
Orquesta La Bella Música
Una noche de calidad gestada con tesón y mucho amor
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Dirección : Patricia Pouchulu. Concertino : Grace Medina. Programa: Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi (con la participación de varios solistas) y Sinfonia Pastoral, de Ludwig van Beethoven. Sala: Teatro Avenida. Organiza: La bella música.
Nuestra opinión: muy bueno
A la poco frecuente idea de ofrecer una versión de Las cuatro estaciones de Vivaldi se sumó que cada uno de los conciertos para cuerdas que la componen tuviera un solista de violín diferente, todos ellos muy destacados. Esto despertó un renovado interés más allá de que la obra integral sea, en todo momento, un motivo de deleite sonoro. Además, fue la posibilidad de ratificar o negar aquello de que cada ejecutante de todo instrumento tiene su propio sonido, su fraseo y sus intensidades expresivas, siempre disímiles. Asimismo, la directora de orquesta, Patricia Pouchulu, infatigable alma mater de La Bella Música, condujo con sobriedad, ofreciendo una interpretación conforme a la más clásica tradición italiana, y por fortuna sin el supuesto sonido historicista que la misma historia del violín se encarga en poner en duda.
Para "La primavera" se escuchó a Freddy Varela Montero, uno de los concertinos de la Estable del Teatro Colón. Su presentación ratificó que se trata de un violinista aplomado y seguro en el manejo del arco. Luego, para la versión de "El verano", el solista fue Luis Roggero, concertino de la Sinfónica Nacional que, con su cristalino sonido y su mágica expresión, gestó un momento de delicada atmósfera.
Con Nicolás Favero, concertino adjunto de la Estable del Teatro Argentino de La Plata, se escuchó "El otoño", en cuyo desarrollo se apreció seguridad y buen criterio musical. Y por último, para "El invierno", Pablo Saraví -que además de violinista es especialista en luthería y concertino en la Filarmónica de Buenos Aires- lució en su ejecución sólidos recursos técnicos y expresivos.
La segunda parte del programa estuvo dedicado a una versión, en sintonía con el lenguaje germano, de la placentera Sexta sinfonía , curiosamente bautizada en la edición de 1826 Sinfonía pastoral o recuerdo de la vida en el campo , de Beethoven. El mismo compositor incluso denominó con palabras descriptivas de un paisaje diferente a cada uno de los movimientos, lo que se podría considerar un punto de arranque del largo período romántico.
Pero además de una versión con estilo y sonoridad en concordancia a la usanza de grandes directores sinfónicos, Pouchulu logró muy buen aporte del conjunto instrumental -encabezado con solvencia por la concertino Grace Medina-, un ramillete de expertos músico en todos los sectores instrumentales. Al finalizar se ofreció un entusiasta aplauso generado sin duda por positivo logro artístico de la empeñosa directora y de todos los atentos integrantes de la orquesta.
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