
La provocativa irreverencia de Liliana Felipe y sus canciones
La cantante cordobesa radicada en México se presenta hoy
1 minuto de lectura'
Dicen que es pendenciera, histérica, snob, mexicana, escurridiza, anticlerical y, sobre todo, enemiga del psicoanálisis y las entrevistas. Mucho de esto puede ser cierto o no. Ella simplemente se define como "alguien que te puede o no gustar" y rápidamente se comprueba en su carácter eso de que perro que ladra no muerde. Todo lo contrario, Liliana Felipe aparece a través del diálogo telefónico como una amable señora de voz aguardentosa, bastante guarra , amante del reviente , enemiga de los militares, una verdadera artista de cabaret con sangre comechingón en sus venas.
Ella acepta: "Era una perdida de chiquita, ni modo...". Extraña sirena con la presencia de Marlene Dietrich y el humor absurdo de Leo Maslíah. Si algún despistado no entiende de qué se trata, Felipe abona al desconcierto cantando cosas como ésta: "Me han atacado muchas veces, pero herida de muerte sólo una/he navegado mares incomprensibles y compongo y canto canciones que tampoco entiendo" . A decir verdad, Liliana Felipe es cordobesa, pero desde 1977 está radicada en Coayacán (México), grabó trece discos que destilan un humor corrosivo, fábulas cotidianas y manifiestos femeninos burlones de la sociedad mexicana. Creó hace 10 años el espacio teatral llamado El Hábito junto a su pareja, Jesusa Rodríguez, por donde pasó toda la vanguardia teatral mexicana. Ese es el nombre que también eligió el sello Años Luz para editar el disco de esta talentosa y mordaz cantante y compositora, que se presentará esta noche en La Trastienda. Para muchos será la primera vez, para una pequeña elite el esperado encuentro con un icono oculto y genial.
Lo último que recuerda de haber venido a Buenos Aires es que la contrató un señor gordo y su visita familiar a Córdoba. Se la nota ansiosa. Quiere ver si no le tiran tomatazos cuando pruebe sus tangos. "A mí me gustan, pero por ahí para la gente son una estupidez. Es que una parte de mi trabajo son los danzones y la otra los tangos, que si no se cantan en su lugar es como que no tengo el retorno de la gente de allá y les falta completar una parte. Incluso he peleado mucho por hacer tangos en México, pero no encuentro los músicos necesarios. Te parecerá una estupidez, pero no tolero a los bandoneonistas perfumados."
-¿Redescubriste el tango en México?
-Mas bien lo conocí acá. Cuando llegué en 1977 a México me hicieron escuchar "La última curda". Yo me acuerdo mucho de escuchar el tango de jovencita y tener la oportunidad genial de ver en vivo a Julio Sosa a los 9 años. Pero mi vida siempre se desarrolló por el lado de Bela Bartok, algo más académico, aunque mis padres bailaban mucho tango.
-¿Y el folklore no era más natural en un lugar como el tuyo?
-Nunca se me dio por el folklore. A pesar del paisaje, cuando vas a ser cabaretera lo vas a ser de chiquita. Entonces a mí lo que me fascina del tango es la noche, la borrachera, los amores desechos, esta cosa tan nocturna y ciudadana que tan poco tiene que ver con el ombú.
Se asume como una oveja "descarriada", según la visión de las instituciones, y una libertina que encuentra en el tango su identidad en los placeres prohibidos. "Mi vida va por ese lado; soy una eterna desvelada, borracha, fumadora, se me fueron los ojos y los oídos por lo que dice la poesía del tango. Se me hace que es una música muy inteligente, como hay otras que son tontas como la cumbia, el vallenato, el merengue; son cosas que no me va por ahí.
Felipe tiene una militancia contra la estupidez, la miseria, las buenas conciencias, la globalización, las estreñidas y la autocensura. Para eso, entre otras cosas, inventó El Hábito. "Cuando conocí a la Jesusa, en el año 80 y nos enamoramos, comenzamos no sólo a vivir una historia de amor, sino a trabajar juntas y además a imaginar un lugar donde la autocensura estuviera prohibida. La autocensura es la sífilis del cerebro, pero es difícil de detectar porque la tenemos metida a hierro y fuego. Yo creo que hace recién un año y medio que empezamos a conseguir el cabaret que queríamos hacer. Ha sido un trabajo muy interesante, desgarrador, intenso y de mucha felicidad por toda la gente que pasó por allí...
-En El Hábito fue la vuelta de Chavela Vargas a los escenarios
-Nosotras abrimos en 1990 y al año llegó ella. Pidió hacer dos días porque quería despedirse y, finalmente, se quedó tres años. Hasta que se la llevó un español. En general, uno de los sentidos de El Hábito ha sido rescatar a los artistas viejos que ya nadie contrata. Las madrinas del teatro son las Hermanas Aguila que hacían boleros, de Agustín Lara, que es lo que mejor escuché en mi vida. Una de ellas tiene 94 años, para que te des una idea.
