Ópera indie: un mundo de propuestas más allá del Teatro Colón y la programación oficial
Si varios de los grandes teatros líricos sudamericanos se reunieron en un proyecto llamado Opera Latinoamérica para desarrollar producciones conjuntas o generar un circuito de intercambio de recursos e ideas, es absolutamente lógico que una serie de asociaciones argentinas totalmente independientes, con recursos mucho menores y sin el apoyo del ámbito estatal, también se reúnan para decir: "Acá estamos, juntas, hacemos ópera y queremos contarles qué tenemos pensado desde cada espacio (Ensamble Lírico Orquestal, Magna Lírica, Compañía Lírica G. Verdi y Espacio Victorium) para este año".
Lo más curioso es que, representados por cuatro damas, cada proyecto tiene características diferentes entre sí. "Lo que queremos demostrar es que la ópera no sólo está en el Teatro Colón, que hay muchísima gente que hace ópera y necesita difusión y que hay que llevar la ópera a todos los lugares posibles", dice Marina Arqueros, del espacio Victorium. Hace más de una década, a instancias de un músico, Marina comenzó a hacer encuentros líricos mensuales en el quincho de su casa. Y como el lugar quedó chico consiguió hace diez años para las actividades el teatro Marenheim, de Villa Ballester. Conocido como Espacio Victorium, dos días por mes se abre a la ópera, con la dirección artística de Susana Cardonnet; llegan allí proyectos como los de Magna Lírica. "Nosotros no producimos, pero siempre fuimos de la idea de que la ópera tiene que ir más allá de la Avenida General Paz", resume Marina.
En 2000, un grupo de músicos llevó una versión de Hänsel y Gretel a seis escenarios de distintas provincias de la Argentina, mediante un proyecto del Estado. Al año siguiente decidieron crear la asociación Ensamble Lírico Orquestal. Con espíritu nómade, hicieron temporadas en el Teatro Xirgu, el Avenida, Teatro Del Globo y el Auditorio de Belgrano. En 2006 se creó el Coral Ensamble y más tarde se profundizó en la idea de un taller de integración músico-teatral gratuito. Por primera vez, y a pesar de los altos costos, este año presentará tres óperas en el Auditorio de Belgrano; una de ellas, La Rondine, de Puccini, en coproducción con Magna Lírica. Además, dentro de los planes del Ensamble hay fechas agendadas en el Teatro Astral.
"Fue sorprendente para nosotros porque mientras que la Sinfónica Nacional ofrecía en el Auditorio de Belgrano, cada viernes, una programación gratuita, el Ensamble ha podido hacer La Novena de Beethoven en dos funciones a sala llena –dice Cecilia Layseca-. Eso fue el impulso mayor, el acercamiento al público. Luego están los distintos contextos y situaciones, pero uno sabe que el impulso se mantiene, vive, está. El Coral Ensamble también es sorprendente porque es el espacio donde alguien del público se transforma en coreuta, el coreuta se convierte en solista, y el solista en organizador del Ensamble Lírico. Luego, entre todos, tratamos de vender las entradas y cubrir los gastos".
La Compañía Lírica G. Verdi se fundó hace doce años. En 2011 abandonó la idea de la ópera al piano y con el aporte de Ramiro Soto Monllor, Lizzie Waisse y Susanna Cardonnet Rojas, Adriana Segal apuntó a un trabajo de mayor envergadura. "Así creamos la compañía con orquesta propia de cuarenta músicos. Y como somos docentes, nos dedicamos a hacer óperas para las que todos tengan que estudiar", explica Segal. Además de títulos bien conocidos, la compañía va por el lado de las rarezas. "Nunca entendimos por qué pero la primera ópera de Verdi, Ober Oberto, Conte di San Bonifacio nunca se había hecho en América Latina", agrega. La compañía la produjo. También hizo La Vie parisienne, de Jacques Offenbach, que no se hizo durante medio siglo, y este año estrenará en Argentina la primera ópera de Verdi en francés. Además, la compañía creó la EPO (Escuela Popular de Ópera) donde se enseña desde técnica vocal y actuación hasta vestuario para el armado de todo lo que necesita en una puesta en escena. "Todo es libre y gratuito, uno se priva de otras cosas pero disfruta de hacer esto".
