De paso por Argentina, el crítico británico más influyente analiza la cultura rock de esta época y los nuevos modos de consumo musical
Desde principios de los 90, el periodista y ensayista británico Simon Reynolds dedicó gran parte de su carrera a analizar y desmenuzar distintos momentos de la música y la cultura pop de los últimos cuarenta años. En libros como Retromanía, Después del rock, Postpunk: romper todo y empezar de nuevo y Como un golpe de rayo (todos ellos con edición local en manos de Caja Negra), Reynolds investigó la aparición de subgéneros como el glam, los fenómenos revival, las secuelas del punk en el underground inglés y el glam rock, no sólo desde una perspectiva musical, sino también con una mirada cultural más amplia que va desde lo social a lo político y económico.
Después de visitar Córdoba, este martes Reynolds disertará en el Centro Cultural General San Martín con una clase magistral titulada “Todos están en el show business: El glam y el anti-glam desde los setenta hasta el Siglo XXI”. Antes, habló con Rolling Stone y dio su mirada sobre las distintas aristas que componen al fenómeno de la cultura pop en el 2017.
1. El impacto de las figuras pop hoy en día
No creo que puedan ser tan provocativas como David Bowie o Marc Bolan, no hay muchas maneras de serlo hoy en día salvo que mates a alguien en el escenario, que es algo que la gente predijo que iba a ser lo siguiente después de que Alice Cooper simulase en escena su propia muerte. Ese tipo de extrañeza y rareza ya no está disponible, en parte porque ahora sabemos mucho sobre los artistas y no hay tanto misterio. Tenés carreras como la de Lady Gaga en la que la clave es verse raro. En sus videos tiene no uno, sino 20 looks distintos y rarísimos, como si tratara de emular el mismo efecto que tuvo Bowie al teñirse el pelo de naranja y afeitarse las cejas en 1972. No creo que tenga el mismo impacto, y no sé si la música pop importa tanto como en esos días. La gente tenía vidas muy oprimidas y aburridas con una carencia de estimulación enorme. Ahora la gente tiene mucho entretenimiento y estimulación a través de videojuegos, internet, redes sociales, 150 canales de TV... No es el mismo tipo de cultura, así que las estrellas raras ya no tienen el mismo efecto, porque estamos sobreestimulados.
2. El rol actual del periodismo musical
Las revistas ya no tienen el poder de crear o destruir fenómenos, pero todavía hay grupos a quienes salir en Pitchfork o medios similares los eleva a un nivel al que seguramente no hubieran alcanzado de otro modo. Lo que se perdió es el hábito de las revistas de ayudarte a descubrir cosas. Hoy, el trabajo de los periodistas se reduce a decirte qué ignorar y no escuchar, porque hay demasiado y lo podés chequear con mucha facilidad. Ya no tienen que decirte a qué suena algo, porque la gente puede descubrirlo muy fácilmente. Los libros parecen tener mayor impacto, porque podés amontonar un montón de ideas o escribir sobre una era determinada de la historia de la música. Pasó con el libro de Lizzy Goodman sobre The Strokes y la escena neoyorquina entre fines de los 90 y principios del 2000, un período relativamente reciente, pero que al mismo tiempo quedó lo suficientemente lejos en el tiempo como para escribir sobre eso y a la gente le hace sentir que vivió un período importante. También sirve para gente que no vivió esa época. Me pasó con Postpunk, que le gustó mucho a gente que no había nacido o era muy joven en ese tiempo.
3. Sobre el presente de la música indie
El último single de The War on Drugs por momentos suena a Dire Straits, y es raro, porque era lo opuesto a la música indie cuando nació a principios de los 80. Eran el enemigo, con un sonido muy limpio, bien producido. Otro grupo que me gusta es Haim, y ahora suenan como Fleetwood Mac, pero al de mediados de los 80. Creo que Ariel Pink fue el responsable de poner de moda esa época, pero pensé que iba a ser algo más pasajero. Es como que el mainstream del pop se volvió exótico y cool, pero supongo que parte se debe a que gran parte de esa música era buena. Esas cosas tipo Hall and Oates o Don Henley te podían gustar incluso si eras un fan del indie. También es cierto que lo que era cool en otros tiempos ya se usó bastante, así que ya no tiene sentido sonar como Neu!, The Velvet Underground o Can, entonces no queda mucho sobre lo que volver.
4. El próximo paso de la retromanía
Seguramente la gente empiece a redescubrir el mainstream de los 90, aunque no creo que lleguemos a una época en la que las bandas suenan como Hootie & The Blowfish. pero al mismo tiempo tampoco pensé que la banda favorita de Pitchfork iba a sonar a Dire Straits, porque era la última banda que uno iba a pensar que se iba a volver cool. Lo que me está pasando es que estoy descubriendo cosas del mainstream de los 90 que no me gustaban en su época, como The Offspring y Weezer, y algunas son bastante buenas. En esa época estaba muy metido en la cultura rave, y si me gustaba algo relacionado con la cultura rock era el post rock y cosas así. Lo interesante va a ser cuando lleguen al 2000, porque estuvo lleno de revival de post punk y synth pop de los 80. No podés hacer un refrito de un refrito, puede ser un gran problema.
5. Cómo sobrevive la música en formato físico
Hay muchos músicos experimentales y esotéricos que juegan con los packagings de los discos, con sellos pequeños que hacen estas ediciones que querés tener, pero no los producen en grandes cantidades. También tenés la versión mainstream de eso, que son las bandas como Pink Floyd, que intentan que sus fans compren cosas que ya tienen, con box sets a precios ridículos con un DVD, un vinilo y una reproducción de un programa de mano de 1971 o un ticket de época, pero esa es una estrategia que funciona con bandas que siempre vendieron bien. Estoy bastante abrumado con el fenómeno del vinilo. Casi todos vienen con una tarjeta para que te descargues el disco, entonces la gente compra un disco, lo escucha una vez y después lo escucha en su celular, así que el disco termina en un rincón, como si fuera una declaración testimonial. Conozco a un tipo que trabaja en el mercado de reediciones y me dijo que muchas veces no llegan a encontrar los masters originales, así que terminan usando un CD. Es algo desagradable.
6. La proyección al mundo de la música hecha en Latinoamérica
La última vez que estuve acá, mis editores me mostraron música más vieja como Sumo, que tiene una historia muy interesante, y cosas más cosas relacionadas con el post rock y la EDM. El sábado a la noche fui a ver a Los Espíritus (en Córdoba) y me parecieron muy buenos. Tienen mucho groove en los ritmos y un sonido setentoso que me hizo acordar un poco a Santana. También me explicaron que usan mucho lenguaje rural, y me pareció que tenían un clima medio stoner. La principal dificultad que tienen las bandas que no cantan en inglés es el lenguaje, porque los oyentes se niegan a escuchar algo que no sea cantados en su idioma. Hay muy pocos casos en Estados Unidos que se hayan convertido en éxito, como el de Nena con “99 Luftballons”, que fue un éxito cantado en alemán. Si mirás la historia de la música, las bandas de otros países europeos que triunfaron eran instrumentales o casi instrumentales, como las kraut rock, que no tienen muchas letras o usaban palabras muy simples. Si sacás al lenguaje de la ecuación, el mundo se vuelve un campo mucho más equitativo. Mirá a la electrónica, muchos de los mejores exponentes actuales son de Chile, aunque vivan en Berlín, pero porque el lenguaje no es un factor clave en la música electrónica.
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