Ahora está cambiando el paradigma porque hay una nueva generación que se lleva súper bien y está súper integrada con la industria, y eso a las bandas como la nuestra las pone en una situación distinta y extraña. Diría que nosotros renegamos con la idea de ser exitosos y convertirte en una especie de empresario. Las nuevas generaciones todo lo contrario. No les interesa otra cosa más que generar ingresos. Yo de chiquito quería ser astronauta, arqueólogo o lo que sea, y hoy los chicos quieren ser empresarios ¿Cómo me llevo con la industria? Me llevo bien, pero no es un lugar donde esté cómodo. Estoy cómodo arriba del escenario donde quizás estoy alejado de todo eso y estoy en mi mundo. El resto son consecuencia de subirme al escenario. No es que me entusiasme la idea de sacar una cadena de restaurantes “Airbag”. Todas las bandas de rock siempre han criticado a Kiss porque quería ser Coca Cola y no los Beatles, y las bandas queremos ser los Beatles. Las bandas, como la nuestra y muchas, estamos reubicándonos en el mundo moderno.
-Vinculado con eso, en una entrevista dijeron que la fama “te delata”, ¿se resignificó el concepto de fama en ustedes?
-Es una frase de mi hermano que dice que la fama no te cambia, uno siempre es igual pero la fama te expone. Nosotros siempre somos músicos. Yo cuando tengo que decir mi profesión, digo músico. El resto será consecuencia de eso y no me interesaría la fama por la fama si no se sabe ni qué hago ni conocen mis canciones. No me interesa si tengo seguidores en Instagram, sino que alguien escuche la música que hago y se conmueva y me comparta eso en un concierto. Que la fama esté acompañada de algo que hacés con el corazón y sentís de verdad.
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