
Historia de un sueño de azúcar
Un grupo de artistas tucumanos recuperó, grabó en CD y presentó en vivo Zafra, una obra de Ariel Petrocelli y de Pepe y Gerardo Núñez
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Definida como "poema musical y anunciación", Zafra es una obra escrita en 1966 por el poeta salteño Ariel Petrocelli y musicalizada por los tucumanos (aunque nacieron en Salta) Pepe y Gerardo Núñez. Se conoció gracias a las actuaciones que años después hicieron Pepe y el guitarrista Juan Falú (con proyección de diapositivas de Juan Paolini y Julián Vallejo). Sólo quedó el registro en audio de aquellos espectáculos; nunca hubo una publicación formal en LP. No habría estado nada mal tener ese testimonio. Después de todo, son una docena de canciones que, incluso, se pueden interpretar de manera independiente.
Claro que lo interesante es recuperar la obra completa. De ahí que la grabación, el año pasado, del disco Zafra -por Lucho Hoyos, Néstor Soria y Mono Villafañe, entre otros-, ha sido un verdadero acto de justicia con esa obra bella, intensa pero sin pretensiones, aunque con cierta épica que respondía a esos años con tantas preguntas sobre el destino del hombre y sobre su dignidad. "Marcharemos a la zafra/ con destinos de ilusión", dice uno de los versos de la segunda pieza de Petrocelli, "La cuestión del pan", que ahora, en este disco, se escucha en la voz de Hoyos.
La historia que cuenta es la de un solo hombre y, a la vez, la de muchos; es la del campesinado zafrero y su realidad, a mediados de los sesenta (¿Esa realidad y ese entorno habrán cambiado mucho desde entonces?). "Machete en las manos, sudor y alpargatas", canta sobre los viajes del trabajador golondrina, su soledad, sus cansancios, sus diálogos con la muerte y con el vino, sus sueños. Pero no se trata de un manifiesto ni de una pancarta; mucho menos, de un panfleto. Es el simple y bello retrato de un zafrero y de su trabajo, que es su vida.
El último fin de semana se realizó una función de esta obra convertida en espectáculo, dentro de esos siempre interesantes ciclos que presenta Espacio Tucumán. Primero, empanadas y vino, a modo de obertura, en el hall de entrada. Minutos después, el concierto, dentro de la sala, a cargo de un grupo de cantores y recitadores (Lucho Hoyos, Mono Villafañe, Ariel Alberto, Nancy Pedro, Manuel Sija, Carlos Carrizo, Néstor Soria y Grillo Córdoba), apenas acompañados por un par de guitarras, que fueron desandando aquel camino del zafrero. Ojalá que Zafra vuelva a tener un lugar en la agenda de este espacio cultural o en otras salas de Buenos Aires. Es la valiosa recuperación de una obra bella y, por momentos, triste. "Hijo mío, vigilia azul/ no lo quiero de compañía/ que la caña me lo traga/ igual que a mí. (...) Yo lo quiero con mañana, con la sangre renovada (...) no se quede en la ignorancia." Sin dudas una mirada diferente de la del changuito cañero al que hicieron referencia Jaime Dávalos y Eduardo Falú en "Vamos a la zafra".
La obra de Petrocelli y los Núñez es, también, la vindicación de un hombre, que no es tucumano, salteño ni argentino. En realidad, es eso, pero, sobre todo, zafrero.
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