
Kronos: cuerdas a la mexicana
El cuarteto norteamericano diluye con éxito las fronteras entre lo clásico y lo popular
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Hay, básicamente, dos formas de recorrer un país desconocido: dejarse llevar por un tour a los lugares que garantizan la postal for export o lanzarse a la aventura de recorrer caminos y ciudades por uno mismo para encontrarse no sólo con los paisajes sino con la gente que los habita y sus costumbres.
Desde su creación, en 1973, los integrantes del Kronos Quartet son fieles a la segunda opción cada vez que deciden emprender sus ya célebres "viajes musicales" a través del mundo.
Utilizando como vehículo nada menos que el clásico cuarteto de cuerdas, ellos han demostrado que se puede tocar con esta formación casi cualquier música popular del mundo. Eso sí, a condición de bajarse del confortable micro turístico, que "academiza" folklores ajenos y, por el contrario, asumir el riesgo de adaptar tan clásicos instrumentos al dialecto correspondiente a los géneros de cada región visitada.
Obviamente, nadie intenta reproducir exactamente el modelo original, pero yendo en esa dirección es como el Kronos Quartet se ganó el justo reconocimiento internacional y se ubicó como un proyecto de altísima calidad y originalidad.
Para este viaje imaginario por México, el cuarteto liderado por esa esponja sonora que es el violinista David Harrington contó con la ayuda de dos latinos que, aunque son argentinos, le otorgaron al CD "Nuevo" (así, en castellano, también en la edición norteamericana) una notable coherencia y cercanía estética con la música del sur del río Bravo.
A lo largo de catorce temas, el Kronos, más que una muestra panorámica, traza una serie de primeros planos sonoros que muestran parte de la enorme diversidad musical que tiene la nación azteca.
Así, conviven boleros de Agustín Lara y del compositor "académico" pero irreverente Silvestre Revueltas, pasando por el son huasteco, hasta llegar al Chavo del Ocho (sic), un trabajo junto a los rockeros de Café Tacuba y un cierre superactual que podría definirse como "tecno-mariachi bailable".
Pero la gran protagonista e hilo conductor del CD, editado por Nonesuch en la Argentina, es la calle.
Son los bulliciosos espacios al aire libre los que más llamaron la atención de estos "gringos curiosos". En ellos transcurren, como escenas, los encuentros entre los dos violines, la viola y el chelo, con mariachis, organilleros y fiestas de la Virgen de Guadalupe.
La fiesta y la resaca
Desde el comienzo, con "El sinaloense", de Severiano Briseno, queda en claro que el cuarteto clásico se sumerge de lleno en la fiesta, tanto por el modo de tocar, que toma la particular "desafinación" de las bandas populares, como por el ritmo esquivo, con un sonido que parece surgir de una vieja fonola que satura.
Entre la fiesta y la resaca, la euforia y la melancolía, el Kronos Quartet se va topando con personajes musicales maravillosos e inverosímiles, como Don Carlos García, un músico callejero que entona sobre una base ampliada de cuerdas la celebérrima melodía de "Perfidia"... haciendo vibrar una hoja de hiedra,o los cantantes Alejandro Flores y Efren Vargas para el tradicional son huastengo "El llorar", o el organillero que funde su peculiar sonido con las cuerdas en "Cuatro Milpas".
Los sonidos de la calle en sí mismos son una especie de paisaje sonoro en segundo plano, pero luego se transforman en protagonistas en la obra "12/12", escrita entre Osvaldo Golijov y los integrantes de Café Tacuba.
Esta pieza es algo así como un documental sonoro que incluye registros de las bandas de mariachis de la Plaza Garibaldi, con el silbato del vendedor de Camote. O el ritual de los voladores de Papantla, en Veracruz, en el que cuatro hombres se van desenrollando (literalmente) de un poste al que están unidos por cuerdas, al compás de percusión e instrumentos aerófonos que remiten al ancestro americano. El final es directamente un registro documental de los fuegos artificiales y las campanas que suena cada 16 de septiembre, día de la independencia mexicana, en el Zócalo (el equivalente histórico-político a nuestra Plaza de Mayo). La obra, la más extensa del disco, peca tal vez por exceso de pretensiones, pero funciona como articulador de lo que vino ocurriendo a lo largo del compacto.
El collage es también el modo en que Golijov construye su obra "Kin Sventa Chúl Me´ tik Kwadulupe", con las voces de los habitantes de Chiapas alternándose con un coral de cuerdas y marimba.
Entre los puntos más altos del disco se destaca la versión de cámara de "Sensemayá" la potente obra orquestal de Revueltas que el Kronos interpreta junto con el notable grupo de percusión mexicano Tambucco.
La suite que contiene los temas de los personajes de Roberto Gómez Bolaños, "Chespirito", como El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, son casi un divertimento y un guiño.
Pero lo más interesante del viaje se produce en los momentos en que estas cuerdas comparten la alegría de hacer música con los lugareños. Una vez más, el Kronos invita a un viaje musical que vale la pena ser recorrido con oídos abiertos.
Dos cabezas argentinas en la producción
- Gustavo Santaolalla: el cada vez más cotizado productor argentino amplia su área de influencia del rock latino y alternativo al proyecto de cruce del Kronos Quertet, en calidad de productor general.
- Osvaldo Golijov: el compositor argentino, radicado en Boston, sigue siendo uno de los preferidos por el Kronos a la hora de escribir no solo obras nuevas sino los arreglos para el cuarteto de cuerdas.
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