
Il Phantasmo, la banda de los testigos privilegiados del rock
El grupo Il Phantasmo, que acaba de publicar su segundo disco, nació como cualquier banda de rock. Quizá la diferencia con el resto es que, como varios de sus integrantes son técnicos de algunas de las formaciones más importantes del rock, el blues y el reggae vernáculos, conocen algunos secretos que les facilitan la tarea.
Gary, Esteban y Sebastián tocaban en distintas bandas hasta que se juntaron para compartir acordes e ideas. Y no pasó mucho tiempo para que comenzaran a caer otros amigos: Tres, seis y luego ocho. Porque aquí todo se agranda, incluso la cantidad de temas entre el primer álbum, que tuvo 16, y el segundo, "Disco Tasmo Original. Fruta", que cuenta con 25 tracks.
"Es como si fuera un disco doble de los viejos. Sólo que ahora todo eso entra en un CD. Acá todo se multiplica por la cantidad de integrantes. Todo el mundo compone. Arrancamos con 70 canciones y dejamos 25 porque 50 hubieran sido demasiadas", explica el Chino, guitarrista del combo.
¿Qué pretendían? ¿Hacer la gran Calamaro -por aquella colección de cien piezas que el músico editó luego de un ataque de composición compulsiva-? La idea no era ésa. "Un capo, Calamaro -dice unos de los phantasmos, y gana la adhesión del resto-. Pero él tiene unos cuantos años más que nosotros sobre el escenario."
La historia de este grupo es breve. Luego de unos cuantos cambios de músicos e instrumentos, Il Phantasmo tomó esta formación hace poco menos de dos años. Algunos de sus integrantes pasan la mayor parte del tiempo cerca de los escenarios. Cuatro de ellos trabajan como asistentes, técnicos de sonido e iluminación: Esteban y Jota con Los Fabulosos Cadillacs, Sebastián con los Pericos y El Chino con Memphis La Blusera.
"Incluso, algunos nos conocimos durante una gira. Pero la idea no era hacer una banda de técnicos", aclara Esteban. Simplemente fueron las ganas de tocar sin siquiera pensar en aquella premisa que asegura que los plomos y sonidistas (igual que muchos periodistas) son músicos frustrados. "En ese trabajo la música se siente de la misma manera que cuando estás tocando, pero se canaliza a través de las luces o desde una consola de sonido", aporta Sebastián.
Una mano de los jefes
Para Esteban, lo bueno de trabajar con otros músicos es la posibilidad de trasladar todo lo que hace a Il Phantasmo. "Conocer esos roles nos viene muy bien en el momento de grabar un disco o armar un escenario. A la vez, nuestros jefes nos dan una mano."
La pequeña ayuda de algunos célebres jefes-amigos les dio la posibilidad de tocar como soporte de Divididos y de Fishbone en Cemento, y de ser teloneros de los Cadillacs en tres funciones que el grupo dio en el Estadio Obras, en septiembre de 2000.
Sin embargo, estos muchachos no pretenden venderse como "la banda de los técnicos". Quieren hacer valer los méritos propios volcados en su extenso CD. "El Bahiano (cantante de Los Pericos) tiene muchos amigos que hacen música -asegura Sebastián-, pero cuando le hace escuchar nuestro trabajo a alguien no es sólo por la amistad que tenemos, sino porque le gusta lo que hacemos."
Según la opinión unánime del octeto, por ahora, el incentivo para avanzar es la diversión, a veces con un espíritu adolescente. Il Phantasmo (nombre que proviene de un tema de White Zombie) se convirtió en un ente, una presencia divina a la que se puede invocar en los ensayos y que se manifiesta (con cortes de luz, por ejemplo) cuando un tema no lo convence.
Además, los músicos tampoco pretenden desarrollar un perfil musical definido. Por eso, en más de dos docenas de canciones aparecen todas las influencias imaginables. "Porque el grupo surgió como un chiste de tres tipos que nos juntamos en una casa para ver qué salía -recuerda Esteban-. Y ahora, este nuevo disco se llama Fruta... cualquier cosa". Pero es un material que suena muy bien a partir de las combinaciones de muchas influencias. Hay tanta diversión como trabajo, y sin duda no se trata sólo de mandar fruta. "
Los músicos dicen que cada uno tiene una onda totalmente diferente y que ésa es su manera de convivir. "El funk no es lo que más me gusta, pero cuando Guido trae uno y está bueno, se toca -aclara Sebastián-. Nosotros vamos a ver a muchas bandas argentinas y quizá lo que nos cansa es que se cierran en un estilo. Y eso es, justamente, lo que no queríamos hacer. Acá se rompió la batuta."
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