
Pedro Aznar: un mundo de discos
En 2002 publicó dos álbumes y ya está componiendo para su próximo CD. Pero también se luce en la producción artística de intérpretes de Chile, Perú y Brasil
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"Cuando grabamos el tema "Bello durmiente", Eva (Ayllón) lo cantó en el altar de la iglesia más antigua del Perú y ha logrado una performance vocal tremenda. Fue a medianoche porque el tránsito de Lima es muy ruidoso. Pero aun siendo tan tarde, hubo gente de la compañía discográfica que muy gentilmente fue a parar el tránsito de esquinas estratégicas. Pusimos cinco micrófonos distribuidos a lo largo de la nave. Y si escuchás en surround, sentís que estás sentado en el centro de la iglesia."
Quien habla es Pedro Aznar: él produce y, con ese entusiasmo, es el que vende. Porque después de la explicación, ¿acaso no dan ganas de escuchar el tema del que habla?
Se sabe que el último año Aznar publicó dos discos en solitario, uno de estudio y otro en vivo, y ya está componiendo para el próximo, que podría estar listo a fines de este año. "Por lo que va saliendo será más hijo de "Cuerpo y alma" que de (el último) "Parte de volar", hondamente latinoamericano. Este va a ser un álbum más mixto", adelanta.
Además tiene proyectos musicales para la pantalla; una miniserie de televisión y un largometraje. Pero el motivo de esta charla se debe a una de las actividades menos conocidas y quizá la más prolífica en los últimos años de su actividad musical: la producción artística de discos.
De mediados de los años noventa se puede mencionar los excelentes arreglos de algunos temas del disco "Rosa de los vientos", de Suna Rocha; luego el sobresaliente "Tambong", del brasileño gaúcho Vítor Ramil; "Para mi sombra", una placa tan lograda como despojada, del tucumano Alberto Rojo; el último CD de Eva Ayllón, que refresca el sonido de la cantante peruana; y recientemente un material de música brasileña, pero en la voz de una intérprete chilena, Cecilia Echenique.
"Es una faceta más de lo que hago -dice el músico frente a este repaso-. Y esto no es darle menos importancia. Está al mismo nivel que mi trabajo como compositor o intérprete. Estoy cómodo en cada uno de mis zapatos."
Esa comodidad es la que le ofrece claridad cuando se le piden definiciones: "Para hacérselo fácil a quien no tiene conocimientos técnicos de la música digo que producir un disco es como ser el director de una película. Se puede no actuar y trabajar con el guión de otro, pero se es la cabeza que lleva el hilo, el gesto artístico global. No sólo se enfoca en las canciones, sino en lo macro. El productor es quien ayuda al artista a concretar una visión. El que sugiere incluso la elección del repertorio sobre la base de lo que el músico pretende lograr y pone de acuerdo sus deseos con los de una compañía discográfica". Con más afición que dedicación profesional sus primeros trabajos fueron las "coproducciones" de los discos de Serú Girán: "Aunque quizá todo haya surgido -aclara- de la idea del estudio (de grabación) en casa". Ese estudio que hoy ocupa la mayor parte del living de su departamento y es custodiado por dos gatos (uno blanco y el otro atigrado), acostumbrados a convivir con un piano de media cola y más de media docena de parlantes distribuidos en toda la sala.
"El primer disco completo fue, si no recuerdo mal, "Cielos", de Jairo", dice Pedro. Su manager confirma el dato y agrega que el segundo fue"Sol en cinco", de Fabiana Cantilo.
Claro que el paso por el pop/rock fue breve. Porque enseguida Aznar volvió a producir música popular, para discos propios y de intérpretes de nuestro país, Perú, Chile y Brasil.
De raíz folklórica
Eso le permite profundizar en ritmos y estilos y, durante la charla, elogiar a músicos con los que trabajó, o mencionar a otros que también admira, como el brasileño Lenine: "Me gusta lo que hace, me parece un trabajo brillante. Mezcla de una manera inteligente e interesante cosas típicas de su región con una cabeza global; un sonido tremendamente contemporáneo; letras muy crudas, pero muy poéticas y poderosas; un ritmo efervescente. Una receta magistral".
