Gustavo Santaolalla: quiso ser cura, vivió en comunidad, explora con una planta "sagrada " y quiere viajar al espacio
Con Gustavo Santaolalla la excusa de la música sirve para hablar, en definitiva, del camino. Un término que de alguna manera define su experiencia en el mundo y su búsqueda personal. "Tengo una conexión fuerte con el camino. El «Ando rodando» surge de tener conciencia de estar buscando por la vida y andar moviéndome. Es como una fiebre que tengo". Esa fiebre lo lleva a combinar su capacidad para producir proyectos -la música para un documental de Eric Clapton o participar en un documental de bajo presupuesto sobre la ayahuasca- a realizar una búsqueda espiritual que lo llevó por la religión, el budismo, el ateísmo, la cuántica y los rituales chamánicos.
"Yo creo en la reencarnación y que nuestra energía sigue. Queda tu creación que es la forma mucho más gráfica de continuar en este mundo. Ahí se ve el toque de un alma en particular que pasó por acá", reflexiona el músico. La compresión sobre los misterios de la experiencia en la tierra es una de las cosas que lo tiene enfocado en el presente. "Mi interés es buscar un puente entre el arte, la música, la espiritualidad y la ciencia. Ese es el hilo que estoy tratando de unir ahora", cuenta el músico a su llegada a Buenos Aires, después de pasar unos días por una convención de videojuegos en Kuwait y conocer en Suiza el acelerador de partículas.
Santaolalla habla y parece que se mirara para adentro. Pocas veces deja ver el brillo intenso de sus ojos. A los 68 años, el músico, productor, ganador de dos Oscar y 17 Latin Grammy, sigue rodando con la misma fiebre de un eterno nómade. "No me veo eligiendo un lugar para vivir mis últimos días. Me veo moviéndome, en el camino".
Los últimos dos años, el productor estuvo de gira con sus canciones, registradas en vivo para el álbum Raconto, que recorre toda su vida como compositor, desde canciones de la banda Arco Iris a su período como creador para música de películas. Es un álbum y un concierto, donde hace una retrospectiva de su propia obra. "Este es un acto de justicia al compositor y al cantante. Había mucha gente que no sabía ni siquiera que cantaba", reconoce.
Casualmente, la gira de Raconto comenzó y concluye su tramo porteño hoy, a las 21, en el Teatro Colón, como parte de la programación del Festival Únicos, junto a la autodenominada Santabanda, que integran Barbarita Palacios, Javier Casalla, Nicolás Rainone, Pablo González y Andrés Beeuwsaert, y una orquesta sinfónica.
–¿Qué pasó en estos dos años en el camino?
–Pasaron un montón de cosas. Con este proyecto anduvimos por Latinoamérica y por el país con una respuesta increíble del público. Es algo que quiero continuar. Se armó un grupo humano muy lindo y es algo que quiero capitalizar y seguir haciendo cosas. Por un lado lo de continuar con la veta racontiana de seguir haciendo una revisión de mi obra que me interesa mucho, porque la gente no conoce mucho mis cosas y está bueno que eso pase. Por otro lado, porque está bueno explorar y hacer cosas con la Santabanda.
–No sos una persona nostálgica. ¿Por qué esta retrospectiva entonces?
–Es un caso particular el mío. El repertorio es totalmente desconocido para la gente. Pensá que en la mayoría de los conciertos los artistas tocan sus temas más conocidos y de vez en cuando algunos nuevos. Acá, con suerte, algunos conocen "Ando rodando" y "Mañana campestre"; y otros saben de la música de alguna película o la música de un videojuego. Por eso, mi audiencia va de chicos de diez años a gente de mi edad. Pero yo tengo cuatro discos solistas, dos instrumentales y dos de canciones, que nunca los toqué en vivo. Soy un artista con 50 años de carrera tocando temas que son como nuevos. Por eso no tiene nada de nostalgia para mí, ni para la gente.
–Raconto demuestra que son canciones que sobrellevan bien el paso del tiempo
–Con los artistas que trabajé como productor siempre busqué una atemporalidad en lo que hago. La obra artística cuando tiene peso tiene que permanecer a través del tiempo y es una cosa que me pasa. Cuando tuve la idea de hacer esto tuve que empezar a escuchar esas cosas y me di cuenta que había cosas de las primeras que hice que me parecían re modernas. Y todo eso hace que el tema del proyecto Desandando el camino sea distinto de cualquier otra cosa.
–Hablemos del paso del tiempo. ¿Cómo lo vivís?
