Fidelio: una ópera heroica
Pasado mañana subirá a escena en el Teatro Colón la única ópera escrita por Ludwig van Beethoven, con dirección musical de Franz Paul Decker y régie de Roberto Oswald
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Decir que "Fidelio", la ópera de Beethoven en forma de singspiel (partes habladas y partes cantadas) que desde pasado mañana ocupará el escenario del Colón, es el paradigma del estilo heroico vienés puede no significar nada si no se lo proyecta en su tiempo. Porque la obra refleja, ni más ni menos, y sin anestesia, el paisaje emocional -lo heroico y lo trágico- de una época tumultuosa como pocas. Es manifiesto que en los años últimos del 700 y comienzos del 800 la vida musical austríaca empezaba a reflejar las consecuencias de la Revolución Francesa y el efecto directo de la expansión napoleónica. Operas y cantatas patrióticas exhibían un significado nuevo en el panorama local. Con todo, el estilo "heroico" de Beethoven, que marca su producción surgida entre 1803 y 1814, debía avanzar mucho más allá. Ahora era imperativo responder a los anhelos colectivos de la sociedad vienesa durante la era napoleónica, que aspiraba a un modelo de heroísmo exultante en una época signada por la destrucción y el fracaso político. Ya desde la última década del siglo XVIII, los elementos del estilo "heroico" aparecían embrionariamente en algunas de las cantatas de Beethoven, a través de motivos, gestos melódicos, mutaciones, células rítmicas, campos armónicos cambiantes, relaciones entre ideas sonoras y timbres instrumentales, funciones arquitectónicas, etc. Sólo faltaba madurar; o en todo caso, esperar que la audacia íntima del genio se topase con los acontecimientos exteriores. Y esto ocurrió en los primeros años del XIX, aquellos que acunaron a la Tercera Sinfonía y a "Fidelio".
Hubo varios intentos por parte de Beethoven de componer una ópera, hasta que comienza a trabajar con la adaptación alemana de Joseph Sonnleithner de "Léonore ou l´amour conjugal" , drama francés de Jean-Nicolas Bouilly. Un tema que tuvo sin duda gran atracción en su momento, pues fue utilizado para la composición de cuatro óperas en el curso de apenas siete años. El argumento que Bouilly redacta en 1794, visto en su desnuda osatura, traiciona en realidad los principios que se supone debía exaltar, es decir los de la ideología jacobina. Porque incluye un noble encarcelado, una esposa fiel hasta el sacrificio, un gobernador malvado y un príncipe salvador, que a manera de deus ex machina, lleva la historia a un final feliz. Esto significa que son ahí los nobles los que alientan los sentimientos verdaderamente "nobles" y sanos, como fraternidad, devoción conyugal y justicia, mientras Pizarro, el gobernador, representaría el espíritu intolerante jacobino. Es explicable, sin embargo, la aceptación de Beethoven de tales principios. Porque a diferencia de Mozart, firme en su sentimiento de fe plebeya, Beethoven permitió, y hasta favoreció, que se difundiera en Viena, durante más de un cuarto de siglo, la creencia de que era individuo de noble cuna. Y ello aun a costa de dejar mal parada a su madre, que en ese caso habría cometido un desliz bastante ostensible.
Tan curiosa falsedad no significa tampoco que el músico haya sentido un exagerado respeto por los aristócratas con quienes se relacionaba. Por el contrario, usaba un lenguaje despectivo para referirse a muchos de ellos. Lo que ocurre es que idealizaba, no a los nobles de carne y hueso, sino al concepto mismo de nobleza, a la cual jamás visualizaba como ligada a la tiranía. Sus preferencias, siguiendo el pensamiento de Schiller, se inclinaban hacia la idea de príncipes esclarecidos, progresistas, dignos representantes del concepto de monarquía ilustrada.