-Pasaste por el rock, el pop y el jazz. ¿En tu carrera solista llegaste al folklore latinoamericano después de trabajar para otros artistas?
-No, fue al revés. Mi acercamiento como solista fue lo que llamó la atención. "María landó", grabado en el disco "Cuerpo y alma", puso sobre aviso a Eva (Ayllón) sobre una concepción sonora para la música afroperuana. A Alberto Rojo, que combina una música culta con folklore, le gustó lo que hice sobre poemas de Yupanqui y mi versión de "La pomeña". Cecilia Echenique levantó una ceja cuando escuchó lo que grabé con Ney Matogrosso. Me parece que esas cosas despertaron interés y es para mí algo feliz porque coincide con mi búsqueda como intérprete.
-Y vos, ¿cuándo comenzaste a prestar atención?
-Es notable que siendo porteño y en la casa de un padre músico de tango se me haya dado más por el folklore. Creo que algo muy definitorio fue haber conocido a Leda Valladares y que ella me invitara a participar en la grabación de "Grito en el cielo". Eso propició que yo me metiera en esa forma maravillosa que es el canto con caja.
-¿Por qué te invitó?
-Dijo que sentía que los músicos que veníamos del rock íbamos a entender el grito americano porque era el mismo que el africano que se daba en el blues y termina, pasando por diversas mutaciones, anclado en el rock. No son cantos esteticistas, sino de desgarro. No pretenden ser lindos. Y en cuanto al mestizaje, creo no equivocarme al decir que el folklore latinoamericano inherentemente mestizo combina la historia cultural de tres continentes. Ahí están, por ejemplo, la pentafonía americana, la armonía y la copla española y el ritmo africano.
-¿Hay que pensar mucho en eso al momento de producir?
-Cuando se trata de un artista de ese género, por supuesto. La autenticidad es un valor que hay que cuidar mucho, pero sin ponerse en fundamentalista. Se puede ser auténtico echando mano de cosas contemporáneas y permitiendo que la música dialogue con eso, e incluso con otras tradiciones y vertientes.
-¿Corrés el riesgo de que los discos suenen muy "Aznar"?
-Trato de evitarlo al máximo. Solamente participo como invitado, cantando, tocando o haciendo arreglos cuando el artista me lo pide. En algunos discos simplemente fui observador y director.
-¿El productor es quien lleva el temperamento autoritario?
-Tanto como un director de cine. Es el que tiene la última palabra, pero quien se pone inflexible se pierde la interacción, lo más lindo que sucede en una producción. En realidad, está contratado para tomar decisiones. Si no se permite el juego de las opiniones, pierde mucho.
-¿Pensás volver a trabajar con discos de rock o pop?
-Me gustaría hacer algo con un sonido más al estilo de lo que hace el grupo Radiohead. De hecho hay una propuesta en carpeta, pero no diré de quién. Sólo que está enfocada al procesamiento del sonido, a lo electrónico.
-¿Alguna otra pista?
-Es de Brasil. El resto es un secreto industrial.
-¿Producir para otros es trabajar ideas que por una cuestión de concepto no entran en tus propios discos?
-Sí, pero no hasta el punto de ser gustos que no puedo darme en mi carrera. Si no, sería muy utilitario: "Vení que te produzco un disco de pop porque hace mucho que yo no hago eso" -se ríe-. No viene por ahí, pero me divierte hacer otras cosas.
Inventario
- Cielos, de Jairo, primer CD producido íntegramente por Aznar.
- Sol en cinco, Fabiana Cantilo.
- Tambong, de V. Ramil (Brasil).
- Ecos de mi tierra, Coro de la Ribera.
- Para mi sombra, Alberto Rojo.
- Eva, de Eva Ayllón (Perú).
- Brasil amado, Cecilia Echenique (Chile).



