Toto, Christopher Cross y una noche de nostalgia y virtuosismo al servicio de las canciones
A un año de su anterior visita, la banda de Steve Lukather y Joe Williams regresó a Buenos Aires para dar un notable show en el Campo de Polo; antes, otro encuentro con los clásicos de los 70 y los 80: Cristopher Cross
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La inusitada demanda de localidades para el concierto ofrecido en noviembre del último año en el Movistar Arena, sumada a la falta de disponibilidad de fechas destinada a una segunda función, dejó sin dudas un sabor agridulce en un número importante de fans locales de Toto.
Sin embargo, a poco más de un año de aquella última visita y por cierto mucho antes de lo esperado, la agrupación norteamericana regresó a Buenos Aires no sólo para saldar su deuda sino también para redoblar la apuesta mediante un show en un ámbito más amplio y a cielo abierto como lo es el Campo Argentino de Polo. Pero no vinieron solos, esta vez sumaron a Christopher Cross como estelar número de apertura.
Que una banda nacida en Los Ángeles en 1977 suscite aún semejante atención por parte del público tanto en Argentina como en el resto del mundo quizás resulte algo sorpresivo para algunos. No obstante, existen datos que avalan y refuerzan dicho interés internacional. Según estadísticas oficiales recientes, Toto no sólo es uno de los artistas más escuchados en Spotify sino que además el 50 por ciento de sus oyentes está por debajo de los 34 años.
Eso explica entonces la variedad y amplitud de público que se dio cita en el coqueto predio ubicado en Palermo: familias enteras, parejas, grupos de amigos, seguidores de la primera hora, fanáticos de sus hits ochentosos y, en particular, muchos músicos, algo que respondió al perfil de sus integrantes, todos excepcionales y experimentados sesionistas que colocan su reconocido virtuosismo al servicio de sus logradas composiciones antes que al lucimiento y regodeo personal.
Y es precisamente allí donde reside el enorme y distintivo atractivo de Toto. Nadie en la audiencia pone en duda o en tela de juicio su profesionalismo y se festeja con creces cada intervención de sus miembros. Pero ellos tienen muy en claro que todo debe apuntar hacia un mismo y único objetivo: que las canciones sean las verdaderas protagonistas de la noche.
Y eso fue lo que sucedió desde un comienzo arrollador con el instrumental “Child’s Anthem” (perteneciente a Toto, su álbum debut de 1978), seguido del soplo hard rock de “Carmen” y la volcánica versión de “Rosanna”, donde el septeto dio su primera muestra de que se estaría ante una auténtica y super poderosa maquinaria instrumental de pop rock al más alto nivel.
Con el típico logo del grupo luciendo como telón de fondo y sin apelar a una puesta en escena fastuosa ni a efectos especiales que pudieran desviar la atención, Toto se dedicó a realizar un recorrido retrospectivo por lo más graneado de su discografía con una versatilidad notable. La natural fluidez que denotó para pasar del pop (“Pamela”) al reggae (“Mindfields”) y del hard rock (“White Sister”) al funk (“Georgy Porgy”) y de allí saltar hacia las baladas (“I Won’t Hold You Back”) fue sinceramente asombrosa.
Esta situación no sólo ayudó a edificar un concierto por demás entretenido y rico en climas variados sino que además se potenció con la actitud absolutamente descontracturada de los músicos. Los siete integrantes del combo parecen no tener ningún inconveniente en ocultar su sincero deseo de divertirse y divertir sobre el escenario. Y eso, que podría definirse como “onda”, es algo que la multitud notó y festejó en innumerables pasajes del show.
Si bien en todo momento se mostraron como un equipo tirando juntos hacia un mismo lado, el bajista John Pierce tuvo su momento destacado a través de la irresistible base funky de “Georgy Porgy”; el joven y pelilargo tecladista Dennis Atlas lució su potente y agudo registro vocal en el pasaje de rock duro de “Angel Don’t Cry” mientras que el muy aplaudido Greg Phillinganes (asiduo colaborador en álbumes y shows de Michael Jackson, Quincy Jones, Eric Clapton, Stevie Wonder y muchas otras super estrellas) desplegó toda su maestría sobre los teclados dándole el toque soul y jazzero a la jornada. En tanto, Shannon Forrest desde la batería y el veterano multiinstrumentista Warren Ham (vientos, percusión y coros) completaron la escena aportando todo su oficio.