Por el heroísmo a la alegría
Beethoven escribió una sola obra, una sinfonía, con el título de "Heroica". Sin embargo, gran parte de su obra, y muy particularmente "Fidelio", podría aspirar a esa denominación, como reflejo de la tormentosa historia contemporánea, pero asimismo del mundo conflictuado del compositor, que introduce en sus formas musicales la muerte, la destrucción, la ansiedad y la agresión, como sentimientos de terror que exigen ser trascendidos en el marco de la propia obra de arte. Con todo, su música no aparece agobiada por el sentimiento de muerte, pues la mayoría de sus obras "heroicas" concluyen con un acento de alegría, triunfo o trascendencia. Una manera de seguir fiel al espíritu del clasicismo y a la visión kantiana de Schiller, en cuya doctrina ética se contempla la resistencia de la moral al sufrimiento.
Nada más distante de Beethoven que Mozart en lo que se refiere a las mujeres. Para Mozart acercarse a una mujer, amarla, desearla y poseerla eran actos naturales y espontáneos. Y pocos ignoran que en su correspondencia, a menudo a través de un vulgar lenguaje escatológico y una moral goliárdica, se retrataba el lado más grosero de la sexualidad mozartiana.
Beethoven, con su Leonora/Fidelio, muestra otro mundo. Ella es algo así como la Vesta de los romanos, o la Hestia de los griegos. La diosa del hogar. Aquí el músico busca reflejar el símbolo de lo que para él es la suma de la feminidad, la mujer-esposa, que nunca se atrevió a convertir en propia para no destruir la ilusión de lo inalcanzable.
Porque no hay duda de que en el concepto de la esposa salvadora que le propone Bouilly, se funden aspectos no resueltos de la propia experiencia psicológica y sexual del compositor, que lo llevan a apartarse del peligro del matrimonio. Otra cosa fue el sexo, y es sabido que accedía a él a través de mujeres no precisamente santas. Pero en el tema del matrimonio, es manifiesto que veía en él el riesgo de perder la libertad para entregarse a su única razón de vida, la creación musical. Ese conflicto entre un narcisismo defensivo y un anhelo acuciante por salir de su aislamiento marcó a fuego su vida afectiva. La catarsis debió llegar a través de su protagonista de "Fidelio".
Tres versiones
Existen tres versiones de "Fidelio". La obra original, en tres actos, fue estrenada el 20 de noviembre de 1805. En esa ocasión, Beethoven tituló su obra con el nombre de la protagonista, "Leonore". El estreno de esa primera versión fue un fracaso, al parecer a causa de la situación que reinaba en Viena, ocupada por las tropas francesas.
Pero los amigos de Beethoven se propusieron rescatar la obra, sugiriéndole al compositor algunos cortes. Tampoco esa segunda versión, ahora en dos actos, significó el triunfo que esperaba el autor. La tercera , en la que ya se definió el título de "Fidelio", llegó en 1814, en momentos en que el músico gozaba de una popularidad excepcional.
Una génesis tan complicada como la de "Fidelio" explica que existan cuatro oberturas relacionadas con la obra. De esas cuatro, las tres primeras se titulan"Leonora" y la cuarta, "Fidelio". Desde fines del siglo XIX Gustav Mahler tomó la feliz iniciativa de ubicar a la tercera, la más bella de todas, antes del último cuadro del segundo acto.
Para agendar
- En su versión en dos actos, de 1814, "Fidelio" se verá en el Colón con dirección orquestal de Franz-Paul Decker, régie, escenografía e iluminación de Roberto Oswald y vestuario de Aníbal Lápiz. Participarán la Orquesta y el Coro estables del teatro, este último dirigido por Alberto Balzanelli. El reparto incluye los nombres de Paul Frey (Florestán), Nadine Secunde (Leonora), Hernán Iturralde/Leonardo López Linares (Don Fernando), Marcelo Lombardero/Ricardo Ortale (Don Pizarro), Ariel Cazes/ Omar Brandán (Rocco), Mónica Philibert/Carina Hšxter (Marcelina) y Rubén Martínez/Carlos Sampedro (Jaquino). La obra se ofrecerá pasado mañana a las 20.30 (gran abono), el domingo próximo a las 17 (vespertino), el miércoles 1° de octubre (nocturno nuevo), el sábado 4 (especial) y el martes 7 (nocturno tradicional) a las 20.30.
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