Faltan dos días para que vuelva a zambullirse en una gira de ocho meses y Florence Welch está entusiasmada, aprovechando para hacer algo de turismo. Esta mañana, fue a una muestra acerca de la historia de las cabañas en Norteamérica en un museo en Vancouver. "Me crié con un fetiche por La familia Ingalls", explica la cantante inglesa de 32 años, riéndose. "Estaba obsesionada. Vivía en el sur de Londres, así que no había praderas." Welch es mucho más alegre en persona que en sus canciones. En el último disco de Florence and the Machine, High as Hope, canta sobre su lucha contra la depresión, tomar éxtasis y atravesar un trastorno alimenticio. "Soy una persona bastante ansiosa", dice. "Les tengo miedo a muchas cosas. Pero, en cuanto al miedo verdadero, tengo una extraña valentía."
Hace poco te hiciste un tatuaje que dice "Siempre sola". ¿Por qué? ¿Así te sentís?
Estaba super triste cuando me lo hice. El proceso de mezcla de High as Hope fue un momento muy solitario en mi vida. Estaba en Nueva York, y había atravesado una separación. Una no muy dramática, pero sí muy triste. Y pensaba: "¿Estás perpetuando tu propia soledad?". La relación más cercana que tuve en toda mi vida fue con mi música. También supongo que pensé que era gracioso.
¿Cuál es tu mayor miedo?
Les tengo bastante miedo a los aviones. Hay tantas azafatas amables que han tenido que sostenerme la mano durante turbulencias... Después, les tenía que escribir cartas para agradecerles. También puedo ser un poco agorafóbica -miedo a los espacios abiertos- cuando terminan las giras. Cuando te permitís ser tan vulnerable frente a tanta gente, caminar por la calle se vuelve algo muy extremo que no podés manejar. Me puede poner muy nerviosa salir de mi casa, lo cual hace que sea una persona superdivertida para invitar a una cita (risas).
¿Cuál es la peor experiencia que has tenido con un fan obsesionado?
Hubo algunos chicos que vinieron a mi casa, pero siempre son dulces. En general, tienen una remera de Florence y un saco raro. Quieren hablar de historia del arte o lo que sea. Yo trato de explicarles cómo son las cosas: "Aprecio tu pasión, pero necesito un espacio seguro para sentarme, escribir y pensar".
Dijiste que cuando estás en el escenario entrás en trance. ¿Cómo rompés con ese estado?
En Coachella de 2015 me lastimé porque de repente me volví autoconsciente. Me acababa de sacar la remera frente a millones de personas, y de repente tuve una situación tipo Adán y Eva en la que pensé: "Oh, Dios mío, ¡no tengo que hacer esto!". Así que me bajé del escenario de una manera que me lastimó, porque estaba de vuelta en el mundo físico.
¿Qué pasa cuando componés canciones? ¿Cómo entrás en ese espacio mental?
Casi todo pasa en movimiento, porque viajo mucho. Es una sensación de anhelo deliciosa. Es triste, pero no es desagradable. Es como rendirte ante tu propia soledad por un momento, y después ver qué sale de eso.
En la nueva canción "Hunger" cantás acerca de tu experiencia con un trastorno alimenticio: "A los 17, empecé a morirme de hambre". ¿Fue una canción difícil de componer?
Eso fue algo de lo que no pude hablar durante mucho tiempo. Pensé que me lo llevaría a la tumba. Mi hermana me decía: "Ni siquiera lo hablaste con mamá, ¿y lo ponés en una canción pop? ¿Qué te pasa?". Así que lo charlé con mi mamá. Abrió muchas cosas que al final fueron buenas. Pero es gracioso lo que pasa con los ingleses: tenés la charla, y después cada uno sigue con lo suyo.
¿Superaste ese trastorno?
Ahora tengo una relación saludable con mi cuerpo, pero me llevó un tiempo largo. El trastorno permanece de maneras extrañas. Si estuviste negándote el alimento, de algún modo también tenés una tendencia a negarte el alimento emocional. Estoy tratando de descubrir qué mierda significa eso para mí.
Hace cuatro años que dejaste el alcohol. ¿Qué te hizo tomar esa decisión?
Ser una bebedora extrema era una parte importante de mi identidad. Cuando dejé, tenía la sensación de estar defraudando a un fantasma de la historia del rock, pero ya no podía más. Era monumental. No era: "Quiero ser saludable y necesito cambiar el ritmo". Era más como: "Me voy a morir. Tengo que parar". Podría haber seguido físicamente, pero a nivel psicológico, el alcohol y las drogas me deprimían mucho.
¿Cuál es hoy en día tu mayor vicio?
La ropa vintage y los libros. Y tomo mucho café. ¿Vos también hacés eso de ir a la casa de alguien y juzgarlo por sus libros? Tengo tanto miedo de que alguien haga eso conmigo que mantengo los míos muy curados.
En tu nuevo disco hay una canción llamada "Patricia" dedicada a Patti Smith. ¿Qué significa ella para vos?
Estaba pensando en cómo vivir creativamente sin caos. Su escritura es una huella. Parece reverenciar el acto de vivir de una manera que encuentro inspiradora. Me crucé con ella en un restaurante en Nueva York. Yo sabía que a ella le gustaba ese restaurante, por eso voy ahí. Tiene una belleza luminosa, es como un ángel. Me puse muy tímida, como un niño que vino a mi casa una vez. Fue mágico.