Magna Lírica es una creación de Mariana Carnovali, una cantante profesional que tuvo la oportunidad de estudiar dentro del Teatro Colón y de trabajar fuera de la Argentina, en teatros europeos. A su regreso se dio cuenta de que el ámbito local para los cantantes es muy acotado. "No existía una plataforma intermedia, porque nuestra educación nos tienen acostumbrados a que luego de salir del conservatorio el paso siguiente es el Colón, lo cual resulta casi imposible porque el nivel es altísimo. Uno necesita de muchas herramientas que no puede transitar en un conservatorio porque es un ámbito técnico. Magna Lírica trata de fortalecer el vínculo del cantante, del músico, del regisseur con la experiencia de la ópera en sí misma y en primera persona. Con la compañía buscamos generar esta plataforma intermedia generando audiciones. Son multitudinarias, pero tratamos de que todos los que audicionan tengan un rol en la obra, no importa si es más chico o más grande. Lo interesante es transitar la experiencia y el aprendizaje sobre el escenario. También potenciamos la ópera para chicos, que está bastante relegada de los teatros oficiales. Intentamos llevarla a las escuelas, porque muchos chicos no tienen contacto con la música clásica".
–¿Qué tipo de programación se elige para el público actual de ópera y para el público potencial que se podría acercar a la lírica?
Carnovali: -Creo que, al menos a la gente de mi generación, lo que más atrae hoy es asistir a espectáculos en donde hay mucha cercanía entre el artista y el público. Porque cuando vamos al Colón al artista lo vemos a una cuadra. Lo que transmitimos nosotros es una cercanía; el público no está tan acostumbrado a eso. Y pasa que hay mucha gente que no iría al Colón a ver una Boheme, pero sí a ver una versión que hacemos en un teatro bar como Hasta Trilce. Tenemos que demostrar cercanía con un producto de buena calidad. Además, creo que hoy nadie se aguanta en YouTube un video de más de 10 minutos. Y creo que también tenemos que pensar en eso. En nuestro caso buscamos que las óperas no duren más de dos horas.
Segal: -Nosotros hacemos lo contrario. Por eso me gusta esto. Cada una de nosotras tiene su experiencia y la podemos compartir. Yo soy de las que dicen que si el autor se rompió el cerebro en una obra quién soy yo para cortarla. A mi, como puestista, me dicen destructora de gargantas: cuando hay una cabaletta [segunda parte de un aria; texto que se repite, pero no exactamente igual] no estoy a favor de cortarla. Por otro lado, nuestra última ópera, Falstaff, era como una puesta del siglo XIX, pero usamos escenografía multimedia con movimiento. Y el vestuario fue hecho totalmente con corbatas. Estuvimos seis meses juntando corbatas. Creo que tuvo los elementos que hoy tenemos a mano los régisseurs.
-Por eso les pregunto cómo se hace ópera hoy, a veces a partir de obras que tiene cuatro siglos.
Arqueros: -Mi caso es diferente al de ellas. Yo recibo a diez compañías al año y cuando veo el termómetro para darme cuenta de lo que más gustó sucede que la gente, en el Gran Buenos Aires, donde vivo, es tradicional. Es por eso que desde el afiche hasta la puesta debe tener un contexto tradicional. Ahora, cuando traés algo moderno, como la Norma que trajo Mariana [Carnovali], a algunos les gusta y a otros no, pero es una transformación que hay que lograr.
Layseca: -Creo que la respuesta no puede ser en general porque los contextos son diferentes. En el contexto público, el objetivo puede ser acercar nuevos compositores. Se fomenta la ópera contemporánea y se intentan nuevas óperas y técnicas. El maping hoy solo se puede usar en contextos de financiamiento público o mixto. ¿Qué sucede en el sector privado y en lo independiente? Lo que sucede es que nosotros tenemos otra misión. Que el público llegue a ver una ópera contemporánea al Colón porque transitó otras formas de acercarse al mismo género con una espectáculo en Hasta Trilce o el Palacio La Argentina, donde uno puede cantar al lado de la gente, que es algo maravilloso. Lo bueno también es poder ver distintas versiones de una ópera. Así es como se entiende que cada contexto tiene un objetivo. El arte es social, colectivo, es parte de lo que vivimos todos los días. No estaría nada mal que un día podamos estrenar una ópera con géneros como el trap.
Carnovali: -Para mí lo más importante hoy es que estemos sentadas acá. Porque hacer una ópera es una misión titánica. Que hoy empecemos a mirarnos y ver qué podemos construir juntas. Dentro de la ópera hay mucho ego e individualidad y eso destruye al género que queremos sacar a la luz.
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