La ex modelo y actriz hoy vive dedicada a su vocación primal y gira por el interior del país reversionando el cancionero del folclore argentino
El recuerdo baja como uno de esos sucesos reveladores. Ahí está ella en medio de la gente junto a su madre viendo en vivo a Mercedes Sosa, sintiendo en su pecho las vibraciones de la voz profunda y magnética de la gran cantora tucumana. Recién empezaba la década del 80 y Carolina Peleritti tenía apenas 9 años, pero ese acontecimiento iniciático terminaría definiendo, un par de décadas más tarde, el giro artístico más importante de su vida. “La música siempre estuvo en mi cotidiano de una forma muy natural”, dice ella, con tono suave y pausado. “Pero sin dudas verla a la Negra en vivo terminó siendo mucho más importante de lo que imaginaba. Su voz me conmocionó.”
A sus 46 años, Carolina Peleritti tiene ahora una carrera musical floreciente, inspirada en el cancionero del folclore argentino y la música popular latinoamericana. La ex modelo y actriz fue destrabando de su pecho una voz grave y potente con la que reversiona un catálogo de clásicos de autores como Atahualpa Yupanqui, Daniel Toro, Peteco Carabajal, Ramón Ayala, Raúl Carnota y León Gieco, entre muchos otros. Es como un viaje hacia lo más profundo de su infancia, cuando los discos de Mercedes Sosa y José Larralde musicalizaban el día a día de su casa familiar. “El folclore siempre predominó en mi familia, pero era muy amplio el abanico; ahí también estaban el tango y la música clásica, entre otras”, dice. “De hecho, el primer artista que me acuerdo de haber escuchado en mi vida fue Litto Nebbia.”
Hija de una pareja de médicos (tiene tres medio hermanos mayores del primer matrimonio de su padre, y un hermano menor), con tan sólo 16 años Peleritti viajó a España para convertirse en modelo. Aunque pasó allá sólo cuatro meses, el modelaje se convertiría en su trabajo y fuente de ingresos hasta cumplidos los 23 años, momento en que decidió volcarse a la actuación. En medio de ese proceso de cambio, Peleritti ya tomaba clases de canto como un ejercicio para poder proyectar su voz y lograr una mejor dicción. “La técnica y los diferentes maestros por los que he pasado me han ayudado a descubrir la voz como un instrumento pero también como una identidad, como algo que estaba muy guardado dentro de mí debajo de esas capas y capas de timidez”, dice Carolina, que por aquel entonces la idea de cantar frente a gente le causaba pavor. Sin embargo, la necesidad de estar en contacto con la música empezó a brotar de modo impulsivo. A los 21, cuando todavía trabajaba de modelo, empezó a depositar sus ahorros en la confección de un estudio casero, un laboratorio privado y secreto armado con un piano, una guitarra, algunos micrófonos y una portaestudio. “Inconscientemente a esa edad ya tenía el deseo de tener la música más cerca y de cantar, pero en ese entonces no era algo que pensaba hacer para afuera”, dice. “Pero ahí fue que empecé a descubrir que había una voz.”
Por casi dos décadas, el primer plano lo ocupó la actriz: participó en ocho películas y tuvo una larga y ecléctica lista de personajes en televisión y teatro. Hasta que un día eso cambió. Mientras el folclore se cristalizaba como la música que mejor se adhería a su incipiente gusto por el canto, por medio de un amigo en común Peleritti entabló una relación de amistad con el folclorista Jaime Torres, una especie de padrino artístico que la estimuló para subirse a un escenario a cantar por primera vez frente a una audiencia. “Jaime es un ser muy sabio, tiene una lucidez de otro plano. Yo le había expresado mi amor por el folclore pero no le había contado que cantaba, hasta que un día me dijo: ‘Niña, ¿no querés venir a cantar con tu caja en Humahuaca?’”, recuerda con gesto de fascinación. Finalmente, en el Tantanakuy del año 2009, el encuentro de músicos que Torres organiza en la provincia de Jujuy desde hace más de tres décadas, Peleritti lograba un bautismo de fuego al lado de una leyenda. “Fue tremendo. La decisión era saltar a ese abismo musical de la mano de Jaime o quedarme con la sensación de que no iba a poder hacerlo nunca porque me daba pudor o miedo”, dice Carolina. “Ese fue para mí un grito primal.”
En 2010, después de su debut en Humahuaca, la carrera musical de Peleritti tomó envión gracias a La jaula abierta, un espectáculo semanal compartido junto a Teresa Parodi, Lidia Borda, Dolores Solá y Rita Cortese. Todos los jueves, Peleritti era número fijo en esa peña por donde pasaban a tocar y cantar algunos de los músicos más reconocidos del tango y el folclore. “Más que un fogueo para mí, ¡fue una fogata tremenda!”, recuerda Carolina. “Pasaban por ahí un montón de artistas que yo admiro mucho, como Víctor Heredia y el Chango Farías Gómez. Era como un cumpleaños, pero todos los jueves durante un año.”
Aunque el folclore hoy es el lenguaje que mejor le calza para saciar su pulso expresivo, Carolina Peleritti dice admirar la obra de artistas tan disímiles como Björk, Gustavo Santaolalla y Luis Alberto Spinetta, con quien mantuvo una importante relación amorosa en la década del 90. “Encontrarme con él fue también haberme encontrado en algún punto con la música, porque él es la música”, dice ella. “Luis ha pasado por mi vida, así que su influencia ha sido enorme. Hoy es una referencia muy grande para mí, por cómo hizo las cosas, la forma de su obra, de su palabra y de su poesía.”
Mientras sigue en la búsqueda de su propio sonido, Peleritti dice haber suspendido su carrera de actriz para poder focalizarse en el canto y en el armado de un repertorio que la conmueva. Aunque por ahora no tiene planes de grabar su primer disco o empezar a componer sus propias canciones, está decidida a seguir viajando junto a su banda (un quinteto que incluye bombos, guitarra, saxo y violín) para poder absorber la música popular del continente. “Estoy muy agradecida con este giro que tomó mi vida. Desde el momento en que dije ‘quiero hacer esto’, arrancó algo maravilloso. Me empezaron a abrazar de todos lados”, dice. “Cantar y expresarse con la voz es algo muy poderoso que quiero llevar con cuidado. Por suerte me espera un gran viaje por delante.”
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