
Las milongas lunfardas de Cristina Banegas
"La criollez", recital de Cristina Banegas. Músicos: Edgardo Cardozo (guitarra y arreglos) y Diego Rolón (guitarra). Club del Vino, Cabrera 4737. Hoy, a las 21, y todos los viernes de julio.
Nuestra opinión: muy bueno
Cristina Banegas aparece entre penumbras, una pequeña luz apenas ilumina su silueta y la de los dos guitarristas. En ese ambiente de sótano asfixiado por el ruido de copas la voz de Banegas, al estilo de Rosita Quiroga, abre un tajo al recuerdo de otra época, rastreando el origen de las mujeres de avería que cantaban versos rantifusos en la década del veinte, y que exhumó a través de su reciente CD "La criollez".
Comprometida con ese papel de cantora nacional, Banegas extrae el filo de milongas lunfardas y la poesía de Paco Urondo, Juan Gelman o Carlos de la Púa, con la misma fuerza expresiva y credibilidad. Su fraseo arrastrado recupera el pulso de épocas y voces desaparecidas, un idioma perdido y una identidad que evoca tardes frente a la radio, o más atrás la guapeza de los cuchilleros y las mujeres del Bajo.
Poesía de alto vuelo
La mugre de las guitarras aportan el ambiente para que Banegas juegue en su interpretación con ese espíritu de cierta desprolijidad que termina por acentuar la potencia de las milongas y los poemas. Eso, acompañado de su postura corporal, termina por componer el imaginario de la época con temas humorísticos como "Cobrate y dame el vuelto" o "En un feca", donde echa mano a un registro oscuro y atorrante que supo ponerle Edmundo Rivero.
El trabajo musical de Cardozo es impecable. La tensión de las cuerdas o el punteo de escuela "zitarrosiana" en milongas seducidas por el influjo de la chamarrita, más el aporte minucioso de Rolón, terminan por condensar un sonido de época lejos de cualquier rasgo de candidez. La voz de Banegas y el sonido de las guitarras exponen el signo trágico y fatal que de alguna manera envolvió la vida de esas cancionistas de oro como Rosita Quiroga, Azucena Maizani, Mercedes Simone o Ada Falcón, y otra decena de nombres perdidos en la memoria popular.
La actriz-cantante logra dotar a su repertorio criollo de vitalidad sin caer en un simple registro documental o antropológico. Desde la interpretación, Banegas aporta su propia lectura a temas como "Fangal", "Muchacho", "Malevaje", "El ciruja", "Pedime lo que quieras" o "Fumando espero", donde compone a una muchachita extasiada. Cuando le toca el turno a la invitada Nelly Prince, que sube a cantar con su hija el clásico "Cantando", surge otro de los momentos de sentida expresión. Así termina por reconstruir, con una voz pequeña pero sensible, el eco emotivo y trágico de una identidad perdida.
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