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CÓRDOBA (de una enviada especial).—La docta palpita rock. Desde temprano en el aeropuerto, en los buses y en las plazas de la capital cordobesa grandes grupos de amigos se amontonaron espontáneamente -cerveza o fernet en mano- para acompañar a Pity en su regreso a los escenarios. Más allá de algunas apariciones informales, su vida artística quedó interrumpida hace casi siete años y medio, cuando le disparó a su vecino Cristian Díaz, en el barrio porteño Cardenal Samoré. La de esta noche será la primera ficha importante que se juega, tras años de mantener un perfil bajo.
Las edades de quienes se reconocen en la música del rockero son variopintas, pero predominan quienes se fanatizaron con sus canciones de adolescentes, en los 90 y los 2000. Entre los fans que se desplazan por la ciudad se puede predecir que muchos de ellos viajaron a Córdoba como quien viaja al pasado: despolvaron remeras de Intoxicados y de Viejas locas que ni la más remota adultez los impulsó a tirar, con la ilusión de que un día pase lo que está a punto de suceder. Que Pity vuelva a tocar.
En la previa, el ambiente no se siente pesado: reina la alegría. La mayoría de los que se acercan al Estadio Kempes fueron rollingas en los 90 y, si en la semana cerraron balances, pagaron impuestos y llevaron niños al colegio, eso hoy no lo recuerdan. Este fin de semana se vuelven a sentir adolescentes.
En la ciudad no se escuchan quejas. No hubo condena social tras el asesinato cometido por el cantante, ocurrido el 12 de julio de 2018, y si bien hubo un procesamiento por el crimen, debido a la salud mental del músico no hubo juicio. Eso le permite embarcarse en proyectos, como el nuevo disco o el recital que tiene por delante esta noche.
Respecto al regreso de Pity a los escenarios hay diversas opiniones. Mientras algunos creen que es una acción polémica, otros aseguran que puede simbolizar un nuevo comienzo. “Es una historia de resiliencia verlo salir y actuar. Hay una condena moral que subsiste detrás del estigma de la cuestión psiquiátrica y mucha gente piensa que la vida de una persona no puede reconstruirse, pero es muy bueno que alguien pueda volver al cauce normal de la vida. Hay una supervisión que hace la justicia y un seguimiento de informes psiquiátricos”, señaló el psiquiatra Enrique De Rosa Alabaster sobre el anuncio del rockero, en diálogo con la señal LA NACION+.

“Pity Álvarez tiene un juicio abierto. Hay una disposición en el Código Procesal Penal que establece que para poder enfrentar un juicio tenés que estar en situación de imputabilidad. No solo tenés que ser imputable en el momento del hecho, sino también en el juicio. La defensa de él logró es que bajo la base de su situación psiquiatra y psicológica, se lo haya declarado inimputable provisoriamente. El juicio está suspendido. Álvarez está sometido a una junta médica, que de tanto en tanto lo evalúa. De hecho, el juez le concedió recién la autorización para viajar a Córdoba anteayer [por el miércoles pasado] porque no se presentaba en el Cuerpo Médico Forense para cumplir con los exámenes. No es que el juicio se borró de un plumazo, él tiene por delante un juicio por homicidio y un juicio por abuso sexual. El debate está suspendido, pero no anulado”, dijeron a LA NACION calificadas fuentes judiciales.
Como ocurre desde su infancia, y más tarde, en los 90, desde sus orígenes con Viejas Locas -cuando creó una nueva subcultura que hoy se da cita en el estadio Kempes- el rock fue y es para Pity una vía de escape.

