
Quince años del "Never ending tour"
La gira perpetua de Bob Dylan
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Hace quince años, el 7 de junio de 1988, Bob Dylan subía al escenario del Pavilion, un auditorio en Concord, California. En ese momento -aunque lo bautizaría más tarde-, comenzó el "Never Ending Tour", la gira mágica e interminable en la que, aún hoy, sigue embarcado.
Dylan vio el camino y desmarcándose de la estructura "grabación-lanzamiento de disco-gira promocional", decidió que su vida era la ruta. Que no había nada más que hacer que tocar aquí y allá. En una entrevista para la revista Q, un año después, le dio nombre a la gira. "Podés elegir mejor cuando estás ahí afuera todo el tiempo y el show está siempre listo. Es siempre el mismo tour, el "Never Ending Tour", dijo.
Desde entonces sus discos son algo que va sucediendo en el camino, canciones que nacen, crecen y, en algún momento, y casi de paso, son registradas. El no lo sabía entonces, pero esa visión del camino que se extendía a sus pies fue también la que le abrió nuevas puertas.
Conversión religiosa
Hacía dos años que no hacía giras y el octavo de una década, la del ochenta, que no había sido fácil ni generosa. Tras marcar rumbos durante los años sesenta y setenta -y rumbos significa darle entidad al rock y diferenciarlo, de una vez y para siempre, desde el magnífico "Blonde On Blonde", del tan simple rock and roll; de haber sido desafío para los mismos Beatles que, sin él, nunca hubieran salido del "She loves you" y el "Yeah, yeah, yeah"-, los ochenta habían comenzado con su inesperada conversión religiosa y una serie de discos poco enfocados. Pero la ruta le marcó el camino; en ella encontró la resurrección de "Oh, Mercy" (1989) y, tras mantenerlo vivo en los siete años de bloqueo creativo y álbumes con temas ajenos, los soberbios "Time Out of Mind" (1997) y "Love and Theft" (2001).
Y allí sigue reinventándose a sí mismo por los caminos, yendo y viniendo por su amplio repertorio propio y el ajeno que ha hecho suyo, encontrándoles nuevas formas a las canciones. Manteniéndolas vivas; manteniéndose vivo. Esperemos que la senda lo traiga nuevamente por estas tierras.



