
Otra vez suenan los tambores
Una unión de percusionistas de distintas generaciones encuentra su espacio
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"Conjugamos el trabajo de tipos con distintas ideas. En nosotros se da naturalmente. Deja en claro que los percusionistas también pensamos; no somos simples golpeadores." La frase la pronuncia Rodolfo Sánchez, y el que muestra una sonrisa pícara al escucharla es su colega Facundo Guevara, porque sabe lo duro que ha sido para los percusionistas y bateristas, a lo largo de la historia, hacer valer su trabajo y no caer en los chistes más crueles.
Rodolfo Sánchez y Facundo Guevara son dos percusionistas muy destacados de diferentes generaciones. Sánchez le cruzó el golpe al bombo legüero y por la década del 70 renovó su trabajo con platillos y tambores. Guevara es, desde fines de la última década, uno de los percusionistas más ingeniosos, inesperados y con mejor gusto del país. Juntos se asociaron a otro colega, Carlos Rivero, para crear el espectáculo Latido de la sangre, que presentarán pasado mañana en La Peña del Colorado.
"Existe una cantidad interminable de cuentos sobre bateristas, principalmente, y percusionistas, pero no los vamos a decir acá. Además, la cosa ha cambiando. Ahora somos considerados músicos", dice bromeando Guevara, para pasar a otro tema. Están contentos por el espectáculo que llevan adelante y por una admiración mutua.
Facundo dice que el papel del percusionista está cambiando y, en parte, eso se les debe a músicos que han precedido a los de su generación: Domingo Cura, Chango Farías Gómez, Rubén Lobo y Rodolfo. "Sánchez es un tipo que, cuando escuché por primera vez, me di cuenta de que tocaba el bombo de una manera diferente. Cuando era chico y vivía en Mendoza, veía Argentinísima cuando aparecían tres o cuatro músicos, el Chango o Marián Farías Gómez, el trío de Vitale-Cumbo-González y Raúl Carnota con Rodolfo Sánchez. Después tuve la suerte de conocerlo."
Lo que dice Sánchez de Guevara: "Por más que diga que no es joven porque tiene 40, Facundo es la sangre nueva. Siempre me sorprende agradablemente. Tuvo la calidad y la capacidad de incorporar otros sonidos a la música folklórica, más allá de que me lo ponen en un lugar más de música ciudadana", dice Rodolfo con tono paternal y la autoridad que le confieren sus canas. "Durante mucho tiempo no se le prestó atención a cómo se tocaban las danzas argentinas. Facundo es uno de los que aportaron para embellecer. Hay que tener un criterio no egocéntrico, más allá de que algunos de nosotros tengamos algunas plumas. Pero nadie es dueño de la música. Además, creo que después de Bach no se inventó más nada."
Experimentación
Rodolfo viaja en tiempo y espacio. De la época de Bach es la música a la que se refiere. Habla de la cultura musical del Litoral del siglo XVII, de la música negra en el Río de la Plata en el XIX y también reflexiona acerca del ser humano en formación. Facundo agrega que la música también está en formación. "Yo festejo esta reunión con Carlos y Rodolfo porque es algo que está empezando. Estaba latente desde hace un tiempo. Buscamos una especie de orquestación en la percusión argentina. Hay instrumentos que provienen de otras regiones, pero no son tan foráneos como muchos creen. Es buena la experimentación. Me pasé de rosca con algunas, pero pienso que está bien probar.
-¿Sería tan sencillo para ustedes montar este espectáculo si no existiera ese auge de la percusión y la aparición de bloques de tambores y escuelas como La Chilinga?
Guevara: -La Chilinga hizo un trabajo muy importante. Es innegable.
Sánchez: -La percusión es un lenguaje. Siempre lo fue. Incluso en algunas comunidades tiene carácter sagrado. Por eso no sé si las nuevas reuniones en esta ciudad le dieron un poco de manija. Siempre existió eso de convocar a la gente con un tambor. No es un invento de ahora. Quizá las nuevas generaciones están más atentas y encontraron la forma de agradar la reunión.
Para agendar
Latido de la sangre, espectáculo de los percusionistas Rodolfo Sánchez, Carlos Rivero y Facundo Guevara.
La Peña del Colorado, Güemes 3657. Pasado mañana, a las 21.30. Entrada, $ 25.