Por su parte, y haciendo las veces de maestros de ceremonias e interactuando seguidamente con el público, Joe Williams lo dio todo como vocalista, al tiempo que el histórico Steve Lukather (que entre sus pergaminos figura haber participado en Thriller de Michael Jackson) no sólo exhibió su inocultable simpatía y buen humor sino también su ductilidad, habilidad y exquisito buen gusto desde la guitarra.
El clásico “olé, olé, olé, olé, Toto, Totoooo” que partió desde todos los sectores del Campo Argentino de Polo no sólo fue motivo de sorpresa y emoción para los músicos sino que los envalentonó para un sprint final a puro hit y que no dio respiro. Tras el soplo romántico de “I’ll Be Over You” (acompañado por las luces de miles de celulares iluminando la noche), se sucedieron uno tras otro “Stop Loving You”, “I´ll Supply the Love” y los infaltables y certeros “Hold the Line” y “Africa”.
Con 48 años de trayectoria y más allá de varios cambios de integrantes que afortunadamente no lograron corroer su esencia, más que una banda Toto se erige como muchas bandas en una; una auténtica y contundente orquesta capaz de encarar sin pruritos cualquier estilo musical que se le cruce por delante y de cerrar una velada que había comenzado en horas de la tarde, primeramente con el contagioso warm up a cargo de Alejandro Pont Lezica desde las bandejas y luego a través de la presencia de un invitado muy especial.
El turno de Cristopher Cross
Ocho años después de su última escala en el país y acompañado por las primeras sombras del anochecer sumadas a una tenue aunque breve llovizna, Christopher Cross se reencontró con el público local para ofrecer un set basado en sus más grandes éxitos, aquel puñado de hits que fueron furor a comienzos de la década del ochenta y que, sin exagerar, lo convirtieron en el auténtico “amo y señor” de las emisoras de FM de aquella época.
Si bien Take me as I am, su último álbum de estudio, data de 2017, Cross aprovechó este nuevo desembarco para estrenar un tema: “You”, una composición que se encuadra dentro de su reconocido estilo suave y apacible. De todos modos, los clásicos que todos deseaban escuchar no se hicieron esperar. Y así fueron desfilando uno tras otro “All Right”, “Never be the Same”, “Sailing” y “Arthur’s Theme (Best that you can do)” tiñendo la noche de pura nostalgia romántica.
Secundado por un atildado cuarteto de piano, batería, bajo y vientos junto a tres elegantes coristas, a sus 74 años el sobrio cantautor oriundo de Texas parece sentirse muy a gusto en esa zona de confort en la que conviven armoniosamente las baladas, el soft rock y los tiempos medios; estilos todos que giran alrededor de melodías delicadas y de su patentado registro vocal cálido y sugerente.
Independientemente de la falta de sorpresas y de que el público se encontró con lo que iba a buscar, fue muy celebrado el gesto que Cross tuvo para con la audiencia local al interpretar “Open up my Window”, un tema suyo incluido en el álbum Window de 1994, pero con su letra ahora traducida al castellano y bajo el título de “Abro mi ventana”. Cantado a dúo junto a una de sus coristas y con el único acompañamiento de una guitarra acústica, dicho pasaje fue uno de los más emotivos y aplaudidos de su presentación, amén del pedido previo del artista: “Por favor, sean amables con mi español”, solicitó con un dejo de humor.
Luciendo un saco azul y sombrero al tono, el músico abordó el tramo final de su presentación de la mano de “The Light is on”, los aires de jazz de “No Time for Talk” y el popular y más rítmico “Ride Like the Wind”. De esta manera, Christopher Cross ofició de inmejorable aperitivo para Toto, el “plato fuerte” que seguiría a continuación.
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