Durante estos años Liliana Felipe compuso canciones para sus discos solistas, a veces contando con la participación de otras colegas como Astrid Hadad o Eugenia León. Pero centró su estética sobre la música de teatro y cabaret. "Muchas tienen la influencia de Kurt Weill, pero también está el aporte de Jesusa, que es mexicanísima y estudia mucho la época prehispánica", dice en un tono entre cordobés y mexicano.
Aunque confiesa que nunca emigraría de México, donde desarrolló su carrera, encontró su amor y se identifica con el humor de su gente "muy parecido al cordobés", la historia de Liliana Felipe tiene un cordón umbilical muy fuerte con Córdoba. Su abuela materna se llamaba Nifa López y era indígena, descendiente de los comechingones. "Ella tuvo a mi mamá con un hombre que amó mucho, pero cuyo nombre ignoramos. Se casó con un contador español del que se divorció y empezó a buscar a ese hombre por toda la Argentina. Obviamente, se volvió medio loca. Me acuerdo de ella porque de muy chiquitos -nosotros éramos cuatro hermanos- nos ponía en una bañadera y nos enseñaba a acariciarnos. Para mí siempre fue una presencia muy importante. Por eso digo que soy descendiente de los comechingones y si no lo fuera me gusta pensar que soy de esos grupos expulsados por los incas. Quién sabe si yo no me inventé toda esta historia, pero te juro que mi abuela tenía cara indígena y usaba trenzas largas...
Muchos de sus trabajos los dedicó a la lucha de los pueblos indígenas, a los familiares de desaparecidos, a las mujeres como Frida Kahlo y Marguerite Yourcenar o a la creación de un club de enemigos de Fox (actual presidente mexicano). "Mis canciones son más políticas que sentimentales , pero ninguna se podría cantar en una marcha, no son panfletarias. También busco una visión femenina, aunque soy medio andrógina", se define.
Sus composiciones no pretenden ser inteligentes, pero lo son y tienen una posición tomada frente al mundo. "Estoy en contra del neoliberalismo, este tipo de sistema tan inhumano. Tengo entendido que en la Argentina todo se privatizó, no hay empleos, eso es lo mismo que va a ocurrir aquí, por eso me importa ir a la Argentina en este momento. Sé que es una situación muy difícil, amarga de vivir y de ver, pero me interesa conocerla. Además, voy con Jesusa que es una mujer muy despierta, ella sabe descubrir el doble lenguaje de los políticos. Estos personajes que viven a costa de nosotros..."
La realidad, la ficción, la cultura, las miserias de la sociedad son parte de ese cabaret unipersonal que monta desde sus canciones. ¿Los temas que toca en su incontinencia verborrágica? "Son los mismos de siempre -afirma-: la autoridad, la iglesia, la intolerancia. Ahora estoy trabajando sobre la figura de una de las últimas maestras de la biblioteca de Alejandría en el 415 d. C, antes que la quemaran. Es un minihomenaje que le hago, una historia que leí en "Cosmos", de Carl Sagan."
-Tus canciones generan urticaria en algunos sectores de la sociedad mexicana .
-Yo siento que me muevo en un ambiente muy elitista y chico. Tampoco me voy al Zócalo un domingo a cantar porque siento que sería una agresión. He estado en espectáculos míos donde sé perfectamente quiénes están y hay gente que se levanta y se va. El otro día me preguntaban si era por pacatería y yo digo que es por ignorancia. Porque si digo que Torquemada se puede ir al demonio, como el gran inquisidor, y a vos te ofende es cuestión de leer lo que hizo para comprender...
Hay que tomarla o dejarla, Liliana Felipe es así. Tan seria como delirante y tan auténtica en su personaje de chica mala. Como advertencia vale aclarar que está haciendo un curso de lanzamiento de cuchillos. "Es todo una preparación física porque ya estoy vieja y gorda, pero todavía peleo."
-¿Venís con los cuchillos?
-No (risas), pero quién sabe adónde llegue con lo de los lanzamientos, a mí me pone en un estado de alerta... Quién te dice que no me deje la barba y me vaya al circo... Ya me imagino cortando choripanes a lo alto en Buenos Aires.
1
2El “viaje de egresados” con David Byrne, la coincidencia que propició la vuelta de La Portuaria y la amistad que empezó en el colegio
3Una Nadine Sierra deslumbrante, un Teatro Colón rendido a sus pies y un “festival” de bises
- 4
Cruzando el Charco: el gran show de la banda, el fin de una etapa y los nervios de la previa

