
Música en La Scala de San Telmo
La entidad anunció su décima temporada artística, signada por los ciclos temáticos
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La Scala de San Telmo nació con un lema que, desde 1993, viene cumpliendo al pie de la letra: "Un lugar para los músicos y los que aman la música".
Todo empezó con el reciclaje de una vieja casona ubicada en el pasaje Giuffra 371, en pleno corazón del histórico barrio porteño, para construir un pequeño teatro y un bar. Y lo más importante, con la inclusión de dos pianos de cola en excelente estado, todo un lujo para un país donde son una especie en extinción.
Para poner en marcha el espacio se decidió crear una asociación civil sin fines de lucro, cuya presidenta es Susana Santillán, una melómana habitué del Teatro Colón que decidió pasar a la acción y compró la casa del siglo XIX, y el director artístico, el cantante y régisseur Eduardo Cogorno.
Según le explica Santillán a LA NACION, La Scala le cambió su vida en más de un aspecto. Por ejemplo, desterró su prejuicio sobre los músicos argentinos: "En La Scala me sorprendí por la cantidad de gente con talento que hay en el país. Yo tenía contacto con la música en el Colón, pero no escuchaba a los artistas argentinos", reconoce.
Una prueba de ello son los alrededor de 300 conciertos y espectáculos de todo tipo que ofrece La Scala año tras año. Para 2002, la grilla que La Scala ya anunció formalmente tiene confirmados 200 conciertos, que abarcan una gama amplia de géneros clásicos y populares, desde el teatro musical, los recitales de cámara, pasando por el folklore, el jazz y el tango.
Es posible pagar un bono contribución para cada función, o si se quiere, asociarse a la entidad. Según explica Santillán: "Tenemos socios que van de amigos a benefactores y pueden pagar entre 50 y 300 pesos o más, lo que los habilita para una cantidad de espectáculos por temporada".
Como ocurre con casi todo en la Argentina actual, no es fácil mantener abierta La Scala, pero la efervescencia artística puede más.
Según comenta Eduardo Cogorno, "empecé el año y tenía un papel en blanco y cero presupuesto. Entonces, dependíamos de la buena voluntad de todo el mundo y de la gente, para seguir haciendo cosas. Tenía un poco de miedo por lo difícil que está todo, pero la respuesta de los músicos es increíble. Y creo que la programación se va a seguir ampliando durante la temporada, como ocurre cada año".
Y, como una prueba de que La Scala es un espacio valorado por los músicos argentinos, Cogorno y Santillán cuentan agradecidos la buena nueva que les trajo la pianista Fernanda Morello. La joven pianista, que ofrece conciertos en este espacio habitualmente, organizó junto a varios de sus colegas más destacados un ciclo de conciertos, a beneficio de La Scala, para que el espacio pueda continuar con su labor.
Espacio de libertad
Es que la característica principal de La Scala es la de respetar la libertad de expresión de los músicos que acercan sus propuestas a Eduardo Cogorno, el director artístico de la entidad. De hecho, ésta fue la premisa que lo atrajo al cantante a transformarse en programador. "La posibilidad de tener un espacio a donde trabajar sintiéndome respetado, ése es el origen de La Scala, y es algo que no es frecuente. La libertad que tuve yo y las personas que presentan sus proyectos de trabajar en condiciones favorables para el desarrollo de la actividad artística es lo más importante de todo."
Según define Cogorno: "La Scala es un lugar donde las personas de calidad son bienvenidas. No hay discriminación por el género. Una actividad que desarrollan a pulmón y sin apoyo del Estado. No tenemos colaboración oficial, ni de la Ciudad, a la que todos los años pedí colaboración y no me la dieron, a pesar de estar en un barrio histórico de Buenos Aires".
Ejes temáticos
Ya entrando en la programación de la décima temporada, Cogorno explica que el criterio predominantes es establecer ciclos temáticos, con ubicaciones en la agenda más o menos fijas, que funcionan como una guía para los espectadores.
Uno de los ejes centrales son los espectáculos de teatro musical. Es el propio Cogorno el que genera varios de los mismos, pero también "dependiendo de la oferta", como dice entre risas, de las propuestas que le acercan año tras año. Para el 2002 se anuncian:
"Caberenui", sobre canciones de Kurt Weill, a cargo de Tristán Ferreyra (canto), Maximiliano Mammarella (piano), con puesta en escena de Fernando Agrelo. Hoy y el viernes próximo, a las 22.30.
El regreso de un clásico de La Scala, "Un retablo español (Cinco siglos de romances y cantares), con Eduardo Cogorno (voz y puesta en escena), Marcela Fiorillo (piano), Jorge Biscardi y Omar Cyrulnik (guitarras), y Sergio Bergoglio (flautas), los sábados de abril, mayo y junio, a las 20.
Habrá también representaciones de óperas (al piano), como "La serva padrona", de Pergolesi (junio), "Cos“ fan tutte", de Mozart (junio y mayo), y "Don Pasquale", de Donizetti (noviembre), y espectáculos dedicados a las canciones de Broadway, Schubert, y Piazzolla.
Continuarán los ciclos de jóvenes pianistas, de música antigua y homenaje, recitales de alumnos, dentro del campo de la música clásica, y una nueva temporada de folklore "De aquí en más".
También es extensa la lista de recitales, que abarcan repertorios y formaciones instrumentales diversas, de las cuales varias tendrán entrada libre y gratuita como el ciclo "La Scala fuera de la Scala", que continuará este año en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Además de la música, La Scala anuncia la realización de obras de teatro y exposiciones de pintura, en el bar de la entidad; la cuarta edición del Concurso para jóvenes estudiantes de música de todo el país, en esta oportunidad dirigido a intérpretes de arpa, cuyo premio consiste en sendas becas de estudios con profesores residentes en la Argentina.
En síntesis, La Scala de San Telmo no permite excusas a la hora de poder disfrutar de la mejor música realizada tanto por artistas nacionales consagrados como por las promesas del futuro, en un ámbito que, como dice Cogorno, parafraseando el lema de la entidad ,"Es un lugar para los buenos músicos y los que aman la buena música".
Impuestos al arte
- Cada vez que ofrece un concierto La Scala de San Telmo, con capacidad para 70 personas, sufre, como cualquier sala, un 33 por ciento de descuento de su recaudación. El 12 por ciento corresponde a derechos de autor, que administra Sadaic, pero además, y a diferencia de lo que ocurre con el teatro, la música está gravada con el 21 por ciento del IVA, no importa que la sala en la que se presente el espectáculo sea pequeña o que el músico que toca sea un estudiante. Dice Cogorno: "Esto es consecuencia de que los músicos no tenemos la capacidad de organización que sí tienen los actores".
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