–Siempre fui de la idea de incorporar las cosas nuevas que te da el recorrido y el tiempo que estás viviendo en ese momento. Obviamente hay transformaciones y cosas que yo siento que se mantienen igual. Mantengo un nivel de inocencia en las cosas que me conectan con mi niñez, mi juventud y mi madurez. Uno va cambiando y se va transformando a la vez. Hoy soy abuelo. Tengo una nieta y tengo otra en camino. Todo cambia. Pero lo veo como algo positivo y como una cosa orgánica de la vida. Es así.
La obra artística cuando tiene peso tiene que permanecer a través del tiempo
–También sabemos que tenemos un tiempo limitado en términos físicos. ¿Qué mirada tenés sobre eso?
–Estoy convencido de que todo esto es una ilusión. Todo lo que vemos no es real. Lo único real es nuestra conciencia. Lo demás es una fantasía. Creo que somos eternos de alguna manera. La muerte no es lo que nos contaron que es. Hay muchas cosas que tratamos de entender de por qué venimos acá y de que se trata esta realidad. ¿Qué es esto? ¿Es un lugar donde venimos a aprender o es una cárcel? Lo que creo es que esto no se termina cuando te morís. La energía no se pierde, se transforma.
–¿Hace rato que estás en esa búsqueda de tratar de entenderlo todo?
–Desde muy chico empecé con mi búsqueda de una manera muy infantil cuando quería ser cura. Tuve mi primera crisis espiritual a los once años y me separé de la iglesia. Después seguí buscando y viví una vida monástica como monje en Arco Iris, entre los 18 y 24 años. Me fui de ahí y seguí buscando por la mía en Krishnamurti, el budismo y después busqué en el ateísmo de gente como Richard Dawnkins y Christopher Hitchens. Y así llegué a todo el tema de la cuántica, las teorías de las cuerdas y el doble etérico, donde la ciencia y la espiritualidad pueden estar ligadas totalmente. A pesar de mi ignorancia, porque sé muy poco, estoy leyendo mucho. Si querés investigar y estudiar hay muchas cosas, hay mucha más información de lo que se ve y de lo que te dicen. Por supuesto quiero saber. De hecho estoy en una idea que estoy trabajando de conectar más el arte con la espiritualidad, la ciencia y la tecnología. Todo eso es lo que ocupa mi cabeza todo el tiempo.
–Cómo repartís la vida entre tantos proyectos?
–El otro día hice una revisión de mis carpetas. Tengo 130 carpetas con ideas de música. Proyectos, estoy trabajando en varios a la vez. Acabo de terminar de masterizar el nuevo disco de Bajofondo, mucho más psicodélico, que se llama Aura y saldrá en dos meses. También hice la segunda temporada de la serie Narcos; voy a trabajar en una película producida por Spielbierg y el director de Game of Trones; y produje la música para un documental que conmemora el aniversario del disco At Folsom Prison, de Johnny Cash. Incluso hace poco salió en vinilo y CD la música que compuse para el documental de Eric Clapton. Hago cosas grandes y chicas como un documental sobre la ayahuasca.
–¿Experimentaste con ayahuasca?
–Estoy experimentando con el tema de las plantas sagradas. Hice una experiencia con la sustancia que segrega un sapito llamado el cambó que es muy fuerte y que la verdad me hizo muy bien. Hice unas cuantas sesiones con un chamán chileno en Los Ängeles. Fueron cinco sesiones en total. Tres días seguidos. Después paré e hice dos sesiones más. Después experimenté con la ayahuasca. Es fuertísima. Recuerdo que cuando hice la primera sesión pensaba en ese momento ¿quién en su sano juicio puede hacer esto de nuevo?, porque te morís, sentís que te morís y al final no te morís y pasan muchas cosas. Al otro día salté de la cama con una energía increíble.
–Todas estas experiencias, la música, la búsqueda personal, los desafíos creativos en otras áreas, parece que te llevan a un camino común de unir esas puntas
–Estoy viviendo un momento diferente, porque finalmente pude conectar más con un trabajo que una todo esto. Eso me abre otros caminos. Empecé una sociedad con Carlos Bayala con el que vamos a hacer muchas cosas que no tienen que ver con la música sino con otras búsquedas. Toda mi vida soñé con ir al espacio. ¿Acaso quién no soñó con ser un astronauta? Yo todavía pienso que una vuelta por fuera de la atmósfera puedo dar. Vamos a ver.
Gustavo Santaolalla. Presentación en el Festival Únicos . Hoy, a las 22, en el Teatro Colón.
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